Los numerosos testimonios de presuntos milagros hechos en vida por Juan Pablo II no tienen valor para la beatifición y sólo lo tendrán los que aparezcan a partir de su muerte
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Cada vez aparecen más «milagrados» del Papa Wojtyla. Y es que Juan Pablo II ejerció durante su largo pontificado una amplia, aunque casi secreta, actividad taumatúrgica. Milagros en vida que empiezan a salir a la luz pública, por los testimonios que se acumulan en la causa de beatificación y en libros de vaticanistas como Andrea Tornielli («Santo subito») o el polaco Pawel Zuchniewicz («Miracles of John Paul II»).
Hace pocos días, el cardenal Stanislaw Dziwisz, que fue su secretario durante años, admitió que el Papa hizo muchos milagros en vida: «No podíamos hablar de ello, nos estaba prohibido, pero ahora que está muerto, hay muchas cosas que se están registrando y documentando», declaró Dziwisz, actual arzobispo de Cracovia.
Ahora bien, para ser beato es necesario que se haya demostrado su intercesión en un milagro, pero sólo después de muerto. De este modo, los numerosos testimonios de presuntos milagros hechos en vida por Juan Pablo II no tienen valor para ese expediente y sólo lo tendrán los que aparezcan a partir de su muerte.
A este ambiente se ha unido, por ejemplo, el cardenal Francesco Marchisano que ayer, durante una misa en San Pedro, dijo que una caricia de Juan Pablo II en su cuello le hizo volver a hablar. Marchisano había sido operado en la carótida y un error de los médicos le había dejado con las cuerdas vocales maltrechas y con un hilo de voz, problema resuelto después de que Wojtyla le acariciara la garganta y le dijera que rezaría por él.
El cardenal celebró misa junto al histórico secretario del Papa, el arzobispo polaco Stanislao Dziwisz, que hoy aparece en «La Stampa» con el relato de la curación de un estadounidense, que padecía un tumor en el cerebro y que sanó después de una misa privada con el Papa, que le dio la comunión a pesar de ser de religión hebrea.
En diversos medios se han mencionado otros milagros realizados por Juan Pablo como la curación de una señora ciega que recuperó la vista después de ser tocada por el Papa y la sanación de un joven de México que tenía un tumor y que se curó tras ser besado por el Pontífice.
Es cierto que la publicación en un informe de estos y otros casos tendrá el valor de ser un homenaje al Papa polaco y contribuirá a darle aún más «fama de santidad» que siempre es importante en el inicio de un proceso de beatificación.
Una vez beatificado se puede abrir la causa de canonización, que lleva a la condición de santo, para lo cual es necesario un segundo milagro, que ha de ocurrir después de ser proclamado beato.