Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Tal como era, la mentira por bandera

 

Dicen que aquellos que olvidan o ignoran la historia están condenados a repetirla, una máxima comprobada hasta la saciedad, recurrente y sumamente ilustrativa de la estupidez humana, que no deja de estar presente, generación tras generación.
Hoy confieso estar viviendo los mejores años de mi vida, los de la jubilación, un estado de jubilo permanente si se administra adecuadamente, dando rienda suelta a todas aquellas actividades que te compensan anímicamente, aunque no solo no te lleven a ingresar ni un euro, sino que incluso te cuesten una parte de tu nunca bien valorada pensión a la que ajustarse (bendita pensión), ocupando la práctica totalidad de tu tiempo entre la familia, la lectura, la escritura, los amigos, la navegación, el golf con sus torneos, conferencias, tertulias, la junta del Monterreal, algunas series de televisión, la peña gastronómica, algunos viajes, etc.
Es cierto, por otra parte, que el acierto consiste en vivir intensamente el presente, olvidándote en lo posible de asignar demasiado protagonismo al futuro y menos al pasado, del que conviene extraer experiencias pero nunca magnificar ni apoyarte exclusivamente en su pérdida o en los recuerdos (el enemigo), algo que, sin embargo, hoy no he podido evitar al leer el último ejemplar de la revista digital que aun mantiene la Asociación de Promotores Inmobiliarios de la provincia de Pontevedra (Aproin), entidad de la que fui fundador (1993), gerente y director de su revista hasta el fin de mi actividad laboral, desde el nº1, allá por junio de 1999, hasta el número 72, en marzo de 2012, cuando aun se editaba en papel (bimensual), con una media de 60 páginas por ejemplar, donde el 25% era publicidad (hoy impensable) y el resto artículos de actualidad de lo más variado, sobre materias todas ellas relacionadas con la promoción, la construcción, la arquitectura, y en general todo aquello que pudiera ser de interés para el sector, con las mejores firmas, etc.
La lectura de un par de artículos de esta nueva entrega, que comentaré, me llevó a desempolvar un ejemplar del nº 1 de dicha revista, la única publicación, por otra parte, que es obligatorio leer si alguien quiere documentarse fielmente sobre la historia reciente de nuestros últimos cuatro lustros en materia de urbanismo en la ciudad de Vigo, a la que prácticamente dedicaba la revista sus mensajes.
El repaso de esa primera toma de contacto de nuestra revista con la sociedad, no puede ser más ilustrativa del atraso del urbanismo vigués, de su sempiterno inmovilismo y de sus permanentes fracasos, auspiciados por una política urbanística ajena totalmente a las necesidades reales de la ciudad, castrante, provinciana y propiciatoria de las más absolutas frustraciones que, como enunciaba al principio, han conducido, y lo seguirán haciendo, a repetir la permanente historia de fracasos, iniciados principalmente para la ciudad hacia finales de los años 70, y que no han hecho otra cosa que ir incrementándose, si cabe, desde entonces.
Ya en su primera editorial se mencionaba algo absolutamente vigente tras 18 años de pérdida de todos los trenes en la materia:
“El trato con las entidades, organismos, empresas, etc., con las que APROIN debe relacionarse a diario para el cumplimiento de sus objetivos, supone una labor de relación y entendimiento que, hasta la fecha, ha sido altamente satisfactoria, con muy contadas excepciones.
Desgraciadamente, entre esas contadas excepciones cobra especial protagonismo un sector del Ayuntamiento de Vigo, que nos afecta directamente: Urbanismo. En los últimos años, los intentos de APROIN por hacer llegar a sus máximos responsables su preocupación por el sector inmobiliario de la ciudad, por el entendimiento mutuo, por la colaboración, etc., se ha estrellado siempre contra un muro de incomprensión, de ignorancia, de falta de gestión, de desidia, y lo que ha sido peor en los últimos tiempos, de agravios comparativos inasumibles para esta Asociación.
Manifiestas arbitrariedades, injusticias constantes, evidentes diferencias de trato, negativa a modificar una normativa inadecuada y reiteradas vulneraciones de la legalidad, han llevado a nuestros promotores a tener que emigrar en un momento en el que la economía del país aconseja todo lo contrario.
