Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Política urbanística. El aparcamiento

 

¿Quen son os ricos?. Os politicos
¿Quen son os politicos?. Os que jobiernan
¿Quen nos mete tanta vijilansia?. O jobierno
¿Quenes comen os persebes? Eles.
Antón Reixa, con Os resentidos, en su álbum “Fai un sol de carallo”, comenzaba así, con ese gallego “popular”, uno de sus primeros éxitos: Galicia sitio distinto, al ritmo de !lume forestal!, tacón, punta tacón, baila do dereito e do revés, para terminar con un solemne !Aupa Camerún!.
Evidentemente, en Galicia, el “hecho diferencial” en el que se apoyan tantos independentistas de otros lares para disimular su auténtica razón de creerse mejores y con ello mostrar su insolidaridad, o fascismo (¿porqué no hablamos claro?), pidiendo la independencia, es evidente, aunque afortunadamente para nada conduce a tales muestras de desprecio por el foráneo, muy al contrario, aquí todo el mundo es bienvenido, pero si algo tiene mejor el gallego que nadie, es que es honrado y trabajador a carta cabal. Así, Vigo llora pero trabaja, La Coruña se divierte y “nadie es forastero”, Pontevedra duerme pero “da de comer a quen pasa”, Santiago reza y vive del cuento de lo del apóstol, mientras para comer: Lugo, al tiempo que Ourense puebla el mundo, y así cada uno a su aire…, otra cosa es encontrar aparcamiento.
Pontevedra, la provincia marítima más al sur, dispone de tres ciudades que en su día fueron capital, en las que el preciado espacio de ubicación y descanso de nuestro vehículo en la vía pública, se administra de muy distinta manera, pues en esa Galicia sitio distinto, también se contempla el que aquí cada uno va a lo suyo, el de fuera vete a saber, y el vecino para que te cuento, no obstante es posible, pudiera ser, o depende, aunque quizá, pero quien sabe, pois Deus e bo, pero o demo non e malo. Vamos, que al revés te lo digo para que lo entiendas, pero si a mi vecino le vas a dar el doble, entonces sácame un ojo. Bueno… vamos a llevarnos bien, ya que sino, como diría Manquiña, va a haber hondonadas de hostias, pues el conceto es el conceto, y que sepan los “turcos” que con el céltiña ni una coña, ¿eh?.
Pontevedra es la capital, Vigo la ciudad más poblada de Galicia, también fue capital, y Tui fue de una de las siete capitales gallegas. La primera tiene hoy 83.000 habitantes, la segunda 293.000 y la tercera 17.000. Se trata por tanto de tres ciudades con realidades y problemas urbanísticos muy distintos sobre el papel. Pero, ¿como soluciona cada uno el eterno problema del aparcamiento?. Veamos en primer lugar de quienes hablamos.
Pontevedra, la única de las grandes ciudades gallegas regida por el BNG, lleva ya muchos años con el mismo alcalde al frente, siendo hoy premiada en buena parte de Europa y del mundo por sus ideas y decisiones urbanísticas de éxito, entre las que figura su política de tráfico, de peatonalización y de aparcamiento. Cuenta además Pontevedra con un Casco Histórico sobresaliente, en general bien conservado, poblado y con un importante atractivo.
Vigo, por el contrario, carece de política urbanística en todas y cada una de sus facetas, sin política de vivienda, ni industrial, ni comercial, ni de infraestructuras, ni de dotaciones, ni de peatonalizaciones, ni menos de aparcamiento, con un Plan General anulado debido a la “trampa” que, con su alcalde al frente, se articuló para apuntarse cuanto antes, de cualquier manera y a costa de todos los vigueses, la aprobación de su controvertido Plan General, un alcalde que es el prototipo más evolucionado de la demagogia, la mentira permanente, el fomento más abominable de su proverbial victimismo, del enfrentamiento con todo y con todos, y en definitiva el adalid del paulatino empobrecimiento competencial de la ciudad, con todo aquello que pudiera hacerle seguir su otrora exitoso crecimiento, aun cuando tiene embobado a una buena parte del personal, generalmente con origen en la Galicia rural, asombrosamente crédulos, en los que las fiestas, festejos, actos, hechos, horteradas y promesas pueblerinas de dudoso gusto y efecto, calan con cierta intensidad. Cuenta con un Casco Viejo no demasiado importante, prolongación de un pasado de puerto pesquero y poco más, pues los edificios de cierto porte y consideración arquitectónica, se encuentran en el ensanche de la ciudad.
Tui, por otra parte, perdido su protagonismo comercial, religioso y fronterizo, languidece sin saber a que dedicarse, con un Casco Histórico que siendo el segundo de Galicia, tras Santiago, se encuentra en un estado de abandono bastante lamentable, con una ensalada de partidillos políticos al frente, incapaces de articular propuesta mínimamente razonable alguna para la ciudad.
