El Evangelio siempre coloca a los pobres en su corazón. Dios nos tiene a todos en su corazón. Y queremos transmitir el Evangelio desde la sintonía con el corazón de Dios
(Jesús Bastante).- «La Iglesia tiene que ser una casa de puertas abiertas». Ricardo Blázquez compareció minutos después de su elección como presidente de la Conferencia Episcopal. Una elección abrumadora (60 votos), que refleja un cambio de estilo, una intención de «testificar con amabilidad el amor de Dios«. Pocos minutos después, otra grata noticia: Carlos Osoro, arzobispo de valencia será vicepresidente, elegido en primera votación con 46 votos.
El arzobispo de Valladolid compareció sereno y alegre, de modo completamente distinto a lo sucedido hace seis años, cuando fue sorpresivamente elegido frente a Rouco Varela. Un Rouco al que Blázquez quiso homenajear, destacando «el servicio muy largo» ofrecido a la Iglesia española. Blázquez recordó su amistad con el cardenal de Madrid desde los tiempos de Salamanca, y cómo empezó su recorrido episcopal como auxiliar suyo en Compostela.
Al tiempo, quiso mostrar «la comunión cordial, afectiva y efectiva con el papa Francisco», quien «tiene la gracia de abatir las barreras que pueden crearse entre nosotros». «Con él -continuó Blázquez- se pueden decir las palabras directamente, sin recovecos. Él muestra un rostro espontáneo y cercano».
«Mañana se cumple un año de la elección de Francisco como obispo de Roma después de la renuncia, totalmente libre, que ante Dios había realizado Benedicto XVI», subrayó el nuevo presidente, quien constató que «los dos nos están dando un ejemplo de eclesialidad, de fe cristiana, de colocarnos todos al servicio de la comunidad cristiana y de los demás».
«El Papa es un regalo de Dios a la Iglesia», incidió Blázquez, quien subrayó cómo «Francisco desde el principio ha manifestado cómo el amor de Dios se tiene que testificar con amabilidad», mostrando «la dimensión humana del Evangelio, que aparece con especial nitidez en la situaciones de mayor postración que podemos tener las personas: enfermos, a veces con el rostro desfigurado, necesitados, con indigencias de muchas formas…. «.
En el turno de preguntas, el arzobispo de Valladolid se mostró conciliador con su antecesor, aunque sí dejó claro que «yo no tengo programa. Entre todos lo diseñaremos para entre todos recorrerlo«. Una clara muestra de colegialidad. Si reconoció que «todos tenemos nuestra personalidad. La imitación de el proceder de las formas de actuar de otras personas, es la suya, que conscientemente ha llevado a cabo. El estilo es el hombre».
Sí hizo especial hincapié en que «nuestra sociedad, todos nosotros, necesitamos que diariamente se nos anuncie el Evangelio. Necesitamos todos profundizar en las raíces de la esperanza. Hay motivos para la esperanza, aunque en muchos momentos nos sintamos abrumados por las dificultades e incertidumbres».
«Hay motivos desde el mensaje cristiano y desde las cosas que acontecen en nuestro entorno y en la Iglesia», subrayó, incidiendo en que «hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y llevamos una querencia profunda de Dios. Dios es una realidad inolvidable para las personas. Durante algún tiempo podemos desplazarlo o darle la espalda, relegarlo a vía muerta, pero a lo largo de la vida van surgiendo las interrogaciones. Nos viene muy bien a las personas creer en Dios. No es lo mismo la fe que la increencia».
La prioridad, el Evangelio. «El Evangelio siempre coloca a los pobres en su corazón. Dios nos tiene a todos en su corazón. Y queremos transmitir el Evangelio desde la sintonía con el corazón de Dios». Y por eso, «que sepan todos que la Iglesia es una casa con puertas abiertas, y especialmente a los que más lo necesitan».
«Tenemos que evangelizar en nuestro tiempo. Desde la evangelización derivan luces para la vida en sociedad, para el respeto de la vida en todo su trayecto, no sólo en el comienzo y en el final, también en niños de la calle, en niños soldados, y otras formas. En el Evangelio aprendemos a adorar a Dios y a servir a los demás», concluyó.
Blázquez fue presentado por José María Gil Tamayo. «Es muy conocido, y ha sido elegido hace un momento, con 60 votos en primera votación«, recalcó. Tamayo recordó que el arzobispo de Valladolid ya fue presidente entre 2005 y 2008. «Es un teólogo de fama internacional, que ha participado en varios sínodos», apuntó, realizando un breve repaso biográfico del nuevo presidente de la CEE.
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