Concédenos ser testigos valientes y humildes, de esperanza para todos y, en particular, para nuestros hermanos más deprimidos y necesidades
(J. B./Ep).- Fiesta de La Mercè, patrona de la ciudad de Barcelona. En la basílica de su nombre, el cardenal Juan José Omella logró reunir a los líderes de todas las tendencias (a excepción de la alcaldesa, Ada Colau), lo que ya es un logro en este «tiempo de incertidumbre«, como él mismo lo definió.
En su homilía, a pocos días del aniversario del 1-O, el cardenal de Barcelona llamó a evitar «la división, la confrontación y la imposición de nuestras formas de ver y construir el mundo».
Al tiempo, Omella (quien estuvo acompañado por el cardenal Sistach) clamó por favorecer todo lo que permita vivir en comunión, respeto y paz. Ante la copatrona de Barcelona, el purpurado pidió «paz y tranquilidad para nuestro mundo y, en especial, para nuestro país«.
A la ceremonia han asistido, entre otros, el presidente del Govern, Quim Torra; el Inspector General del Ejército, Fernando Aznar Ladrón de Guevara, y la subdelegada del Gobierno en Barcelona, Montserrat García Llovera. También han acudido los líderes de los grupos municipales del PDeCAT, Xavier Trias; Cs, Carina Mejías, ERC, Alfred Bosch; PSC, Jaume Collboni, y PP, Alberto Fernández, y otros concejales y personalidades –como el exconseller Germà Gordó–, que después de la misa acudieron a participar en una comitiva popular en el Ayuntamiento, a la que sí asistió Colau.
«En este tiempo de incertidumbre que nos toca vivir, sé tú quien anime y agrande nuestra alegría y nuestra ternura. Acoge todas nuestras súplicas, para que podamos llevar una vida en paz y tranquilidad», pidió Omella a Santa Maria de la Mercè.
El cardenal de Barcelona, que también ha recordado el 800 aniversario de la Orden de la Merced, invitó a confiar «en el Señor y no en los dioses y señores de la tierra, seres de barro que no pueden salvar. Sin Dios no hay futuro, no hay esperanza, no hay misericordia ni ternura«.
«Concédenos ser testigos valientes y humildes, de esperanza para todos y, en particular, para nuestros hermanos más deprimidos y necesidades», culminó el purpurado.