En estas condiciones, Pontevedra dispone de una política de aparcamientos bastante razonable, Vigo inexistente y Tui equivocada. Tres políticas muy habituales por estos y otros lares, con aciertos y errores de libro, sobre todo en las dos últimas, que muy bien hubieran podido servir de ejemplo en los cursos de especialización sobre tratamiento de Cascos Históricos que he tenido la ocasión y acierto de cursar y conocer a lo largo de una vida dedicada al urbanismo. Me explicaré.
Pontevedra se plantea llevar a cabo una política paulatina de peatonalizaciones y ofertas simultáneas de aparcamientos, con la llegada de su actual alcalde, justo en 1999. Actualmente la ciudad se encuentra casi toda ella peatonalizada o con circulación restringida en la zona central y Casco Histórico, con una oferta de 6 aparcamientos disuasorios gratuitos a lo largo de su perímetro, comunicados con el centro, 15 aparcamientos privados de bajo coste en la zona central de la ciudad, con distintas ofertas para residentes o usuarios regulares, complementados con algunos aparcamientos de superficie, limitados a 15 minutos para particulares y a 30 minutos para carga y descarga, habiendo reducido hasta la casi total desaparición los accidentes de tráfico, y limitada la velocidad a 30 Km/h.
Vigo, con anterioridad a la llegada del actual alcalde, se planteó una tímida política de peatonalizaciones y de oferta de aparcamientos privados, aunque muy mal ubicados y a precios poco accesibles, pues la mayoría se construyeron bajo las principales vías de la ciudad, anulando con ello el posible trazado de vías subterráneas de comunicación para la peatonalización en superficie. Con la llegada del actual alcalde, nunca se ha planteado política alguna de peatonalización, ni de aparcamientos disuasorios a la entrada de la ciudad, ni asequibles en el centro, limitándose al cambio de material de sus aceras (ahora de piedra), a la ampliación de algunas de tales aceras, sin haber aprovechado la circunstancia para la conducción de todas las infraestructuras a través de galerías de servicios (las tapas de todo tipo de servicios son protagonistas en la ciudad), y a la creación de nuevas rotondas, rematadas con un catalogo de las muestras más variopintas de horteradas varias, desde un barco enorme en una de ellas, tras suprimir una de las más logradas y adecuadas composiciones vegetales con que contaba la plaza, a la última anunciada, con una pantalla luminosa giratoria donde distraer a los automovilistas y proyectar los partidos del Celta. Es tal la inexistencia de tal política, que la enorme cantidad de vehículos que llegan a diario a Vigo acaba aparcando en el parque del Castro, el principal parque y mirador de la ciudad, absolutamente colapsado de coches aparcados por los sitios más inverosímiles. Tal es así que mientras Pontevedra, con una población casi cuatro veces menor, ofrece 6 aparcamientos disuasorios gratuitos, Vigo no ofrece ninguno, cuando uno de ellos lo tiene ya construido y ni siquiera se ha enterado ni gestiona su utilización, como es el excesivamente dimensionado del aeropuerto, en el que existen varias plantas vacías desde su construcción, y en el que una gestión con aeropuertos del Estado y con la compañía viguesa de autobuses, podría ofrecer a bajo precio una solución al menos a uno de los accesos más demandados de entrada en la ciudad, pero es que incluso el hasta ahora hospital principal, al carecer de aparcamiento, ha propiciado que todos los campos de alrededor sean utilizados por sus propietarios para habilitarlos como aparcamientos de pago, en una imagen deplorable de cientos de coches repartidos por los campos adyacentes, lo que no ha impedido el que al alcalde le declare la guerra al recién construido mejor hospital de Galicia y uno de los mejores de Europa, construido por la Xunta y con un amplio aparcamiento, alegando que no lo habían hecho gratuito y alentando a enfermos y visitantes a que colasen las calles de acceso al hospital, aparcando en ellas, e incluso en los campos vecinos, aunque eso si, prometiendo un aparcamiento gratuito en los alrededores, que como todo lo que promete, ni se ha construido, ni se le espera.
En resumidas cuentas, política inexistente de peatonalizaciones y de aparcamientos que, al ni siquiera haberse planteado, y con un Plan General que tampoco se lo planteaba, hará que al menos en unos 20 años, Vigo carezca de zonas peatonalizadas con sus correspondientes aparcamientos disuasorios, asequibles y efectivos, para el buen funcionamiento de una hipotética peatonalización.
El caso de Tui es bien distinto. Por su tamaño no precisa de aparcamientos disuasorios en su perímetro, pero si de aparcamientos asequibles de centralidad, sobre todo en los alrededores de su Casco Histórico, único atractivo actual de la ciudad. Tui cuenta actualmente con un único aparcamiento público, gratuito y provisional en el centro, en una explanada de tierra, actualmente sin edificar, alejada del Casco Histórico, contando además, con la clásica oferta de aparcamientos de superficie, en prácticamente todas sus calzadas.
En cuanto a su Casco Histórico, la solución es la peor que se podía haber adoptado, solución archiconocida de cascos intervenidos por “responsables” que de estos asuntos no saben absolutamente nada y cometen siempre los mismos errores.
