En este momento tan delicado de nuestra historia, en el que las fobias personales de los líderes de los partidos mayoritarios impiden cualquier tipo de acuerdo en beneficio del país, después de que la inmensa mayoría de los españoles hayamos dejado claro que estamos hartos de ellos y de sus continuas peleas, un partido nuevo que ocupa un espacio increíblemente virgen en el arco político, como es el centro por parte de “Ciudadanos”, acaba de poner sobre la mesa un convenio con el PSOE en el que ha mantenido un 80% de su programa electoral que, tras su lectura, resulta también aplicable en su mayoría, a las fuerza del sector más centrista del PP, posibilitando con ello, al menos en teoría, la esperada gran coalición que pudiera finalmente constituir gobierno, si ambos partidos mayoritarios prescindieran de sus actuales líderes, incapaces de congeniar y de generosidad alguna en bien de España.
Es evidente que ni Rajoy, quien ni si quiera tuvo el valor de intentarlo, ni Sánchez intentando lo imposible, van a acabar formando gobierno por muy buena voluntad que ponga Rivera en intentarlo, cediendo a un lado y a otro e intentando la reconciliación en aras de que no se produzca un giro copernicano a la izquierda más radical.
¿Y si el rey, finalmente, acaba encargando el intento de formación de un gobierno a Ciudadanos?. Tal y como están las cosas sería quizá lo más adecuado a la hora de conseguir resultados, pues únicamente habría que poner sobre la mesa un programa de consenso de mínimos con el PP y el PSOE y que estos prescindieran de personalismos, lo más complicado del invento, pues para ambos, antes están sus intereses que los de España.
Por otra parte, ¿cuál es el panorama político actual en España?
Partidos estatales:
PP: desde la extrema derecha hasta el centroderecha
Ciudadanos: Centro
PSOE: desde el centro izquierda a la izquierda
IU: desde la izquierda a la extrema izquierda
Podemos: extrema izquierda
Nacionalistas:
Vascos: desde la derecha a la extrema izquierda
Catalanes: desde la derecha a la extrema izquierda
Gallegos: desde la izquierda a la extrema izquierda (no hay derecha ni centro).
Así las cosas, mientras la izquierda tiene representantes particularizados en todas las sensibilidades del arco político, la derecha, en un solo partido engloba todas las sensibilidades, habiendo abortado con ello su posible alianza por la derecha con algún partido más radical, lo que también al abarcar un arco político tan extenso, crea en su interior distintas tendencias de fuerte oposición a cualquier tipo de decisiones. En cuanto a los partidos nacionalistas, mientras entre vascos y catalanes encontramos representación en todas las tendencias, en los gallegos solo existe la izquierda y la extrema izquierda, sin contar con partidos nacionalistas ni de centro ni de derecha.
Como resumen negativo de tendencias, podemos constatar que en España la izquierda tradicionalmente odia a la derecha, mientras esta desprecia profundamente a la izquierda, primando siempre la crítica destructiva, en ambos, sobre cualquier aportación de signo positivo.
Pero, ¿cómo hemos pasado de partidos mayoritarios, a este fracaso de los de siempre y a esta fragmentación actual?, ¿cómo ha llegado hasta aquí el PP teniéndolo todo de su parte?.
Algo hay absolutamente seguro: se lo ha ido ganando a pulso.
¿Quién es hoy el Partido Popular, corruptelas aparte? ¿qué le ofrece a la sociedad? ¿Qué le caracteriza? ¿quiénes son sus votantes?.
