Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Piedra de fe

 

Hoy es uno de esos días en los que incluso un agnóstico como Dios manda, como yo, podría decir aquello de !Aleluya, Dios existe!.
Mi primera profesión de marino mercante, aunque no ejercida demasiado tiempo, me advirtió, al menos suficientemente, sobre la escasa fiabilidad de las cartas náuticas en las proximidades de las costas, y sobre todo en aquellas zonas no navegables para grandes buques, esas zonas que practicamos con mayor asiduidad los de la náutica deportiva, los aficionados, esos que se balancean entre no hacer puñetero caso a las cartas, o creerse que lo indicado en ellas es palabra de Dios (no me reconozco, he citado a Dios tres veces y con esta cuatro). Pues ni una cosa ni otra, sino todo lo contrario.
Hoy existen en el mercado unas cuantas cartas náuticas, ya sea en papel o bien en soporte informático, en las que consultar los puntos sobre los que se preve nuestra derrota, pero conviene no engañarse, pues todas ellas son la misma, la levantada en su día (hace un porrón de años) por el Instituto Hidrográfico de la Marina. Es cierto que las distintas señales en superficie, donde existan, han ido cambiando con el tiempo y las circunstancias de la navegación, por lo que conviene navegar con cartas actualizadas, pero en cuanto al fondo marino, poco se actualiza, de manera que los posibles errores se arrastran generación tras generación, salvo actualizaciones para casos muy concretos. También es cierto que las posibilidades técnicas que existen hoy en cuanto a levantamientos batimétricos, son muy superiores a las habidas en el momento en que se levantaron las cartas vigentes.
Tengo la dicha de navegar asiduamente por las Rias Bajas, más concretamente por la ria de Vigo, en particular por la de Bayona, tener como destino habitual las Islas Cies, y atracar en el Monte Real Club de Yates de Bayona, es decir, el despiporre de la náutica deportiva, las mejores aguas navegables de la península y me quedo muy corto, pero también es cierto que a base de mucha observación, encallar alguna vez (dejar el barco balanceándose en una restinga inexistente en la carta), y recoger experiencias ajenas puntualmente comprobadas, me he ido dando cuenta que la zona precisa, cuanto antes, de una revisión a fondo.
La entrada en la ria de Bayona desde la de Vigo, no es especialmente complicada, pero requiere de ciertos conocimientos, pues o bien se entra por una canal existente entre la península de Monte Ferro y la isla Estela de Tierra, o ya hay que hacer alguna milla más y dar la vuelta por las señales de la Negra y los Carallones para evitar las Serralleiras, la entrada más recomendable para embarcaciones de un cierto calado.
La inmensa mayoría de las embarcaciones deportivas utilizan ese estrecho, lo hacen en ambos sentidos, casi todas por un mismo lugar aunque se trate de rumbos encontrados, y a velocidades absolutamente inadecuadas, lo que da origen a bastantes conflictos a lo largo del año, tratándose de un paso no recomendado en días de temporal, fuerte oleaje y bajamar escorada.
Las cartas indican todas ellas la existencia de dos piedras en el canal. Una de ellas situada en el medio, a una profundidad de unos 90 cm. con marea baja, mientras que la otra figura en cartas como una piedra que asoma en marea baja, pero que en realidad no existe, pues donde la carta la indica, en marea baja existe una profundidad cercana a los 4 metros, de manera que el único obstáculo importante es la piedra situada en el centro del canal.
Desgraciadamente existe una leyenda urbana en la zona (marina en este caso), que aconseja pasar el estrecho, lo más cercano a la isla de la Estela, algo que al igual que la fe, suele ser un sinsentido que todos siguen al pie de la letra (ya me salió la vena agnóstica).
Pues bien, al igual que con la fe, conviene poner estas afirmaciones en entredicho a la luz de la ciencia, y directamente a través de nuestras propias observaciones. En el caso que nos ocupa, la ciencia (las cartas náuticas), aunque no sean demasiado de fiar como se expuso, ya indican que las profundidades en las cercanías de la Estela no son demasiado recomendables para la navegación, debiendo discurrir esta entre la piedra situada en el centro del canal y la propia Estela, el lugar más seguro y de mayores profundidades.
