El Papa Francisco ha supuesto un espaldarazo en muchos modos, talantes y opciones de pastorear que nosotros hace tiempo intentamos vivir
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(MRC).- Durante los días 19 y 20 de Noviembre nos encontramos en Madrid, que aunque urbana, nos acogió a los de la periferia, llámese pueblos rurales, de las diócesis de León, Burgos, La Rioja, Zaragoza, Albacete, Toledo, Málaga, Badajoz, Plasencia, Coria-Cáceres y Ávila, sin otro cometido, ya importante, de compartir vida y camino pastoral del quehacer misionero en los pueblos rurales, olvidados de la mesa del reparto pero no de la preocupación de los curas reunidos.
Como siempre, el ambiente en el encuentro es cordial, distendido y esta vez incluso más optimista. Desde que nos vimos el año pasado han ocurrido muchas cosas en la Iglesia, el Papa Francisco ha supuesto un espaldarazo en muchos modos, talantes y opciones de pastorear que nosotros hace tiempo intentamos vivir.
Es la espiritualidad propia de una pastoral de misión, con sus acentos y su sabor originales. Nuestro compañero José María Rubio, mañico experto en acompañar grupos de militantes cristianos y maestro en revisión de vida, nos habló de fidelidad a la realidad como mediación fundamental del encuentro con Dios, como pozo en el que beber para que nuestra tierra interior esté húmeda y vida. Para encontrar la capacidad de «nacer de nuevo» como presbíteros y como consiliarios de maneras desconocidas, pisando tierras sin camino en la gran aventura del acompañamiento de las personas.
José Ramón Pascual, consiliario de jóvenes rurales y estudiante de doctorado en Madrid, nos guió a través del capítulo 34 del libro de Ezequiel en un fascinante descubrimiento de la transformación del sacerdote «de oficio» reconvertido en profeta de vocación. Nos preguntamos juntos cómo buscar al otro por el sendero de la compasión, cómo dejarnos enriquecer por lo que se vive, se disfruta y se padece en los ámbitos rurales, dejados de la mano de los hombres en tantos recortes, pero no de una Iglesia samaritana rural, que no vigila desde la altura del campanario sino abierta a la realidad con la mirada de la compasión, encarnada en la gente con la mirada desde el corazón y servidora, que quiere llegar con nuevas respuestas, tratando de ser fermento en medio de los vecinos, en la dirección dialógica del Vaticano II.
Recibimos también la visita del periodista Jesús Bastante, gran conocedor de las «cañerías» de la Iglesia española. Fue la noche antes, pero él ya se atrevió a apostar por el nombramiento de José María Gil Tamayo como nuevo rostro de los obispos españoles. Conversamos mucho sobre el cambio de aires, los nuevos modos, la renovación en los talantes y cómo gestos irán dando paso a reformas de más calado.
Unos días para que circulen nuestras convicciones, se refuercen nuestras opciones y se refresquen nuestras fuerzas. Siempre vienen bien, siempre son para nosotros ocasión de alegría y esperanza. Con Francisco, soñar es hoy casi obligado. Y así, con el corazón contento, soltamos a Tomás la «yesca pernesca» y nos volvimos cada mochuelo a su olivo para seguir solidificando sueños y proyectos.