Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

El sistema electoral y la madre que lo parió

 

De nuevo vuelven a cumplirse las previsiones tras las últimas elecciones en Cataluña: Las encuestas reiteran sus sempiternas equivocaciones de siempre, pues quienes las encargan tienen una visión muy parcial de la realidad y esperan resultados acordes con sus afanes, quienes reciben el encargo procuran quedar bien con sus clientes y sobre los encuestados poco sabemos sobre sus perfiles. El resultado, una tontería útil solo para partidos, tertulianos, e influenciables sin criterio.
Veamos los datos reales.
Sobre un censo aproximado de 5.554.000 votantes, ha votado el 82%, para elegir 135 diputados al Parlamento de Cataluña, que se han repartido de la siguiente forma: 37 a Ciudadanos, 34 a Junts per Catalunya, 32 a ERC, 17 a PSC, 8 a Cat en Comú (Podemos), 4 CUP y 3 PP.
En Barcelona gana holgadamente Ciudadanos con 24 diputados, lo que también sucede en Tarragona aunque con menor ventaja, mientras en Lérida y Gerona gana Junts per Cataluña, siendo ERC segunda en todas las provincias, con el descalabro de CUP y PP en todas ellas.
Por grupos, ganan en número de votos, los NO independentistas con un 50,89%, mientras que los independentistas obtienen un 47,12%, debido al sistema D´Hondt que prima a las demarcaciones pequeñas en contra del número de votantes en general. Tan es así que conseguir un escaño en Barcelona cuesta 49.000 votos, 31.000 en Tarragona, 30.000 en Gerona y 21.000 en Lérida, de manera que cerca de 130.000 votos en Lérida le han significado a Junt per Cat, ganar en la provincia con 6 diputados, mientras que esos mismos votos en Barcelona, únicamente le asignan 2 diputados a Ciudadanos, una inmensa estupidez absolutamente antidemocrática.
De cara a las alianzas, los perdedores en votos, los independentistas, no obstante consiguen mayoría, pues entre Junt per Cat, con un líder fugado de la Justicia, ERC, con un líder en la cárcel y CUP con un líder antisistema, consiguen 70 diputados en un Parlamento en el que la mayoría absoluta son 68. Por contra, los vencedores en las urnas, los más votados, los no independentistas, Ciudadanos con una líder sólida, vence en las elecciones, PSC con un líder un tanto titiritero y voluble, no da la talla esperada, PP aborrecido cada vez más en toda Cataluña, sigue en caída libre y En Comú Podem con líderes que ni fu ni fa, y una alcaldesa impensable, solo alcanzan a sumar 66 diputados.
Ya por posicionamiento social, el grupo de independentistas lo componen la derecha (JxCat), la izquierda (ERC) y los cercanos al anarquismo (CUP), que habrán de ponerse de acuerdo primando el sentimiento independentista por encima del ideológico. Por el lado constitucionalista, ocurre tres cuartos de los mismo, pues está la derecha (PP) el centro-derecha (C´s), el centro-izquierda (PSC) y la izquierda (Podem), todo ello aderezado de un grupo mixto que han de formar los más extremos del espectro ideológico, PP y CUP. Una “república” en el sentido coloquial de la palabra.
Así las cosas, el panorama político resulta desolador. Cabe pensar que los independentistas harán lo indecible para apoyarse dentro de su evidente desunión para no perder esa capacidad de gobernar, pero para llegar ahí hace falta que se produzcan toda una serie de piruetas. En primer lugar, lo lógico, en función del resultado de las elecciones, parece que intenten reeditar el anterior gobierno, con Puigdemont de presidente, Junqueras de vicepresidente y un gobierno similar al derrocado por el 155 y siempre con la CUP tocándoles sus bien amarrados atributos permanentemente. Para ello, primero deberán tomar posesión de sus cargos como parlamentarios, lo cual pasa porque los fugados vuelvan (aquí no vale la toma de posesión por plasma), ingresen en la cárcel nada más pisar suelo catalán (español), y obtengan permiso del juez para ello, misma situación esta última para los que tienen la cárcel como lugar de residencia.