Ante lo expuesto, y tras haber visionado los fondos en toda la canal, llegué en su momento a la conclusión de que lo ideal sería balizar la piedra situada en el centro, y aconsejar a las embarcaciones que navegasen en rumbos encontrados que dejaran la baliza en el centro, estableciendo con ello un canal de salida y otro de entrada, ofreciendo con ello una seguridad hoy inexistente, alejándose con ello tanto de la proximidad de Monte Ferro, como de la Estela.
Convencido de ello y en la esperanza de que tras ponerlo en conocimiento de la Administración esta se pondría manos a la obra, al menos en cuanto a comprobaciones previas se refiere, me dirigí a la Autoridad Portuaria de Vigo, donde me dijeron que cualquier reclamación al respecto debería presentarse por escrito, lo que les aseguré que haría, no sin antes comunicarles mi asombro, al comprobar su poco interés sobre el particular y el que ello no se corrigiera “de oficio”.
Hecha la “reclamación” consideré oportuno trasladar mi inquietud al Club de Yates para que estos, a su vez, hiciesen lo propio, a lo que enseguida se aprestaron, de manera que hace ahora alrededor de unos 5 años, tanto yo a titulo particular, como el Club de forma institucional, solicitamos lo indicado.
A partir de ahí las visitas a la Autoridad Portuaria para conocer la trayectoria del expediente fueron abundantes. Los primeros resultados adjuntaban por su parte copias de las cartas, indicando los dos bajos a señalar, aun a pesar de hacer notar por mi parte que uno de ellos no existía, indicación que nunca prosperó, ya que al parecer era más importante mantener el error de la carta, que rectificar o que acercarse al estrecho y comprobarlo.
En mi interés por evitar errores y porque me creyeran, contacté con una empresa dedicada a levantamientos batimétricos, para que hiciesen una valoración del coste de hacer un levantamiento en todo el ámbito del canal, pudiendo disponer así de datos reales de profundidades, lo que comuniqué al Monte Real por si fuera necesario hacer una inversión al respecto, algo que tampoco funcionó, ya que la Autoridad Portuaria me comunicó que eso aun complicaría más el tramite, ya que el levantamiento debería ser autorizado para ser tenido en cuenta a esos efectos, etc.
No contento con ello, decidí esperar a la coincidencia de un día de temporal, con la máxima marea baja equinocial, lo cual se produjo por definición en un día de perros, donde desde lo alto de Monte Ferro, pude fotografiar el canal y observar el amplio círculo de espuma que el rompiente de las olas causaba en la piedra real y la nula prueba de ello en la piedra ficticia, fotografías que mostré al funcionario de turno y, … ni con esas.
Finalmente y hace ahora algo más de tres años, se me comunicó que el siguiente paso era la consulta de impacto ambiental, consulta que había que hacer a un sin fin de entidades, lo que seguramente llevaría un tiempo.
A partir de ahí he de confesar que no volví, ya que aquello me parecía kafkiano, el interés de la Autoridad Portuaria tampoco era evidente, ya que seguían sin ir al lugar a comprobar lo que yo les aseguraba, y la espera podía ser eterna.
Hoy por fin se ha producido el milagro, que me comunica mi buen amigo Antonino García, director de Vigoe.com, aunque como todos los milagros, si profundizas un poco, enseguida descubres la chapuza.
El BOE, con la referencia A-2017-14676, publica la autorización para llevar a cabo la balización tras haber superado positivamente el informe de impacto ambiental.
Según el BOE se trata de una resolución de 28 de noviembre de 2017, de la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural, por la que se formula informe de impacto ambiental del proyecto de Balizamiento de los bajos de la Porta y de Laxe o Meixoeiro (Pontevedra). Se trata por tanto de una evaluación de impacto ambiental simplificada. El Promotor de la actuación es la Autoridad Portuaria de Vigo y el órgano sustantivo es Puertos del Estado, ambos pertenecientes al Ministerio de Fomento. Ni mencionar para nada que ello se ha llevado a cabo, no por iniciativa ni preocupación de la Administración, sino por el empeño de un particular y por el Monte Real Club de Yates de Bayona.