APROIN, que desearía que su actividad transcurriera en el mayor estado de armonía, y que hará siempre y en todo lugar lo posible por conseguirlo, no puede permanecer inactiva ante toda esta serie de agravios hacia sus asociados y hacia todo el sector en general.
Desde aquí, y ante unas inminentes elecciones al municipio, pedimos encarecidamente a los candidatos y partidos políticos que los sustentan, que hagan del dialogo fluido, al que estamos abiertos siempre, el estado normal de las relaciones con un sector de tanta importancia para Vigo, que mueve, ni más ni menos, que alrededor de un 10% de su economía”.
Se incluía al inicio de la revista una entrevista con su presidente, Félix Piñón Ríos, cuyo titular, al que seguían destacados de ese porte, era el siguiente: “En este mandato municipal no se ha desarrollado ni un solo metro cuadrado nuevo de suelo”
Más adelante se incluían las propuestas que los distintos candidatos a las elecciones municipales habían elaborado en materia de urbanismo y vivienda, todas ellas “maravillosas” (a su parecer) y de las que, pasados 18 años, ninguna se ha llevado a cabo, siendo los candidatos los siguientes: Juan Corral (PP), Carlos González Príncipe (PSOE), Lois Pérez Castrillo (BNG), Manuel Soto Ferreiro (Progresistas Vigueses) y Agustín Arca (Unión Galega).
Páginas más adelante contestaban a un cuestionario elaborado por APROIN sobre sus respuestas a las principales necesidades de la ciudad, con una última pregunta que rezaba así: “Diga tres necesidades prioritarias para Vigo en materia de Urbanismo”, con curiosas y pintorescas respuestas de igual resultado para el futuro de la ciudad, que no me resigno a no trasladar a este artículo, por pobres algunas, obviedades otras, faltas de conocimiento en la materia las más, y fantasiosas las de quien pudo y no actuó, olvidándose de que en política no importa, o no es creíble, tanto el “que” como el “como”, algo que casi nunca concreta nadie. Veamos:
*Juan Corral: “Suelo industrial. Espacios verdes y equipamientos de ocio. Viviendas de protección pública.”
*Carlos González Príncipe: “Llevar transparencia a la gestión del urbanismo vigués. Crear una empresa pública de creación de suelo residencial. Establecer un Plan General consensuado con toda la ciudad.”
*Lois Pérez Castrillo: “Agilidad en la gestión, transparencia y perspectiva estratégica. Sabemos hacia donde hay que desarrollar la ciudad. Que las iniciativas de hoy no sean dificultades de mañana”
*Manuel Soto Ferreiro: “Existen dos proyectos de talla universal ahora mismo en Vigo: El multiusos de Ricardo Bofill, diseñado y pagado en mi Corporación, y las obras del museo del Mar del Sr. Rossi, que están como las dejé cuando abandoné la alcaldía. Además de eso hay que hacer otros seis proyectos de relevancia: La Casa del Mar, el de la Plaza España, 4.000 viviendas con diseño de calidad, el de la Estación de transferencia de Mercancías y el del aparcamiento disuasorio de la Av. de Madrid. Además toda la plaza de la estación tiene que sufrir una modificación radical, donde irían, entre otras cosas, la estación de autobuses, la estación de mercancías, un aparcamiento disuasorio y un nuevo enlace con la autopista. Estos 8 proyectos serían diseñados por arquitectos y creadores de la importancia de Norman Foster, Philip Johnson, Rafael Moneo, Santiago Calatrava, Frank Gehry, Isozaki, Alvaro Siza o Ming Pei, lo que conformaría, sin duda, un hito arquitectónico. Cumple construir dos lineas de monoviga, una desde la universidad pasando por la estación de transferencia de mercancías, en la zona de Cabral; el aparcamiento disuasorio en la frontera entre Cabral y Bembrive, seguiría por la Av. de Madrid y entraría de manera subterránea por Vázquez Varela hasta llegar a la plaza de la estación de Renfe. La otra linea de monoviga iría desde las playas, por todo el bulevar de Coia y el bulevar central de la Gran Vía, hasta la plaza de la estación de Renfe. La tercera necesidad prioritaria es programar y realizar suelo industrial, de forma que cuando llegue una industria disponga inmediatamente de terreno.