En el caso de que ello se produzca y puedan tomar posesión de sus cargos de diputados, deberán obtener de nuevo permiso del juez para asistir a la sesión de investidura y poder votar y ser votado, y ello siempre y cuando el juez no haya decidido cambiarles su situación de investigados a procesados, pues entonces (tarde o temprano llegará) se acabó su carrera política, pues no podrán ocupar cargo alguno, debiendo correr la lista. Considerando además que la propia lista de investigados y posiblemente procesados se ha ido incrementando, es posible que si entonces aun prevalecen los acuerdos entre los independentistas, los líderes a considerar ni siquiera los conozcamos, algo que puede cambiar y convertirse en harto conocidos, si persisten en delinquir, hacen necesario la aplicación de nuevo del 155, y pasan a engrosar la lista de procesados, con lo que la fiesta puede durar hasta conseguir su ansiado independentismo, por acuerdo unánime de todos los españoles por absoluto aburrimiento, hastío de tanto hecho diferencial y tanta gaita, y ganas de mandarlos a hacer puñetas a todos y cada uno de ellos.
Hasta aquí la realidad actual, pero, ¿Como hemos llegado hasta este sinsentido?. Podemos encontrar muchas respuestas, hacer sesudos análisis y sostener todo tipo de teorías y consideraciones, pero hay un culpable indiscutible, el sistema electoral, con la ley o sistema de representación D´Hondt, inventada por el jurista belga Victor D´Hondt (otra vez los belgas de los congojos), una ley que en el momento de ser implantada en España quizá pareciera adecuada, ya que al primar a los partidos mayoritarios evitaba la confluencia en el Parlamento de una abundante retahíla de pequeños partidos que podrían complicar la labor parlamentaria, lo que unido a que se aplica por circunscripciones muy poco uniformes, provocando un precio por escaño muy distinto por provincia, y que además se aplica en España la barrera electoral, que evita la representación parlamentaria, cuando el resultado obtenido no alcanza el 3% de los votos, la existencia de listas cerradas y blindadas (no se puede cambiar el orden), la inadecuación a la España actual a la luz de los resultados obtenidos que falsean en gran manera la voluntad popular de la mayoría, el caso está servido.
Veamos, no obstante lo que ocurre en los Parlamentos de los principales países de nuestro entorno, considerando que no existe el sistema perfecto y que en ello influye también la tradición, las circunstancias del país, su tamaño, etc.
Reino Unido. Sistema uninominal mayoritario simple. Cámara de los Comunes. Dispone de 659 parlamentarios con igual número de circunscripciones, con una media de unos 70.000 electores por escaño o circunscripción. Obtiene el escaño el que gana en esa circunscripción, sin importar el que en el país entero el mayor número de votos obtenga menos escaños. Se consigue con ello que cada escaño es ganado por el elegido libremente entre sus vecinos, lo que supone un contacto y responsabilidad más directa, aunque en general beneficia a los grandes partidos.
Alemania. Sistema proporcional personalista. Bundestag. Dispone de al menos 598 diputados, para un total de 299 circunscripciones. No es un número fijo de diputados, pues se le suman alrededor de 20 para hacerlo más proporcional según resultados. Cada ciudadano dispone de 2 votos. Uno de los votos es como en el Reino Unido, por cada circunscripción para el ganador. El otro voto es para los otros 299 representantes por listas electorales cerradas en cada Land, votando al partido por el sistema proporcional Hare-Niemeyer. Este sistema suele perjudicar a los grandes partidos y facilita la presencia de distintas sensibilidades.
Francia. Uninominal mayoritario a dos vueltas. Asamblea Nacional. Dispone de 577 asientos y circunscripciones, con la elección de un solo diputado en cada una, de manera que si obtiene mayoría absoluta no se necesita segunda vuelta, pero si no es así se hace una segunda al cabo de una semana entre los que hayan conseguido al menos el 12,5% de la representación. Existe con ello un gran control por parte de los electores y una cultura de pactos en la semana anterior a la segunda vuelta.
