El mundo nos mira, nos exhorta a colaborar entre nosotros y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Nos pide respuestas y compromisos compartidos sobre varios temas
(C. Doody/Aica).- El Papa Francisco ha lanzado este sábado dos nuevas salvas contra la «crisis económica, ecológica y, no última, de la esperanza». En primer lugar, una sentida advertencia a la Expo 2017 de Astana, Kazajstán, de que «nuestra dignidad misma está en juego» en la forma en la que utilizamos los recursos energéticos que hemos heredado. Y segundo, una ferviente llamada a los líderes religiosos coreanos a «abrir, favorecer y acompañar procesos de bien y de reconciliación para todos».
«Si utilizamos la energía de manera solidaria y sostenible, estamos cumpliendo bien la tarea que nos encomendó Dios, de cuidar el planeta. De lo contrario, no. Nuestra dignidad misma está en juego; la justicia y la paz están en juego«. Lo escribió el Santo Padre en el mensaje, enviado este 2 de septiembre, con motivo del «Día de la Santa Sede» («National Day») en la Expo 2017 de Astana (Kazajstán). El mensaje del Papa fue leído en la Exposición por monseñor Tomasz B. Peta, arzobispo de María Santísima de Astana, ante la presencia de Kassym Jomart Tokayev, presidente del Senado de Kazakstán.
La delegación de la Santa Sede está presidida por el cardenal Peter Turkson, prefecto del dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano, acompañado por el nuncio apostólico en Kazakstán, monseñor Francis A. Chullikatt, por algunos miembros de la Iglesia local y otros miembros del dicasterio.
El tema de la Expo es «Energía del Futuro», y en ella la Santa Sede participa con un pabellón titulado «Energía para el Bien Común: El cuidado de nuestra Casa Común».
En una rueda de prensa el cardenal Turkson y el director de Cáritas Almaty, Guido Trezzani, presentaron «un proyecto ligado al uso sostenible de la energía y la integración social, en particular de niños huérfanos y discapacitados, que estará a cargo de la Iglesia Católica en Kazakstán».
El último acto de la Santa Sede en la Expo 2017 será la conferencia «Energía para nuestra Casa Común», que se realizará el 3 de septiembre en la Nazarbayev University, con el objetivo de «profundizar en diversos aspectos del uso de la energía en el futuro próximo al interior de una reflexión más amplia sobre el desarrollo integral de la persona», indica el texto.
La Expo Astana 2017 busca ser un ámbito de reflexión respecto a la importancia de caminar hacia un sistema energético mundial basado en energías renovables. Se realiza en el país centroasiático hasta el 10 de septiembre.
Texto completo del mensaje del Papa
Señor cardenal, queridos hermanos obispos, estimadas autoridades, hermanos y hermanas,
Dirijo un cordial saludo a cuantos participan en el National Day de la Santa Sede en la Expo 2017 de Astana, extendiéndolo a todos los que de diversas maneras han contribuido a la preparación y al desarrollo de este evento, así como a sus numerosos visitantes.
Me alegra que Kazajstán acoja la Exposición Internacional dedicada al tema «Energía Futura» (Future Energy). Es muy importante reflexionar con seriedad y responsabilidad sobre las formas en que, en los próximos años, la humanidad utilizará, también a través de tecnologías nuevas e innovadoras, los recursos energéticos que ha recibido en don, en herencia común.
Todos somos conscientes de ello: de esas formas dependen tanto la salud del planeta como el bienestar de nuestras sociedades; un bienestar que debe entenderse de manera integral, no sólo como prosperidad económica o capacidad de consumo. Debemos, más bien, asegurarnos de que la energía se ponga al servicio de lo que nos hace mejores, de lo que hace florecer y fructificar nuestra humanidad que, por su naturaleza, lleva a la relación, a los demás, a la solidaridad, al amor.
Los recursos energéticos, por lo tanto, no deben ser dejados a merced de la especulación o convertirse en fuente de conflicto. Para ello necesitamos un diálogo amplio y sincero, a todos los niveles, en los diferentes sectores de nuestras sociedades. «Energía Futura» no es una tarea sólo para investigadores, tecnólogos o inversionistas: interpela también al mundo de la cultura, de la política, de la educación y de la religión.