Como ya se ha apuntado, el Casco tudense es el segundo en extensión de Galicia tras el de Santiago, situado entre el Miño y la parte alta y central de la ciudad, con una disposición alargada paralela al rio y un trazado transversal en fuerte pendiente, lo que unido a las estrechas dimensiones de su trazado viario, la hacen de difícil tránsito y de natural uso peatonal. A ello hay que sumar su secular abandono por parte del Ayuntamiento y sus “responsables”, lo que hace que paulatinamente se vaya despoblando, que solo exista actividad comercial en sus bordes, concretamente en la parte alta o en los alrededores de la Catedral y siempre con predominio de cafeterías y algún restaurante como únicas muestras de comercio, para no contar con local comercial alguno en el resto del Casco. La situación es la clásica, de libro, de un Casco Histórico en pleno proceso degenerativo, que pasa inexorablemente por la ruina paulatina de gran parte de su edificación, el envejecimiento de la población y su crecimiento negativo, la incipiente ubicación de “locales de copas”, la suciedad y el vandalismo, al que contribuye muy eficazmente la falta de vigilancia y sanciones por parte del ayuntamiento, en definitiva la archiconocida trayectoria hacia su absoluta ruina, sin posibilidad alguna de revitalización si no se toman medidas radicalmente distintas y tendentes a las necesarias intervenciones que pongan fin a ese proceso degenerativo, medidas que algunos hemos apuntado sin el más mínimo éxito, entre concejales, alcalde (un personaje “ido” cuando le hablan de tales asuntos) y demás “personajes” a los que se les supone su interés por la ciudad.
Hay que señalar aquí que la desidia municipal, aun tratándose de la joya de la ciudad, llega a tal punto que no solo los “municipales” se niegan a bajar al Casco a llevar a cabo su labor de vigilancia, sino que desde siempre existen unos letreros en sus accesos en los que se indica que la circulación por el Casco está limitada unidamente a residentes, letreros que nadie respeta, que entra todo ser ajeno en sus calles, aparcando en cualquier parte y que nunca nadie es multado por ello, cuando la “peatonalización”, con cierto grado de tolerancia a residentes, estaría más que lograda con hacer efectiva la prohibición de circular a no residentes pues, entre otras particularidades, los vehículos de residentes lo son en una densidad ínfima.
En estas circunstancias, a la actual Corporación municipal, compuesta por una ensalada de partidillos de perdedores en las últimas elecciones, sin la menor preparación en la materia y asesorados por los más fundamentalistas del lugar, no se les ocurre otra cosa que declarar la zona peatonalizada, sin ofrecer solución de aparcamiento alguna a los residentes, más que indicarles que aparquen en las calles de borde, donde ya han puesto otros letreros en los que se especifica que se trata de aparcamientos de residentes, letreros que como los anteriores ya nadie cumple, ni la policía municipal vigila, agravando más si cabe la cada vez más difícil labor de revitalización del Casco Histórico y todo a “mayor gloria” de unos corporativos que se creen que con ello han hecho un gran servicio a la ciudad y a un Casco que de cuidarlo adecuadamente podría vivir Tui de su explotación turística, en lugar de echar cada vez más a sus residentes, contribuir a la degeneración del botellón y sus consecuencias (tras eso suele venir la venta de droga, que al parecer ya ha dado comienzo), impedir nuevos asentamientos poblacionales, la apertura de negocios “sanos” y la visita de turistas, quienes no solo no conocen el Casco, sino a quienes les resulta casi imposible aparcar en sus cercanías por falta de gestión municipal y de conocimientos a la hora de conseguir llevar a cabo aparcamientos de proximidad.
En resumidas cuentas, en una misma provincia de Galicia sitio distinto, la ciudad de tamaño medio actúa de forma adecuada, la de gran tamaño ni actúa, y la pequeña lo hace de forma penosa. Como consecuencia de ello, Pontevedra tiene un Casco Histórico revitalizado, precioso, cuidado y en el que da gusto hacer vida. Vigo tiene su Casco Histórico más conocido, el Berbés, abandonado, al igual que el colindante al ayuntamiento, cuya fachada posterior, la que da a la ria y a la ciudad es un auténtico despropósito de ruina, suciedad y necedad, y donde solo las zonas de bares tiene una cierta vida, ajena totalmente a lo que de revitalización debería tratarse. Finalmente el Casco Histórico de Tui camina inexorablemente hacia la ruina, tanto en cuanto a sus edificios, como a su actividad comercial, como a su necesaria revitalización, con un Casco sin objetivos, ni actividad, ni cuidado alguno por parte de su ayuntamiento, algo que esta´pidiendo nuevos planteamientos, altas dosis de gestión y plena dedicación desde un ayuntamiento a años luz de tales planteamientos.
Fai un sol de carallo pero, … ¿donde aparco?
¿Quen sije comendo os persebes? Eles.
!Aupa Camerún!

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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