Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

En guerra y sin enterarse

 

 

Se trata de una programación a largo plazo, implacable, duradera y de momento con notable éxito: lograr la unión de todos los musulmanes y la extensión del Islam a todo el planeta, una misión, con inicio en Europa (Eurabia), denunciada hace ya algún tiempo por la fallecida periodista Oriana Fallaci, propia en un principio de los salafistas, y acelerada por su rama más violenta, los yihadistas, los combatientes de la guerra santa.

Se trata de una guerra con planteamientos absolutamente ajenos a cualquier conflicto conocido, una guerra a largo plazo en la que se pretende que uno de sus componentes (nosotros), confiado e interesado en otras cuestiones, no se entere de ella hasta que ya sea demasiado tarde.

Dos son los frentes principales desde el inicio de la guerra, a mediados de los 60 con la crisis del petroleo, uno de ellos ante los propios musulmanes no dispuestos a entender el Islam desde sus posturas más extremas, y el otro ante occidente, buscando en ambos casos la conversión a los planteamientos más radicales islamistas.

En su faceta de lucha contra el infiel, el primer objetivo es Europa, un objetivo a más largo plazo, pero con dos estrategias bien diferenciadas. La primera y más evidente, mediante acciones terroristas con la pretensión de causar inseguridad, aunque no excesiva, entre los europeos, y confianza de adeptos y amenaza a disidentes ante los propios musulmanes residentes en Europa. La segunda, mucho más efectiva, sutil y definitiva, partiendo de la permisividad fronteriza, a través de los índices de natalidad, aprovechando el bajo índice actual de los principales países europeos (1,8) y el elevado en los creyentes musulmanes que multiplica entre 4 y 5 el de los primeros, de manera que países pequeños como Bélgica, Dinamarca, Holanda, o de poca población como Noruega, Suecia o Finlandia, en pocas décadas la población musulmana pueda superar a la autóctona y vencerla incluso democráticamente, sin tener que llegar a una confrontación directa, como forma legal, barata y efectiva de llegar al poder y desde ahí abolir la propia democracia (ya se hizo en la Alemania nazi).

En este sentido, en aquellos países que han tenido colonias hoy musulmanas, el proceso lleva cierta ventaja, apoyándose entre otras consideraciones en el idioma común y el conocimiento de sus costumbres, de ahí que Bélgica, Francia e Inglaterra sean actualmente donde más de manifiesto se ponga el problema, existiendo ciudades en las que el porcentaje de musulmanes ya empieza a ser alarmante, siendo ya mayoría en determinados barrios de algunas de ellas, hasta tal punto que la policía tiene ya muy complicada, sino imposible, su labor de control.

En estos barrios, los yihadistas se nutren no solo de jóvenes musulmanes nativos que se sienten desplazados, no queridos, ignorados, y a los que no se les ofrecen puestos de trabajo ni de responsabilidad significativos, sino también de personas ajenas a esa creencia pero profundamente descontentos con la situación que sus países les ofrecen, pasando a islamizar el descontento, dándoles cobijo en sus objetivos, sueldos muy por encima de los que pueden conseguir, un “futuro” en el próximo Estado universal islámico y protección de grupo.

A ello hay que añadir ahora que toda la desbandada de sirios, iraquíes e iraníes que están entrando en Europa son también musulmanes que nadie parece querer, pero que ya están en Europa y a quienes no quieren asilar sus propios países comunes en religión (por razones obvias, estratégicas con sus objetivos) y que habrá que acoger en los distintos estados de la confiada Unión Europea. Por cierto, la única dictadura teocrática que queda en Europa, el Estado Vaticano, por medio de su líder, ya ha manifestado la gravedad del asunto, la necesidad de amparo, justicia y caridad hacia los afectados, pero hasta ahora no se ha ofrecido a asilar ni a uno solo de los que huyen de la guerra, de la pobreza y de la barbarie.

Así las cosas, en Europa, los países con mayor porcentaje de musulmanes son actualmente Turquía (parte de ella es Europa y posiblemente llegue a formar parte de la UE) con el 98,6%, le sigue Albania con el 85%, Bosnia-Herzegovina con el 55%, y Rusia y Bulgaria con cerca del 15%.

No obstante no son estos países, en los que tradicionalmente ya existían mayorías musulmanas, lo más preocupante, sino los principales países europeos como Francia con cerca ya del 10%, Bélgica alrededor del 8%, Holanda con un 7,5%, Austria, Alemania y Suiza con un 6%, Dinamarca, Suecia y Reino Unido con un 5%, mientras en España estamos actualmente alrededor del 2,5%.

Lo grave son actualmente las previsiones a un futuro cercano, con cifras tan alarmantes como que, en ciudades como Rótterdam y Bruselas la población musulmana ya supone el 25%, en París, Marsella y Niza existen barrios enteros, incontrolables, de religión musulmana, en Francia existen ya más mezquitas que iglesias cristianas.

En un futuro cercano, en 2030, el 26,4% de la población mundial será musulmana y de ellos el 30% en Europa, en 2050 en Francia el Islam será la primera religión y según declaraciones del propio gobierno alemán, su propio Estado puede llegar a ser musulmán, mientras en 2070 el Islam superará ya en número a todas las modalidades de cristianismo juntas convirtiéndose en la primera religión mundial.