Al dirigirme a ustedes, que se encuentran en Kazajstán, no puedo por menos que pensar en la costumbre de diálogo y concertación entre las religiones que se está afirmando en ese país tan rico étnica, cultural y espiritualmente. Espero vivamente que las diversas religiones participen en este diálogo, y en este sentido me gustaría recordar lo que dije en la encíclica Laudato si’: «Los textos religiosos clásicos pueden ofrecer un significado para todas las épocas, tienen una fuerza motivadora que abre siempre nuevos horizontes […]. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos» (n. 199). Por eso, es importante que cada uno descubra, en su fe, los motivos y los principios que hacen posible o, de todas formas, favorecen el compromiso, el coraje para mejorar y perseverar, la convivencia y la hermandad.
La manera en que utilizamos los recursos energéticos es un indicador de cómo estamos llevando a cabo la tarea que -de acuerdo con muchas tradiciones religiosas- Dios nos ha confiado para cuidar el planeta en el que vivimos y a nuestros hermanos en humanidad, lejanos o cercanos en el espacio y en el tiempo. Si utilizamos la energía de manera solidaria y sostenible, estamos cumpliendo bien esta tarea. De lo contrario, no. Nuestra dignidad misma está en juego; la justicia y la paz están en juego. Esta conciencia es la que la Santa Sede ha querido destacar con su propio pabellón en la Expo de Astana, titulado: «Energía para el bien común: Cuidar de nuestro hogar común» (Energy for the common good: Caring for our common home).
Dios Creador Todopoderoso nos ayude a conseguir de la Expo 2017 enseñanzas e inspiraciones que duren mucho tiempo y bendiga nuestro compromiso común para alcanzarlas.
El Papa se reúne con líderes religiosos coreanos
Por otro lado, el Papa ha recibido la mañana de este sábado al Consejo Coreano de Líderes Religiosos, que llegaron a Roma en peregrinación interreligiosa.
«A los líderes religiosos se les pide abrir, favorecer y acompañar procesos de bien y de reconciliación para todos: estamos llamados a ser pregoneros de paz, anunciando y encarnando un estilo no violento, un estilo de paz, con palabras que se diferencian de la narrativa del miedo y con gestos que se oponen a la retórica del odio», recordó el pontífice en la audiencia.
Con su cordial bienvenida, el Papa reiteró la exhortación que pronunció en Seúl en su encuentro con los líderes religiosos en 2014: «La vida es un camino, un camino largo, que no se puede recorrer solos. Hay que caminar con los hermanos a la presencia de Dios». «¡Y es lo que se está cumpliendo hoy aquí, otro trecho de camino juntos!», afirmó Francisco.
Afianzada en «el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica no se cansa de encaminarse por los senderos, a veces no fáciles, del diálogo y de promover en particular el diálogo con los seguidores de otras religiones», recordó el Santo Padre, haciendo hincapié en que el diálogo interreligioso debe ser abierto y en el respeto del derecho a la vida, a la integridad física y a las libertades fundamentales, como la de conciencia, religión, pensamiento y expresión, que sientan las bases para construir la paz, por la cual cada uno de nosotros está llamado a orar y a trabajar:
«El mundo nos mira, nos exhorta a colaborar entre nosotros y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Nos pide respuestas y compromisos compartidos sobre varios temas, la sagrada dignidad de la persona, el hambre y la pobreza que aún afligen a demasiadas poblaciones, el rechazo de la violencia, en particular aquella perpetrada profanando el nombre de Dios y deshonrando la religiosidad humana, la corrupción que alimenta injusticias, la degradación moral, la crisis de la familia, de la economía, ecológica y, no última, de la esperanza».
En su exhortación, el Papa reiteró la importancia de la humildad y de la constancia para sembrar la esperanza de un futuro en el cual ayudar al hombre a ser más humano, en el cual se escuche el grito de los muchos que repudian la guerra e imploran mayor armonía entre las personas, las comunidades, los pueblos y los Estados:
«Queridos amigos, que este encuentro nos confirme en nuestro camino», deseó el Papa, concluyendo su discurso con el entrañable recuerdo de su peregrinación a la bella tierra de Corea y asegurando que no cesa de rezar por el amado pueblo coreano y de pedirle a Dios «el don de la paz y de la reconciliación fraterna», concluyó.