Si el Papa Francisco es la primavera de la Iglesia, los salesianos son su dinámico verano
(Lucía L. Alonso, enviada especial a Tamil Nadu).- Mara Gostinicchi es voluntaria. Con sólo cuarenta y cuatro años, ésta es la quinta vez que vuela a Chennai para recorrer, con los salesianos del Sur del país que adora, todos sus proyectos. Como la literaria trotaconventos, se mueve de comunidad en comunidad practicando un inglés que nunca deja de ser italiano, por la efusividad con que lo paladea, por la fuerza con la que a través de él expresa palabras que hacen reír.
Como si Mara fuese un cupido, con su carcaj de carcajadas, un ángel blanco que fuera enamorando a la gente india a su paso, en vez de simplemente una voluntaria, que es lo que intenta hacer a todos creer que es.
Apis es mucho más que una asociación de esas con programas de voluntariado. «No es sólo mandar dinero a un lugar lejano», cuenta Mara. Fundada en 1997 por diez italianos, la Associazione Pro India del Sud fue fruto de dos amores. Primero, el que se profesaban la francesa Antoinette Pasquer y su esposo Domenico Catarinella hasta la muerte de ambos; después, el amor por India que compartieron desde que la conocieron como turistas. Coincidieron con Fr. Tarcisius -salesiano ya también fallecido- y ahí empezó todo. Lo primero que comprarom fueron dos ambulancias.
Fue en 2001 cuando la vida de Mara cambió. Vino por primera vez de voluntaria a pasar las navidades en una leprosería que dirigían los salesianos. Fue para ella un monzón. » Un shock», dice. Un regalo. A su regreso a Roma, decidió abandonar su oficina y estudiar de nuevo: se especializó en ayudar a los demás.
El tiempo pasó y ahora Apis tiene una nueva directora, Federica Annibale, y una larga lista de proyectos realizados en beneficio de los salesianos del sur indio: asistencia sanitaria para los niños de Perambur, un pozo para el área rural de Alangulam, maquinaria para cursos de costura profesional en Bagalur, la restauración de un orfanato, un sistema de irrigación para un instituto agrario en Sagayathottam…
Mara, por su parte, ahora es trabajadora social y ya conoce incluso a las familias de los salesianos de Tamil Nadu. Son amigos. Sigue recaudando dinero gratuitamente para enviar a sus obras. Trota, también, por toda Italia, de Bolonia a Nápoles. Porque aún hace falta renovar los baños de muchos orfanatos, los pupitres de muchas escuelas. Los seguidores del sol necesitan placas solares para la sostenibilidad de sus centros de reinserción de jóvenes expresidiarios.
«India a cada momento cambia mi vida», confiesa la italiana. Y pone una canción para dar a entender lo que no puede explicar con palabras. Porque «India alarga la vida», como cantar. «Al descubrirla me sentí la persona más importante, tras haberme sentido muchas veces la última». Thank you Providence, thank you clarity.
El nervio de la generosidad de Mara hace que nunca pueda estarse quieta. Ya sea en los núcleos de población rural de Tirukalukundram, cuya construcción y cuyo mantenimiento del bienestar realizan los salesianos de Tamil Nadu, ya sea en el orfanato (Don Bosco Anbu Illam. Home away from home) y el centro de Formación Profesional (ITI Don Bosco for street and working children) que comparten cuidados y espacio con el seminario de los salesianos en Kavarapettai (Becchi Don Bosco Theological Centre, actuamente habitado por sesenta futuros sacerdotes), un niño siempre la detiene.
Es como si los salesianos contagiaran a las personas que los visitan su necesidad de estar siempre pendientes de los más jóvenes. Cuando no acepta un café y unas galletas ofrecidos por un matrimonio hindú en la entrada de un hut de Karanodai junto al Fr. Johnson Antony -es éste otro proyecto salesiano-, es ella la que prepara la comida para toda la comunidad. Y cuando dice toda se refiere al mismo padre regional, pero también al muchacho que ayuda a fregar los platos para empezar al año siguiente sus estudios con los salesianos.
Mara habla mucho, pero siempre su habla está volcada en la escucha del otro. Contenta cada día, hace feliz con nada (una broma, una canción, una crostata). Porque lo cotidiano basta para celebrar todo lo que existe. Católica practicante, caldea sin gestos prestados, con la grave naturalidad de su voz, el ánimo de estos salesianos del sur indio, seguidores de sol. Porque, si el Papa Francisco es la primavera de la Iglesia, los salesianos son su dinámico verano. Sobre todo aquí en la India, donde hace calor todo el año. Donde todos los días son sagrados.
Ante la dolorida honestidad de los pobres, ante sus casas, que para la mirada europea son del tamaño de un gallinero, Mara no desespera, sino que se pone del lado de la vida.
La solidaridad es su horizonte vital. Apura la noche con llamadas internacionales, buscando promesas de donaciones. Estos bambini necesitan ordenadores nuevos. Se acuesta agotada pero con su interior repleto de compañías: Mara nunca estará sola mientras este pueblo honesto y sufrido tenga memoria. Al día siguiente despierta con una sonrisa nueva. Hoy toca lasaña.
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Para ayudar a APIS: dos cuentas bancarias
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