Hoy el Partido Popular no representa en España al concepto clásico, ni actual de la derecha, sino más bien su degeneración, caracterizado por los siguientes “atributos” claramente negativos:
Se trata de un partido fuertemente conservador, tradicional, sectario, caciquil, oscuro, corrupto institucional y personalmente en buena parte de sus líderes, fuertemente influido por la religión católica y sus intolerancias, cerrado a cualquier cambio significativo, muy desconsiderado hacia los medios de comunicación, con una organización interna muy cerrada y controlada en ausencia total y absoluta de democracia interna, con una organización fuertemente piramidal en la que el líder es el dueño y señor de todo tipo de decisiones, incapaz de informar al ciudadano, de negociar, de ceder, de reaccionar, de tomar decisiones arriesgadas, con una falta absoluta de autocrítica, donde prima el servilismo sobre la valía y lo políticamente correcto sobre lo arriesgado, intolerante, vergonzante con sus propias ideas, con una falta absoluta de apoyo a la cultura, la investigación, la ciencia, entregado a los poderosos y cruel con los más débiles, en definitiva, con una desconexión con el pueblo que cada vez se identifica menos con él y le aleja más de sus preocupaciones.
¿Quiénes son por tanto sus votantes a día de hoy?
En un país como España donde el ciudadano vota mayoritariamente por reacción hacia otros partidos, con las vísceras más que con el cerebro, una parte importante de su electorado lo forman los que no quieren sentirse de izquierdas y no ven un centro con posibilidades de gobierno hacia donde canalizar su voto, también están los anquilosados en el voto fijo, pase lo que pase, aunque se demuestren las mayores barbaridades (algo similar a lo de la fé), llegando a considerarlo incluso una virtud. Generalmente suelen ser personas de edad avanzada, o jóvenes criados en estricta “certeza” de los planteamientos vitales de sus padres, tradicionalistas, cerrados a cualquier controversia, estacionados en sus planteamientos, católicos, sin demasiada instrucción, ni conocimientos, ni ganas de adquirirlos, conservadores, defensores de las “virtudes” tradicionales propias de otras épocas, mas bien residentes en pequeños pueblos que en las grandes ciudades, temerosos de cualquier cambio, cultivados en el voto del miedo, víctimas del caciquismo e incluso, una parte importante de quienes aun defienden como buenos los planteamientos del inmovilismo, al servicio de los intereses de los poderosos y el mandato de quienes consideran la autoridad.
Es el resultado de una degeneración paulatina a la que ha contribuido un líder que es el fiel reflejo de lo apuntado, el paradigma del anquilosamiento más casposo, el seguidismo y la entrega absoluta a los intereses y a las ordenes de quienes nos manipulan desde los poderes económicos, vendiéndonos como éxito político lo que ha sido un desastre para el ciudadano, habiéndonos endeudado hasta las cejas, tanto en lo privado como en lo público al pasar en pocos años de un 60% a más del 100% la deuda pública, arrastrando déficits presupuestarios permanentemente y todo a costa de ir sacrificando el estado de bienestar del país, en aras de la recuperación de una banca canalla y de salvar la irresponsabilidad de sus dirigentes, al tiempo que se escondía la mayor corrupción política conocida en España.
Por otra parte, no es mucho mejor el PSOE, con un grado de corrupción altísimo, sin ideas, con unos lideres actuales de una calidad intelectual bastante lamentable, incapaces de nada que no sea el insulto y la descalificación permanente.
Si, el ocaso del PP es un hecho, al menos en teoría, pues en la práctica la señalada característica de sus votantes, puede incluso mantenerlo sanamente en la UVI por bastante más tiempo que el deseado incluso para el bien de tales inmovilistas votantes.
Francamente, creo que la necesaria renovación de la derecha pasa por abrir un abanico de sensibilidades fuertemente cautivas actualmente, al menos en tres sectores claramente diferenciados. Por un lado la conversión de los más abiertos a planteamientos más de centro, más próximos a Ciudadanos. Otro sector, el puramente de derecha actual, por refundir de nuevo un partido que parta de cero, sin corrupción, con mayor transparencia y democracia interna, con planteamientos más modernos y europeos. Finalmente con la creación de un partido más extremo en sus planteamientos, donde incorporar a aquellos que hoy en día en el partido muestran planteamientos más radicales, intolerantes o anclados en el más puro conservadurismo, más cercanos a la Conferencia Episcopal y a la extrema derecha europea.
De todas formas, si esperamos algo de quienes hoy gobiernan el PP, el partido se irá deteriorando cada vez más, sin reacción alguna hasta su total desintegración. El no evolucionar, forma parte de su ADN.