El nuevo párroco, Francisco Lerdo, según denuncian los miembros de la comunidad, "ha entrado a hurtadillas en la iglesia con las llaves del Obispado y ni siquiera se ha puesto en contacto con Javi ni con nadie del Consejo Pastoral"
(Jesús Bastante).- El obispo de Getafe, Joaquín López de Andújar, y la comunidad de la parroquia de la Sagrada Familia de Fuenlabrada, están en pie de guerra. ¿La razón? El «despido» (la diócesis habla de un cambio «normal») de Francisco Javier Sánchez, «Javi» para los parroquianos, párroco de la comunidad desde hace dos décadas y muy conocido por su trabajo con los presos en la cárcel de Navalcarnero.
Un nutrido grupo de miembros de la comunidad parroquial, entre ellos la práctica totalidad del Consejo Pastoral (destituido por el obispo el pasado 23 de agosto) se ha rebelado contra una decisión que califican de «arbitraria» y que se ha materializado esta misma semana, con la entrada de los nuevos párrocos, mientras Javi se encuentra de vacaciones hasta el 14 de septiembre. Unas vacaciones conocidas por la diócesis y que han servido, según la comunidad parroquial, para que el obispo entrara el pasado 31 de agosto para entregar las llaves y los poderes a los nuevos responsables.
Los parroquianos han lanzado una campaña en Change.org, en la que denuncian «la imposición personal de una sola persona, por muy Obispo que sea», y recuerdan que Joaquín María López es el obispo «que ha sido denunciado ante la fiscalía por incitar al odio homófobo», y que «lleva años intentado despedir a Javi». Según denuncian, a primeros de junio, le llamó a capitulo y le dijo: «El día 1 de septiembre me das las llaves de la parroquia y ya está […] Quiero llevar a cabo una reforma doctrinal y litúrgica y para eso tú tienes que salir de ahí, llevo años diciéndotelo y ahora soy yo el que decido».
Ante esta situación, el consejo pastoral «se reunió inmediatamente y pidió cita al Obispo, el cual nos dijo que su decisión era «irrevocable y que era la última Parroquia que le quedaba por cambiar» , sin importarle que en apenas una semana le presentáramos por escrito 120 folios con 3.600 firmas en contra de su decisión».
El nuevo párroco, Francisco Lerdo, según denuncian los miembros de la comunidad, «ha entrado a hurtadillas en la iglesia con las llaves del Obispado y ni siquiera se ha puesto en contacto con Javi ni con nadie del Consejo Pastoral». Un Consejo Pastoral que, desde el 23 de agosto, ya no existe, pues ha sido cesado por el obispo de Getafe.
¿Por qué este cese? «Javi no es un cura al uso, no viste de sotana ni usa el lenguaje eclesial ni tampoco impone reglas estrictas, ni ordena ni chilla, aunque sí puedes contar con su ayuda seas quien seas, hagas lo que hagas y pienses lo que pienses. Todo el mundo le conoce cuando pasea por el barrio, y, lo que es más importante, él conoce a todos los que pasan dificultades reales: familias sin empleo, delincuentes, presos, discapacitados, etc. y todos tienen su ayuda«, apuntan desde la parroquia.
«Es el ideal del Papa actual, pero parece que esto molesta al obispo, cuya línea dura e intransigente nos retrotrae a otros tiempos, y que lleva años intentando despedir a Javi de la parroquia para quitarle el cariño de los suyos que él no consigue obtener», denuncian.
La toma de posesión del nuevo equipo tendrá lugar el próximo 11 de septiembre, mientras Javi se encuentra en Lanzarote en un trabajo pastoral, que lleva realizando años y que le retendrá en las islas hasta el 14 de septiembre.
El pasado 31 de agosto, el obispo acudió a la parroquia con el nuevo equipo para presidir la misa, «después de 12 años sin pisarla», aseguran desde la comunidad. El nuevo párroco, Francisco Lerdo, y Boris, un joven diácono que se ordenará el 12 de octubre y que estará incardinado en la Sagrada Familia de Fuenlabrada. Según las últimas órdenes, Javi continuará en la parroquia, pero sin una función específica, aunque podrá mantener su trabajo en la cárcel de Navalcarnero.
Por su parte, el canciller del Obispado de Getafe, Francisco Armenteros, apunta a RD que el cambio de párroco «es un cambio de los muchos que se dan cada año, pues en el origen no hay más problema», y asegura que «de los veinte cambios de párrocos al año, en ningún caso se ha organizado ningún revuelo. Lo que aquí ha resultado llamativo es el revuelo, y el tono sorprendente, diciendo cosas muy feas del obispo».
Para Armenteros, los críticos con la decisión «son muy pocos, porque otros feligreses no ha organizado nada, al contrario». En cuanto al sacerdote «despedido», el canciller de la diócesis -y responsable de Comunicación- asegura que «sigue como capellán de la cárcel, y seguirá en la parroquia con sus actividades de familiares de presos, la catequesis, la Cáritas… Todo sigue normal, Javi seguirá colaborando».
¿Y qué opina el afectado? En un reciente artículo publicado en Religión Digital, Francisco Javier Sánchez asegura que «me sentí humillado, maltratado y vapuleado, quizás como se sienten muchos trabajadores de cualquier empresa, con la diferencia es que mi empresa se llama Iglesia, comunidad, y el que me lo estaba diciendo no era el jefe de personal de la empresa, sino supuestamente mi pastor».
«Está en juego no el echar a un cura de su parroquia, sino el demostrar si la Iglesia es o no evangélica, y si el obispo se cree lo del servicio como pastor o lo que hace es lo que todos los jefes «oprimir, tiranizar», sin importarle el daño que puede estar haciendo», culmina.