Italia. Falsa proporcionalidad. Cámara de diputados, con 630 escaños y 100 circunscripciones plurinominales. El número de escaños se obtiene de forma directa por el porcentaje de los votos obtenidos, con barreras de entrada del 4%, de manera que se atribuye finalmente al partido mayoritario el 55% de los escaños, lo que garantiza la gobernabilidad por mayoría absoluta.
Paises Bajos. Sistema proporcional puro. Consta de 150 diputados, sin barreras electorales, siendo una única circunscripción para todo el país, pudiendo elegir los electores a los candidatos. Existen las figuras de arbitraje del “informador” que tantea las posibilidades de establecer pactos y el “formador” que hace las funciones de conseguidor de los pactos. Es uno de los sistemas más proporcionales del mundo. Utiliza el método del cociente electoral, quedando para los restos la utilización del sistema D´Hondt. Las listas son cerradas pero desbloqueadas, pudiendo elegir el votante el orden de preferencia.
España. Sistema mixto proporcional D´Hondt que data de 1976. Con un Parlamento compuesto por 350 representantes y 52 circunscripciones plurinominales, coincidentes con las provincias, con muy diferente peso poblacional, donde las zonas poco pobladas están sobrerepresentadas. Listas cerradas y blindadas y barrera de entrada en el 3%.
Lo que resulta evidente de lo expuesto y de los resultados analizados en estas ultimas elecciones, es que el sistema español, en su conjunto, es enormemente injusto, con resultados muy poco democráticos, como podemos constatar, y ya no solo en cuanto a resultados, sino también en cuanto a la confección de las listas y la nula posibilidad en el elector de tomar decisiones propias en cuanto a sus candidatos preferidos, o el cierre a partidos que no obtengan un mínimo de un 3% aun cuando en aplicación de la ley pudieran obtener algún escaño.
Quizá el sistema ideal a día de hoy, en una hipotética reforma de nuestra ley electoral, sería el escoger lo más representativo de cada uno de los sistemas apuntados, como el de confeccionar listas abiertas y desbloqueadas (no le interesa a ningún partido al evitar con ello el mangoneo), llevar a cabo muchas más circunscripciones electorales, con dos votos como en Alemania, con un diputado por distrito, mucho más cercano al ciudadano y de mayor responsabilidad, o a doble vuelta como en Francia, o bien con una única circunscripción como en Países Bajos donde la representatividad es mas proporcional a los votos obtenidos, con arbitraje para los pactos, etc.
Casos como los de Vigo en el ámbito municipal, donde prácticamente no ha gobernado nunca ningún ganador, haciéndolo siempre los segundones por pactos entre perdedores, o ahora en Cataluña, en donde Ciudadanos como partido ganador, no parece tener posibilidad alguna de gobernar, no responden a una esperanza democrática en el votante, pues si el partido que prefieren en mayor medida los catalanes es Ciudadanos y sumados los votos de los partidos no independentistas ganan la batalla, pero luego en aplicación de una ley electoral injusta, los perdedores cosechan mayor número de escaños y por tanto pueden gobernar, el resultado final nada tiene que ver con la esencia de la democracia.
Son ya demasiadas las cosas que hay que cambiar en España en el ámbito de la política, no solo la actualización de nuestra Constitución, sino muchas otras leyes y entre ellas, y como protagonista, un sistema electoral absolutamente injusto y frustrante.
Cataluña no se irá, pero lo que parece evidente es que quienes la van a gobernar no solo no han ganado las elecciones, sino que incluso desprecian la Constitución, la incumplen, se burlan sistemáticamente de las resoluciones adoptadas en su aplicación, son unos delincuentes y están en la cárcel, un estado al que hemos llegado tras décadas de favorecer esas actitudes, como consecuencia de un sistema electoral que ha hecho de los independentistas, tanto catalanes como vacos, moneda de gobernabilidad de los grandes partidos, quienes han consentido este deterioro en función de sus propios intereses electorales y que, aun siendo los culpables de la situación, ni con esas hacen nada por afrontar esa necesaria reforma en bien del devenir de la democracia en lo que queda de España.
El triunfo de Ciudadanos es de una lógica aplastante y de una bocanada de aire fresco francamente esperanzador, hartos ya de tanta caspa, a derecha e izquierda del panorama nacional.

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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