A pesar de que fue pensada como conmemoración de los mártires de la causa indígena, uno no pudo dejar de pensar en las víctimas del imperialismo occidental moderno
(Cameron Doody).- Emotivo e inspirador. Ese fue el ambiente que se respiraba en la noche del pasado sábado en la Iglesia de San Antón durante la interpretación de la «Cantata Tierra Sin Males» de Pedro Casaldáliga, ofrecida por la Coral de la Capilla Clásica San José y la Coral de San Leonardo, bajo la batuta de Jesús César Barriales.
Todo este mes de octubre Mensajeros de la Paz, la ONG del Padre Ángel, junto con la Fundación Tierra Sin Males, ha venido ofreciendo en la «iglesia 24 horas» de Madrid un homenaje al «profeta de la Amazonía», para concienciar sobre el mensaje de lucha a favor de los más necesitados con el que ambos se han comprometido.
Y es que los versos de la Cantata escritos por Casaldáliga, unidos a la música de Martín Coplas, fueron el complemento perfecto de la exposición fotográfica de Joan Guerrero, Los ojos de los pobres, que sigue adornando el espacio. Las líneas de denuncia profética del obispo y los ritmos insistentes del músico llegaron directamente al espíritu de un entusiasmado público tan numeroso que apenas cabía en los bancos del templo.
Mientras la música nos regalaba los oídos, no faltó un estímulo para los ojos. Unas expresivas ilustraciones de Maximino Cerezo fueron proyectadas en pantallas situadas en cada rincón del templo, lo cual hizo que pareciera urgir aún más el reclamo de la Tierra de Amerindia y sus habitantes por la justicia y el respeto.
La Misa de Tierra Sin Males, aunque fuera escrita en 1978, no ha perdido un ápice de su actualidad y relevancia. A pesar de que fue pensada como conmemoración de los mártires de la causa indígena -quienes hoy siguen careciendo del resarcimiento material y espiritual que tanto merecen- uno no pudo dejar de pensar en las otras -innumerables- víctimas del imperialismo occidental moderno, entre ellas las de Oriente Medio. ¡Memoria, remordimiento, compromiso!
Tanta fue la conmoción que sentimos los asistentes experimentando el espectáculo que al terminar el Canto Final quedamos con ganas de más. Entre los aplausos y palmas del público las dos Corales y la banda que las acompañó arrancaron con un bis de esta última parte de la Cantata, con sus estrofas interrogantes e inquietantes resonando y retando: ¡Los Pobres de esta Tierra / queremos inventar / esa Tierra-sin-males / que mañana vendrá!
Saliendo del templo después de la actuación recibimos la prueba de que semejante Resurrección de los Pobres ya está en marcha. ¿Qué mejor manera de saber que el espíritu liberador de Dios sigue haciéndose efectivo que en el olor a puchero que salía de la cocina de Mensajeros en el portal de la Iglesia? Refugio, reparación, protección de la dignidad de todos… mientras oímos cantar de estas promesas había los que seguían poniéndolas en práctica. Casaldáliga habría estado completamente de acuerdo.