Al menos 14 personas fueron asesinadas el pasado 1 de diciembre de 2019 en un ataque contra una iglesia protestante del este de Burkina Faso durante la celebración dominical, según informaron fuentes de seguridad.
La identidad de los atacantes aún no está clara, pero este año la insurgencia islamista en ese país africano ha encendido las tensiones étnicas y religiosas. La violencia es especialmente grave en toda la región del norte, fronteriza con el convulso Mali, donde se libra una cruenta batalla contra los islamistas, en la que participa el ejército francés.
El ataque tuvo lugar por la tarde en Hantoukoura, un pueblo situado en la provincia de Komandjari, cuando un grupo de hombres armados no identificados irrumpieron y dispararon a los fieles que se encontraban reunidos en el templo.
Según esas mismas fuentes, los asaltantes ejecutaron fríamente a los civiles, incluyendo al pastor de la iglesia. «Los niños no se han salvado», añadieron.
En su comunicado, el gobernador aseguró que «las fuerzas de defensa y de seguridad han lanzado una operación para socorrer a las personas heridas y han emprendido un rastreo de la zona». No es la primera vez que una iglesia es atacada por terroristas en Burkina Faso.
El 23 de abril un pastor fue asesinado en región del Sahel (norte) y cinco días más tarde Burkina Faso sufrió el primer ataque a una iglesia, cuando seis personas fueron asesinadas por un grupo de hombres armados que atacaron una iglesia protestante también en la región del Sahel.
En mayo dos iglesias católicas fueron atacadas y cuatro católicos fueron asesinados cuando portaban una estatua de la Virgen María en una procesión en la Región Centro-Norte.
El terrorismo en Burkina Faso comenzó en abril de 2015, cuando miembros de un grupo afiliado a la red de Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano en una mina de manganeso Tambao, en el norte del país, que aún sigue desaparecido.
Desde entonces ha ido en aumento el número de ataques atribuidos a grupos afiliados a Al Qaeda y al Estado Islámico (EI).
