José Sámano (El País): "Mourinho fue más Mourinho que nunca"
El F.C. Barcelona salió nuevamente victorioso del Santiago Bernabéu (1-2) en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey, donde los goles de Puyol y Abidal remontaron el que marcó Cristiano Ronaldo a los diez minutos de partido, momento en el que los blancos desaparecieron del campo debido a su exacerbada obsesión defensiva, además de por el fútbol brillante de los blaugrana, quienes han cogido gusto al campo del eterno rival.
Da igual que camino coja el Real Madrid si enfrente está el Barça. Noveno partido en nueve meses y sexto triunfo culé.
La propuesta de Mourinho no dejaba dudas. La jaula ideada por el portugués para frenar la construcción culé era evidente. Poco talento y mucho músculo. Eso era el Real Madrid, el gigante con pies de barro que trataba de acumular gente para ganar el partido a la contra. Y de primeras salió bien. Cristiano Ronaldo tardó apenas 11 minutos en inaugurar la cuenta. El ‘7’ aprovechó un gran pase de Benzema para batir a Pinto por debajo de las piernas.
A partir de ahí, dominio absoluto del Barça que se plasmó en varios avisos, tocando madera incluso uno de Alexis, que mandó el balón al larguero. Luego Messi. El argentino lanzó con peligro y Casillas pudo detener su lanzamiento en el palo corto. Los de Mou eran carne de cañón, un niño pequeño que pedía el amparo del descanso. Resoplar y convencerse de que estaban ganando al Barça.
Dicho y hecho. Bastaron dos minutos para que Puyol repitiese una de sus jugadas favoritas. Error garrafal de Pepe en la marca y remate del de La Pobla en el segundo palo (1-1).
Los de Chamartín se encogían en los últimos metros. No había control, ni tan siquiera un pase que dinamizase la estática situación de los locales. El Barça, por contra, movía el cuero a su gusto, daba forma a lo que sería un nuevo ejercicio de amor por el fútbol y ¡zas! apareció la pulga. Fue en ese momento, a un cuarto de hora del final, cuando Messi pidió paso en las portadas de este jueves. El argentino frenó la carrera, pensó y habilitó a Abidal, que había dejado a Altintop no se sabe dónde. El lateral francés, que logró su segundo gol con el Barça, definió con el exterior y estampó el definitivo 1-2. El partido ya no tenía más historia.
LA PRENSA, SIN PIEDAD CON MOURINHO
Los cronistas del partidazo por excelencia del fútbol europeo en los últimos años, cualquiera que enfrente a Real Madrid y Barcelona, dejaron en sus textos una vez más, toda una serie de alabanzas al equipo de Josep Guardiola, y más críticas que de costumbre a un conservador José Mourinho:
José Sámano (El País) —Otro Madrid para nada–: «Mourinho fue más Mourinho que nunca, esta vez ya sin concesiones. Es probable que en los días antes rebobinara el duelo de Champions que le ganó a los azulgrana con el Inter, porque el Madrid propuso sin tapujos la misma oposición».
Alfredo Relaño (AS) —Mourinho se extravía ante el Barça–: «Es verdad que el Barça es buenísimo, ante el Madrid mejor, pero para perder tan seguido ante él no hay por qué perder a la vez el decoro. Mourinho ha probado varias fórmulas, esta llegó a parecer que podía funcionar, pero ya es hora de descartarla. Ahora que es manager, puede buscar en el mercado centrocampistas de calidad a fin de contrarrestar buen fútbol con buen fútbol. Con frecuencia funciona».
Julián Ruiz (El Mundo): —Me estoy volviendo loco–: «Con semejante planteamiento de psiquiatra, el Madrid jamás tuvo la pelota más allá de 10 segundos de posesión. Casillas entregó el balón al contrario en 18 ocasiones. El complejo de inferioridad en Mourinho es tan cruel que convierte al segundo mejor equipo del mundo en una caricatura».
Jesús Alcaide (El Mundo) —El laberinto azulgrana de Mou–: «El segundo mejor equipo del mundo se convierte en pequeño cuando se enfrenta al Barcelona. Es como si Superman fuera rociado con kryptonita cuando aparecen las camisetas azul y grana, ese toque sutil de los pequeños de Pep, ese va y viene que marea, atonta y desconcierta».
José Manuel Cuéllar (ABC) —Al Madrid no le aguanta el músculo–: «En un momento tan señalado, Mourinho recurrió a su guardia pretoriana: Pepe, Carvalho, CR, Altintop, todos los portugueses y gente de uña y carne».
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