En cuanto a nacimientos, el 30% de los franceses son musulmanes, siendo el 45% en París, Niza y Marsella, mientras se acercan ya al 50% en Holanda y Bélgica, donde en 15 años serán una clara mayoría al tiempo que se supone que en 2025 (¡faltan solo 9 años!) la mayoría de los bebés europeos serán musulmanes.

Hoy, la capital de Eurabia es Rótterdam, el primer puerto de Europa y segundo del mundo, una ciudad enormemente permisiva tomada ya prácticamente por el Islam, donde existe el mayor número de mezquitas de Europa, en la que su alcalde Ahmed Aboutaleb trata de luchar contra sus correligionarios más fanatizados, incluso contra concejales de su propia corporación en la que uno de ellos ha manifestado: “escuchen bien, locos, estamos aquí para quedarnos. Ustedes son los extranjeros, con Alá a mi lado no temo a nada, conviértanse al Islam y encontraran la paz” o en la misma línea la noticia de que “el ayuntamiento de Rótterdam cesa al jefe de protocolo, abogado de religión islámica, por negarse a dar la mano a las mujeres, ante lo que el cesado presentó una demanda contra el Ayuntamiento por discriminación por motivos religiosos. Numerosos dirigentes musulmanes de la ciudad se han solidarizado con él como victima de la islamofobia”, para acabar preguntándose ¿dónde están las feministas?.

Si, es posible que la inmensa mayoría de los musulmanes europeos en un futuro próximo sean personas pacificas, pero no olvidemos que detrás, si no ganamos esta guerra contra el extremismo que ni siquiera nos hemos enterado que estamos librando, toda esa enorme mayoría estará en manos del terror islámico, como lo estuvieron en su día los alemanes con Hitler, ejerciendo de ciudadanía consentidora y aterrorizada ante cualquier atisbo de oposición.

Los pueblos que ignoran su historia suelen estar condenados a repetirla, y la historia de Europa parece que no va con uno, pero en su día los Reyes Católicos expulsaron a todos los judíos y musulmanes de España, Hitler expulso a todos los judíos y asesinó a los que no huyeron a tiempo, Stalin, el mayor asesino en serie de la historia, asesinó a millones de compatriotas que se le oponían o simplemente no se sometían, o eran sospechosos de no hacerlo, y en 2070 cuando toda la Unión Europea sucumba ¡democráticamente! al imperio islámico, la historia tiene enormes posibilidades de repetirse, pero de forma corregida y aumentada, en la forma en que ya nos muestran las televisiones a cargo de los yihadistas del recién creado Estado Islámico, pero no en pequeños grupos, sino en multitudes que pueden llegar a minimizar el holocausto nazi.

De todas formas, la izquierda europea, haciéndoles el juego, aun se deja querer por la estúpida teoría de la alianza de las civilizaciones de ese bobo que nos gobernó recientemente, la derecha, siguiendo el tancredismo propio de otro ejemplar como Rajoy, sin enterarse de nada, sin hacer nada y sin tomar precauciones de ningún tipo, alegando siempre la irresponsable e ingenua monserga de que finalmente la democracia triunfará, los del buenismo bobalicón rezando y colocando velas y florecitas, los extremistas europeos cargándose de argumentos y dispuestos a tomar una iniciativa a lo bestia, que aun habrá de empeorar las cosas, consecuencia también de la falta de respuesta por parte de nuestros “civilizados” representantes. En definitiva, la clásica y paralizante división de opiniones, mientras la yihad sigue su camino paso a paso, cumpliendo objetivos y cosechando éxito tras éxito, al tiempo que su número crece exponencialmente en nuestra vieja Europa, condenada por inanición y estupidez de sus políticos, a su paulatina desaparición en beneficio de la barbarie. No olvidemos que a la caída de Roma, un ejemplo alarmante, le siguieron los siglos más oscuros de nuestra civilización, en un paralelismo obvio con nuestro anunciado posible futuro a medio plazo.

Si el Apocalipsis anunciado se produce alrededor del 2070 como anuncian los sociólogos expertos en la materia, a los de mi quinta evidentemente ya no nos tocará, pero aquellos jóvenes que hoy se inician en la universidad, tendrán entonces nuestra edad actual. ¿Qué mundo les vamos a dejar con nuestra estúpida dejadez? ¿Qué vamos a alegar?. Hemos reducido la Unión Europea al control meramente monetario, apertura de fronteras, libre circulación y poco más, lo que facilita en mayor medida, si cabe, la consecución de los objetivos mencionados. Cuesta pensar que se pueda hacer peor.

Estamos en guerra señores del parlamento europeo, desde hace ya algunos años, y no solo la estamos perdiendo, sino que al ser cuestión de pocos años la islamización de la mayoría de Europa, sabemos ya que la vamos a perder por pura aritmética electoral, exceso multicultural, contemplación excesiva de usos, costumbres y ritos ajenos a los propios, y por aplicación, sin límites, de nuestra secular tradición permisiva de convivencia en libertad, urbi et orbe, aun para aquellos que quieren cargarse a toda costa nuestros seculares sistemas y formas de vida.

A ver si se enteran…

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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