Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Victoria golpista e incierto futuro

En mi anterior artículo, hacía un análisis sobre la discrepancia de pareceres y actitudes en el seno del PSOE con relación a la investidura del líder de su partido opositor, Mariano Rajoy, y lo hacía desde una perspectiva teórica de contraposición de posturas, adjudicando a la postura del NO la dignidad ideológica de quienes la proponían, y la estrategia de interés de partido para quienes defendían la abstención o, lo que es lo mismo, la entrega del poder al partido popular y el entronamiento de su líder Mariano Rajoy. Como era de esperar en los momentos que corren, de absoluta carencia de ideología, finalmente triunfó la estrategia sobre la dignidad ideológica.
También hablaba de una técnica nada nueva en el partido socialista, la toma del poder a través de un “golpe de estado” interno, propiciado por golpistas que no admiten someter sus deseos a una consulta, o a activar los cauces legales de sucesión que el partido tiene previstos al efecto. Se trataba de un golpe propiciado por los más mediocres, hipócritas y manipuladores del partido, entre los que estaba en primera linea, como no, Felipe Gonzalez, el presidente de la era más corrupta del socialismo, hoy vendido a todo y montado en el dólar, y tras sus pasos Susana Diaz, la presidenta de la Comunidad donde la corrupción es sistémica, la que se desmarca y traiciona siempre a sus valedores (hoy procesados) aunque lleve toda la vida viviendo del partido y de quienes la auparon, los que han colocado nada menos que a Pepiño Blanco al frente del Comité Ejecutivo, el del chalet en una urbanización madrileña y un ático en la isla de Arosa, cuyos costes nada tienen que ver con los ingresos de un personaje sin más oficio y beneficio que la política, el de la gasolinera, aquel a quien se tuvieron que sacar de encima a base de esconderlo en el Parlamento Europeo, ese cementerio de elefantes al que la política española envía a sus mas impresentables desechos, hablen inglés o solo cheroqui (que más da), como Elena Valenciano, de nuevo pasada a los “ganadores”, y muchos otros que salieron corriendo tras la votación de venta ideológica en Ferraz, sin responder a pregunta alguna, salvo el más mentiroso y demagogo de los que aun a pesar de todo no admite prescindir de notoriedad, como es el procesado alcalde de Vigo, Abel Caballero, quien en su habitual linea de mentira permanente aseguraba a una periodista que él si había consultado a las bases “a todas, a toditas”. Allí estaba, junto a muchos obrantes de buena fe, lo más chungo, casposo y marrullero de la “progresía” sociata, orgullosos de su golpismo que les permite “salvar “ a España.
Es increíble como desde la prensa en general se pueda haber llegado a tal grado de demonización sobre la posibilidad de nuevas elecciones y nada se exija en cuanto a cambiar urgentemente una ley electoral que nos ha llevado a ello y que requiere, sin pausa, de una modificación en profundidad para no volver a encontrarnos en estos callejones sin salida, algo que otros países han resuelto fácilmente y que aquí aun mantenemos. Da la sensación de que ante la posibilidad de nuevas elecciones todo hay que sacrificarlo, desde la propia ideología hasta el logro de cualquier reivindicación social, todo en aras de no volver a las urnas, aunque desde la última vez todo haya cambiado. Hoy “afortunadamente” nos hemos librado de esa “bestia”, de acudir nuevamente a las urnas, de que ese pueblo, tan puñeteramente primitivo en materia política, pueda vuelver a manifestarse, no vaya a ser que se hernie con ello.
El acuerdo de Ferraz, es quizá la quinta decisión de suma importancia que toma el PSOE desde el advenimiento de esta pintoresca democracia que sufrimos, tras el abandono, en su día, del marxismo, la pirueta OTAN, de entrada no y de cabeza una vez en el poder, la creación de los GAL y la financiación ilegal del partido (Filesa, etc.), todas ellas propiciadas durante el gobierno de Felipe Gonzalez, mientras la de ahora también por este, aunque desde la sombra, pero poniendo la cara el provisional gobierno golpista, aunque algunas de aquellas contando con las manipuladas bases y la de hoy por la puerta de atrás, sin contar para nada ni con las bases, ni con los votantes que otorgaron con sus votos al partido unos diputados que habrán de votar lo contrario que prometieron a quienes les han llevado a la poltrona. Barones si, militantes no, es la política que ya sin rubor admiten como propia los más significativos líderes regionales del partido, quienes solo acuden a las bases cuando les interesa: !viva la democracia! (el poder del pueblo).
Para rematar el asunto, el presidente en funciones, presidente a su vez de Asturias por obra y gracia de IU, anuncia a quien corresponda, que la abstención es un mandato imperativo, algo que no solo no contemplan sus Estatutos, sino que estos permiten votar en contrario por razones de conciencia, al tiempo que el mandato imperativo es algo condenado además por la Constitución pero… que más da, lo exige el mandamás de los golpistas (con cara de triste y bueno) y punto, algo a lo que se suman presidentes de otras comunidades contra el partido socialista catalán para quien votar a Rajoy sería su acta de defunción en Cataluña. Es la guerra…
Curiosamente, y aunque parezca lo contrario, Rajoy pierde con la abstención del PSOE, algo que, aunque inconfesable, era su peor deseo, pues lo que realmente anhelaba era la celebración de las terceras elecciones ya que el pueblo, en las segundas, ya le había demostrado que aun habiendo presidido el gobierno más anti social de nuestra historia democrática, desde el partido más corrupto, ello no influía demasiado en la voluntad popular de otorgar gobierno, por lo que esperaba en el fondo la victoria del NO para esperar de su alianza con Ciudadanos un próximo gobierno en mayoría, a efectos de no tener que hacer concesiones, algo para lo que nunca ha estado preparado, ni él ni su partido.