*Agustín Arca: Efectuar una metódica revisión del Plan General, utilizando un amplio equipo técnico tomado por profesionales que conozcan muy bien Vigo, sus necesidades y singularidades. Organizar muy bien la gerencia de urbanismo, convirtiéndola en una propulsora del desarrollo urbanístico. Efectuar el estudio de un completo Plan Municipal Viario de todo el Concello.
Curiosamente la propuesta de Soto, quien también ganó elecciones y repitió en la alcaldía, se parece enormemente a las fantasías del alcalde actual, ambas sin concretar nunca el “como”, lo que lleva implícita la financiación, con un final en Soto de no conseguir ni un solo concejal en esas elecciones, algo que para la ciudad supondría aprender de los errores de ocurrir con Caballero en las próximas elecciones municipales, lo que no es demasiado previsible, dada la constante en los vigueses de no tomar demasiada nota de sus errores y rectificar en consecuencia.
Pasados 18 años, no solo prácticamente nada de todo esto se ha llevado a cabo, ni siquiera ni una sola de las promesas visionarias, al estilo Soto, del actual alcalde, sino que la única novedad consiste en las “humanizaciones” iniciadas por la anterior alcaldesa y continuadas por la actual corporación, trasladando para ello toda una serie de aparcamientos suprimidos en las calles, al parque del Castro, hoy depositario de una enorme maraña de vehículos procedentes de la diaria fuerza laboral de toda el Area metropolitana, que no han encontrado más solución que masacrar el único parque importante en el centro de la ciudad (el vigués suele no pisar el Castro y por tanto ni enterarse), aunque eso si, la ciudad se ha llenado de horteradas en todas las rotondas y como culminación de la obra, Vigo dispone hoy de una familia de dinosetos que para si la quisieran las mayores capitales del mundo…
Otros artículos de la revista trataban sobre eternos proyectos como “Plaza de España: prisas, discriminación e ilegalidad”, “Avenida de Madrid: Un tapón permanente para el tráfico”, “Finca do Conde: Un trato desigual”, “Ley del Suelo de Galicia: ¿Una traba para el desarrollo de la ciudad”, etc.
Hoy Vigo sigue sin Plan General, tumbado por la Justicia, sin esperanzas de resolver ni siquiera a medio plazo, gracias a la absoluta incompetencia de su alcalde, de su concejala de urbanismo de entonces, hoy presidenta de la Diputación y de la Conselleira de Ordenación del Territorio, hoy su concejala de urbanismo, todos empeñados en una absurda aprobación exclusivamente motivada por intereses electorales. Ninguno de los proyectos esperados en la ciudad y apuntados entonces, se ha resuelto ni parece que vaya a resolverse, como tampoco ninguno de los nuevos frentes abiertos tienen visos serios de llegar a resolverse, y ahí es donde conviene entrar en los dos artículos citados al principio, en los que se puede comprobar, de nuevo, que ignorar la historia solo sirve para volver a caer en los mismos errores, en este caso de creer a nuestros políticos cuando solo la fantasía, el oportunismo, la mentira y la más absoluta ignorancia, presiden todas y cada una de sus promesas, de nuevo creídas en gran parte, por un pueblo que cada vez deja más que desear.
Empezaré por un artículo de Verónica González titulado “el efecto púlsar” en el que la articulista no se explica como a tres proyectos a desarrollar en la ciudad, no se le saque un mayor rendimiento, ni se le busquen mejores causas.
Uno de ellos es la nueva sede del Real Club Celta, una obra privada sobre la que ningún mérito hay que buscarle al propio ayuntamiento, más allá de consentir una fachada que sobrepasa sobradamente tanto la altura como los voladizos permitidos en la calle del Príncipe.
