Ni jurídica ni canónicamente la diócesis de Getafe puede hacer más, pues los supuestos hechos se produjeron en Italia, bajo la jurisprudencia de otro obispo, y no hay causa judicial abierta en España.
(Jesús Bastante).- Un nuevo escándalo por abusos sexuales salpica a un sacerdote español. José Poveda Sánchez, en la actualidad capellán de la residencia ancianos de la Comunidad de Madrid «Santiago Rusiñol» en Aranjuez, cuyo caso está siendo investigado por la Justicia italiana por un presunto abuso de al menos cuatro niños de 11 años en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima de Aranova (Roma).
La noticia ha caído como un jarro de agua fría en la diócesis de Getafe, que en 2005 acogió al sacerdote, de 50 años de edad, por indicación del obispo Gino Reali, quien adujo en una carta al prelado getafense, Joaquín López de Andújar, razones personales para su traslado a España. «Para cuidar de su madre enferma«, aseguran desde la diócesis, que añaden que en 2009 recibieron otra carta del prelado italiano en la que, esta vez sí, se anunciaba que se había abierto una investigación judicial contra él en Italia.
«En ese momento -apunta a RD el vicario general de la diócesis, José María Avendaño-, hablamos con él y le retiramos de cualquier actividad pastoral con menores por precaución, enviándole de capellán a la residencia«. Desde entonces, el sacerdote, que «en todo momento se ha mostrado colaborador», está siguiendo una terapia psicológica para tratar cuestiones de afectividad, y se le ha puesto un director espiritual.
Así se explica en la nota de prensa que acaba de enviar el Obispado de Getafe, y en la que se indica que
El 4 de Marzo de 2009 recibimos de la diócesis de Porto Santa Rufina un Decreto de su Obispo, D. Gino Reali, en el que, a tenor del canon 1319 se le imponían a D. José Poveda una serie de penas expiatorias y de medidas disciplinares.
Estas eran, entre otras:
• Prohibición de realizar cualquier actividad ministerial distinta de la atención pastoral a personas mayores.
• Seguir un proceso de atención psiquiátrica bajo la guía de un profesional.
• Llevar una seria dirección espiritual.Estas medidas fueron comunicadas, con acuse de recibo, al interesado y han sido cumplidas estrictamente hasta la fecha bajo la vigilancia de un sacerdote designado por el Obispo.
El sacerdote, al que hoy ha sido imposible localizar en la residencia, se mostró «arrepentido», según fuentes diocesanas, que añaden que no ha reconocido en su totalidad los hechos de que se le acusan, pero sí que mantuvo algún tipo de relación vía mensajes o comunicaciones con algunos de estos menores fuera del ámbito parroquial. Desde que se conoció la noticia, se ha vigilado especialmente a Poveda, de modo que la diócesis puede asegurar que en todo este tiempo no ha habido ningún caso «ni remotamente similar» a los abusos que están siendo investigados en Italia.
Ni jurídica ni canónicamente la diócesis de Getafe puede hacer más, pues los supuestos hechos se produjeron en Italia, bajo la jurisprudencia de otro obispo, y no hay causa judicial abierta en España. No obstante, los responsables de la diócesis se mostraron dispuestos a colaborar «en todo lo que sea posible» con la Justicia. «En este tipo de casos, no vale con la asistencia espiritual», añadieron desde la diócesis de Getafe.
Cuando fue trasladado a Getafe, Poveda fue destinado sin cargo pastoral a Belmonte de Cuenca, su pueblo natal, y en 2007 se le nombró párroco en Valdelaguna y un año más tarde en Belmonte de Tajo, dos localidades de la sierra norte madrileña. El sacerdote, que hoy tiene 50 años, fue párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Aranova, durante tres años. Antes lo había sido en Cerveteri y Maccarese. En 2005, algunas familias de Aranova contaron al alcalde que había abusado de sus hijos.
El alcalde se lo dijo al obispo, y este lo trasladó a Getafe. Las declaraciones de las víctimas de Poveda Sánchez a la policía son escalofriantes. Una de ellas cuenta: «Mientras veía la película, don José empezó a tocarme las partes íntimas, me hizo bajarme los pantalones del chándal, me agarró el pene y empezó a masturbarme«.
Fuentes policiales italianas explican que Poveda «pactó con el obispo Reali su regreso a España para escapar de las acusaciones». Cuando actuó la justicia civil, tres años más tarde, Reali confirmó a la fiscalía que conocía desde años atrás el «comportamiento anómalo» tanto de Poveda como de Ruggero Conti, otro cura de su diócesis detenido por abusar durante 30 años de al menos 11 menores.
La causa penal contra Poveda, abierta en 2009, surge en paralelo al proceso contra Conti, que hoy se encuentra en la undécima sesión del juicio oral. El fiscal Scavo acusó al cura español de «violencia sexual continuada y agravada contra menores y posesión de material pornográfico», y trasladó el sumario a Civitavecchia, que tiene la jurisdicción sobre Aranova.
Los alcaldes de los pueblos madrileños donde trabajó Poveda entre 2007 y 2008 afirman también que nunca observaron nada raro en el cura, según cuenta en su edición de hoy El País. «Le conocí muy poco, creo que llegó en 2008 y enseguida se puso de baja por enfermedad», afirma Ana María Pinós, alcaldesa de Belmonte de Tajo. «No llegó ni a vivir aquí. Sé que venía de Roma, que llevaba la parroquia de Valdelaguna y luego le adjudicaron Belmonte. Aquí estuvo casi de paso, aunque la gente estaba contenta con él», añade Pinós, que confirma que en efecto su madre estaba «muy enferma».
El regidor de Valdelaguna, Luis Miguel Oreja, afirma que él tampoco tuvo problemas con Poveda ni conoció su pasado. «Estuvo aquí poco menos de un año, y luego se dio de baja por enfermedad y no le vimos más. Tenía una casa aquí pero creo que ni llegó a vivir. No entablamos amistad ni hubo cosas raras«.
Por su parte, en la residencia nadie tenía conocimiento de los casos de abusos. El sacerdote estaba ilocalizable, y el director de la residencia, de vacaciones. «Estamos sorprendidos», acertó a decir una responsable del centro Santiago Rusiñol de Aranjuez.