De todas formas el problema de fondo para los socialistas, no ha sido tanto la gobernabilidad de España y su vocación de salva patrias, como una profunda guerra sin cuartel por el liderazgo, donde las huestes de Pedro Sanchez y las de Susana Diaz se han machacado hasta hacer añicos al partido, descabezarlo, dejarlo sin rumbo, absolutamente al pairo, sin que a nadie le importe programa alguno, sin ideas, con una militancia dividida y una clase dirigente a navajazos, en una guerra civil con resultado muy hispano, con un gobierno legitimo derrotado por unos golpistas, quienes ahora se hacen fuertes e intolerantes.
Llegados a este punto, por un lado se exige un Congreso extraordinario urgente en el que debatir el futuro y obtener un nuevo secretario general, aun cuando los golpistas no parecen tener demasiada prisa en ello (Elena Valenciano dixit). Puestos a ello, por la proa se vislumbran al menos cuatro posibles candidatos: la golpista Susana Diaz, el derrocado Pedro Sanchez, la cabeza más lúcida del partido Josep Borrell y tratándose del PSOE, el inevitable tapado de ultima hora, como sucedió con Zapatero. De aquí en adelante las intrigas palaciegas, promesas, traiciones, alianzas, canalladas, mentiras y demagogia a destajo, van a ser el pan nuestro de cada día sociata, ya se trate de viejas glorias como de nuevas promesas, pues lo que hay en juego es el situarse en el equipo ganador a la hora de pretender cargos, carguitos y carguetes a miles, que el nuevo dictador acabará repartiendo entre sus fieles, al tiempo que crucificar al enemigo, desmontar todos sus santos y aferrarse al poder ahogando de nuevo a la militancia, ni más ni menos que lo que ahora se inicia, incluso desde una ejecutiva en funciones. Nada nuevo bajo el sol.
Evidentemente, una cosa es formar gobierno y otra gobernar. Lo primero parece decidido en el momento que los socialistas optan por darle el poder a Mariano Rajoy, pero lo segundo, que es lo que realmente interesa a los españoles y requiere de generosidad, altura de miras, etc., está por ver y ahí la cosa parece pintar muy mal, ya que nada han decidido los golpistas al respecto, ni parece que pretendan pactar nada. Por contra, tras la entrega de sus votos, no les queda otra opción ante su electorado que llevar a cabo una oposición brutal, rivalizando con Podemos en el sempiterno ejercicio de intolerancia que tanto se ha practicado en los últimos años, inutilizando con ello cualquier acción de gobierno que los peperos pretendan. Así las cosas, y con un presupuesto que pretenderán no aprobarle al PP, llegado mayo, Mariano Rajoy podrá dar ya rienda suelta a sus pretensiones y convocar nuevas elecciones, donde demonizar de nuevo a la izquierda y obtener de la “sabiduría popular”, un nuevo gobierno con mayoría absoluta, y así volver a empezar con las prácticas ya conocidas, aunque ahora con cuatro años por la proa y sin imposición alguna que le inquiete.
A estos efectos, conviene señalar que hasta mediados del pasado año, el partido popular estaba inmerso en 54 casos de corrupción tramitándose en los juzgados, que durante la interinidad del gobierno se han abierto 12 nuevos casos, que son ya varios cientos los políticos implicados y miles de millones las cifras en cuestión, que el partido socialista no le va a la zaga y que ello se reparte, salvo en alguna Comunidad, por casi toda España donde ambos partidos gobiernan, sin que hasta el momento se hayan producido dimisiones significativas, habiéndose investigado judicialmente la propia sede del PP donde se han vaciado los ordenadores y la colaboración con la justicia ha brillado por su ausencia. Si a ello añadimos que finalmente llegan a los juzgados, con pruebas y en condiciones de iniciarse un proceso, únicamente una pequeña proporción de lo que realmente tiene lugar (no todo el mundo va dejando pruebas alegremente, las aportadas no resultan suficientes o no son concluyentes para ir a juicio), el panorama resulta escandalosamente aterrador.
En esas condiciones, ¿que regeneración esperan los golpistas del PSOE, tras un amparo al PP, sin condiciones, que solo comparten los votantes de estos últimos y los medios al servicio de sus propios intereses?. O dan el poder a los militantes, estos eligen a Borrell como su candidato más preparado, con ideas, programa, conocimientos para llevarlo a término y voluntad para resurgir, como hicieron (infructuosamente debido a otro golpe de estado) en su día, lo que sin duda daría credibilidad a la regeneración y llevaría consigo la recuperación de gran parte del electorado propio y ajeno, o si tras todo lo ocurrido optan de nuevo por Pedro Sanchez, o se atreven con Susana Diaz, el PSOE puede pasar, con toda seguridad, a ser un partido residual, asentando con ello de nuevo en el poder al PP por mucho tiempo, con todo lo que ello representa, y dejando como principal oposición a grupúsculos de anti sistema más o menos exaltados y en permanente disputa, dispuestos a llevar el Parlamento a la calle desde la más absoluta e infructuosa demagogia. O no…, al fin y al cabo donde más éxito tienen y han tenido los socialistas es donde mas corrupción han creado y con mayor grado de populismo han actuado, algo que conoce muy bien la supuesta beneficiada de todo este circo.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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