La documentación ambiental del proyecto se recibió en la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (e “dos carruajes camas e dos grandes expresos europeos”), con fecha 27 de enero de 2015 (!hace casi 3 años!). El proyecto fue remitido para su informe a !25! entidades distintas, de las que únicamente contestaron 8 (en tres años). De los 17 que no contestaron, están todos los grupos ecologistas y entidades que inexplicablemente han pasado de hacerlo, como el Centro Oceanográfico de Vigo, la Subdelegación del Gobierno de Pontevedra, el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, el Parque Nacional Islas Atlánticas, la Diputación de Pontevedra, la Secretaría General del Mar de la Consellería de Medio Rural y del Mar de la Xunta, la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Pontevedra, etc., amén de otros organismos oficiales que al parecer “pasan” de su cometido.
De su lectura se deduce la ausencia absoluta de oposición por parte de nadie pero, ante mi sorpresa, siguen pensando en balizar la piedra existe y la piedra virtual, inexistente, supuesta, o resultado de su fe en la carta (creer lo que no vimos, según el padre Astete), aunque estaba en sus manos cerciorarse.
Por otra parte, y esto también llama la atención, el sistema de balizamiento a emplear será el llamado de marcas especiales, en color amarillo y con un aspa amarilla en su coronación, previsto para indicar zonas o configuraciones especiales no relacionadas en general como ayudas a la navegación, sino para indicar hechos especiales (?) que la norma enumera y en los cuales únicamente tiene cabida, para el caso que nos ocupa, un apartado en el que especifica su adecuación como “separación de tráfico, donde el balizamiento convencional del canal puede prestarse a confusión”. Si es así, no se entiende como no se cita el hecho de que además de señalar un peligro aislado, este balizamiento tiene como misión la separación de tráfico, algo que concretamente pedíamos ya en nuestra solicitud, ya que si solo se tratase de indicar el peligro aislado, la baliza sería negra con franjas rojas, correspondiente a “peligro aislado de pequeñas dimensiones, rodeado por todas partes de aguas navegables”. Hasta aquí tendría un pase, e incluso favorable a nuestras pretensiones, pero donde ya carece de sentido esta baliza es en el supuesto lugar de ubicación de la otra piedra, la piedra fantasma, ya que esta se encuentra situada en el imaginario cartográfico, muy cerca de la Estela, lugar que nada tiene que ver con separación de tráfico alguna, pues quien llegue a esa baliza y pretenda dejarla por babor o por estribor según sea su entrada o salida, si le toca pasar entre la baliza y la Estela, naufragio habemus.
En resumen y de querer balizar ambas piedras, la real y la ficticia, en el caso de la real la baliza escogida es correcta, pero siempre dejando muy claro que se trata no solo de localizar un peligro, sino de indicar una separación del tráfico por el canal. En cuanto a la ficticia, no podemos señalarla con una baliza negra con franjas rojas de peligro aislado, ya que ello indicaría que tiene aguas navegables a todo su alrededor, sino simplemente con una boya verde de acceso desde la ria de Vigo (aguas abiertas) a la de Bayona, lo cual haría alejarse a los barcos de la boya, con imposibilidad de pasar por entre la boya y la Estela. A mi entender, lo previsto es una auténtica chapuza, con evidente peligro en el caso de que se balice la piedra ficticia como marca especial en amarillo, y con la consideración de separación de tráfico, pues al existir además otra cercana y con la misma misión, la derrota resultante por el canal sería absolutamente caótica.
Veremos que sucede, aunque me temo que en esa tesitura de genuina burocratización en cualquier tipo de actuación, acaben no rectificando y finalmente balizando la piedra existente (ya veremos cuando) y clavando otra baliza a 4 metros de profundidad donde maldita la gracia que hace, lo que va a complicar el asunto y la imagen de ineficacia que dará ante los conocedores de la situación, algo que por otra parte a nadie interesará, ya que todos seguirán pensando en que allí hay una piedra que finalmente se ha balizado.
La fe mueve montañas… o las crea o las supone. País…

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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