Trata además en su artículo, sobre el Auditorio y Palacio de Congresos, olvidándose de que si no se le saca el rendimiento esperado, es porque en nada se parece el resultado final, propiciado por el actual alcalde, ávido de concluir la obra de la forma que fuera, a costa de lo que fuera, en busca de un resultado electoral, habiendo masacrado para ello la idea de la consecución del rendimiento al que alude la articulista. No nos olvidemos que el Auditorio y Palacio de Congresos, formaba parte de un proyecto de acercamiento del centro de la ciudad a uno de sus sectores más pujantes, Bouzas-Traviesas, cubriendo una especie de tierra de nadie que habría de ser tratada urbanísticamente como una continuación del centro, no solo con la construcción del Palacio, con mayores servicios, usos y utilidades que el actual, donde incluso se incluía un importante centro comercial de llamada, con importante aparcamiento, aparte del hotel al que, las frustradas expectativas han conducido al fracaso, completado por una conducción subterránea del tráfico entre el Berbés y la calle Coruña, con una peatonalización superior, el traslado de las naves existentes a la proyectada ciudad del frío, para convertir la zona en una importante área residencial de cornisa marítima, etc. lo que sin duda hubiera modificado de forma importante una parte fundamental de la ciudad, perdida en su oportunidad exclusivamente debido a la ambición de quien más debería haber velado por la consecución adecuada del proyecto, algo impensable en el personaje.
Otro de los proyectos que señala es el conocido como de la Panificadora, tema fundamental del otro artículo que comentar, “La Panificadora: un nuevo aprovechamiento ciudadano” de José Salgado y César López, arquitectos ganadores de un concurso de ideas, creado al efecto de buscar salida a la conservación de la antigua fabrica de pan.
Como sobre el particular, en cuanto a la conservación de la fabrica, ya he manifestado mi postura sucesivas veces, no voy a incidir de nuevo en cuanto a la folclórica sobrevaloración del asunto, sino en la mentira, de nuevo (y van…), que todo el proceso comporta.
La Panificadora, no es una propiedad pública, sino una propiedad privada, calificada para vivienda colectiva, con un convenio ya muy antiguo y reformado sucesivas veces entre el propio ayuntamiento y sus propietarios, por lo que cualquier actuación que allí haya de hacerse por parte del ayuntamiento, por mucha rentabilidad que demagógicamente pretenda el actual alcalde, ha de pasar por una larga negociación entre el propio ayuntamiento y la propiedad, o bien por un proceso de expropiación que habrá de resolver el jurado de expropiación, posibilidades ambas que pueden durar años en su consecución, así como su futura recalificación en el planeamiento, para los usos que se decidan.
En el supuesto de llegar a un acuerdo, o bien llevarse a cabo la expropiación, el ayuntamiento no dispone, al menos en su presupuesto aprobado, de consignación alguna para la compra en cuestión. De nuevo vuelve a fallar el “como”.
Finalmente y en el caso de que milagrosamente apareciera consignación para la compra de los terrenos y sus edificaciones, al no haber rendimiento alguno privado, todo el presupuesto a considerar para llevar a cabo las obras de que se trate, deberían salir de la propia administración, lo que no parece plato a servir ni por parte de la administración central, ni autonómica, ni provincial, y menos municipal, en un ayuntamiento que, no solo no paga absolutamente nada en cuanto a nuevas dotaciones para la ciudad, sino que incumple sistemáticamente todos los compromisos adquiridos con otras administraciones en cuanto a pagos a efectuar.
Ya en el capitulo de usos, ninguno de los propuestos parece ni perentoriamente necesario para la inversión a considerar, ni factible para su financiación por entidad privada alguna, pues lo de la biblioteca nacional, pagada por el Estado, hoy que ya casi todo es digital y que la juventud lee menos que Rajoy, parece hoy en día más una coña marinera, que cualquier propuesta medianamente seria.
La Panificadora, como tantas otras cosas en una ciudad en la que se les cierra la puerta a la iniciativa privada y a que estas inversiones se rentabilicen, es otra de las innumerables posibilidades perdidas y condenadas al más absoluto fracaso, un solar en el centro de la ciudad en el que la demagogia, lo políticamente correcto, el folclore y la más absoluta estupidez, acabaran condenando a la más lamentable ruina, al igual que al Barrio del Cura, Orillamar, y tantas otras zonas de la ciudad condenadas al ostracismo por obra y gracia de un alcalde que, al igual que el perro del hortelano, ni come ni deja comer, pero eso si, alimenta como nadie el localismo provinciano de un pueblo crédulo aunque lo engañen permanentemente, que pone más en valor bobadas como lo del dinoseto, la jarana, las horteradas o el celebrar la “reconquista”, donde se le cerró el paso a la Ilustración en beneficio del rey más canalla de toda la monarquía histórica española y su modelo de pais de ausencia de libertades, sotana y tente tieso, que lo verdaderamente determinante para el progreso de la ciudad.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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