Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Estúpida y bobalicona tolerancia

 

Son muchos, y lo han sido a lo largo de los siglos, los campos en los que los españoles podemos estar orgullosos de serlo y de mantenernos como un país en el que la diversidad nos ha enriquecido hasta convertirnos, a pesar de nuestros incomprensibles complejos,  en uno de los países mas admirados del mundo. 

Hoy, con independencia de progresar en aquellos campos en los que podemos ser cada vez más competitivos y de ofrecer al mundo un sistema de vida envidiable, existen dos cánceres que atentan contra todo lo que a lo largo de los siglos nos ha hecho grandes y contra los que no se puede ser flojo, ni débil, ni ingenuo, ni tolerante: el fascismo y el fundamentalismo. En definitiva, lo de siempre: la política y la religión, dos asuntos que en España siempre han sido los lastres que le han impedido progresar al ritmo que lo hacía Europa.

En cuanto al fundamentalismo religioso, protagonizado largos siglos por la religión católica, finalmente nos hemos conseguido librar de sus intolerancias, sus barbaridades y su lucha contra la libertad, la ciencia y la cultura, al quedar de ello solo pequeñas muestras de ese fundamentalismo, hoy en día afortunadamente sin poder para con la ciudadanía, libre ya de su históricas e histéricas imposiciones.

Hoy, un nuevo, para nosotros, fundamentalismo religioso, nos amenaza a medio y largo plazo no solo con la intolerancia, la imposición y la ruina mental, sino con la desaparición como pueblo en un par de generaciones, y me refiero al fundamentalismo islámico, un sistema de vida medieval de incultura, y de retroceso histórico altamente alarmante, que se va imponiendo poco a poco aprovechándose de nuestra desidia, confianza, ignorancia, buenismo bobalicón e irresponsabilidad.

Para nada debe ser una disculpa el que también ocurra en Europa y que países como Francia, Bélgica, Holanda, e incluso Inglaterra y Alemania, lo sufran ya con mayor intensidad que nosotros, para actuar ya y de forma dura y terminante, si queremos no desaparecer y defender nuestros principios, nuestros logros y nuestra forma de vida. 

La invasión no ha comenzado recientemente, sino que ya lleva años en marcha, siendo ya más de 2 millones los musulmanes residentes en España, lo que supone ya alrededor del 5%. Por comunidades autónomas, las cinco primeras en cuanto a receptores son: Cataluña con unos 525.000, seguida de Andalucía con unos 320.000, Madrid con unos 285.000, Comunidad Valenciana con 210.000 y Murciana con unos 102.000. Salvo en el caso de Madrid, la población en su mayoría reside en el Mediterráneo, de manera que las comunidades con menor población musulmana son Galicia, Asturias y Cantabria, zonas con menor tradición en cuanto a sus aspiraciones.

El problema no es tanto la existencia de diversas comunidades en una España que siempre ha sido un crisol de pueblos y civilizaciones, sino el deseo de estos grupos de hacerse con el país, algo ya manifestado sucesivas veces, aunque miremos hacia otro lado, por la parte más fundamentalista de su población, sino su alarmante indice de natalidad (2,49 en Marruecos y con el Africa negra que emigra supone un indice de alrededor de 4) que, en contraposición al nuestro en este momento (1,34), supone una proporción aproximada de 3 a 1, y siguen entrando en el país en altas proporciones. 

En la proporción expuesta, en tres generaciones (75 años) nos superan fácilmente, lo cual significa que entonces, si nada cambia, habrá en el país más musulmanes que cualquier otro colectivo en España, llegando a hacerse con el poder sin tener que cambiar el sistema, por pura aplicación democrática en cualquier comicio que se organice. Consecuencia de ello y si la esperanza de vida en España siguiese siendo la actual de 83,5 años (80 hombres y 86 mujeres), todos los que hoy tengan menos de 8 años, acabarán viviendo en un país islámico, con las consecuencias que de ello se deriven.

Si esto es una amenaza brutal y real para España como tal, no lo es menos el fascismo catalán y vasco, del que también huimos en reconocer, nos ponemos de perfil, y al igual que con la religión, nos engañamos infantilmente, llamándole de formas mas discretas, suaves, o bobaliconamente estúpidas.

Los fascistas vascos, en colaboración con los “nacionalistas” mas blanditos (dejad que ellos muevan el árbol y yo recogeré los frutos, que decía Arzallus), tras comprobar que por la vía de la violencia no han conseguido sus objetivos, han retrocedido a la espera de ver que hacen los catalanes por la vía de la no violencia.

El fascismo, como tal, no tiene prácticamente ni un siglo de existencia, pero ya ha dado origen a dos guerras mundiales (nacionalistas servios en la primera y alemanes en la segunda) y aunque nace en Italia con Mussolini, tiene en consonancia con el otro látigo del pasado siglo, el comunismo, un origen socialista que derivó posteriormente en un nacionalismo excluyente y de exaltación de la raza y sus supuestos valores, superiores al resto de los pueblos con los que se convive.

Hoy, sobre todo la juventud mal informada y algo fanatizada, le adjudica todos los males, sean cuales sean sus orígenes: si alguien es autoritario es un fascista, si aplica la ley con rigor es un fascista, si es de derechas es un fascista, si opina de forma distinta es un fascista, etc., ya no digamos si se habla de Franco, un personaje que ya considera un fascista la mayoría de un país como el nuestro, cada vez menos interesado en el análisis histórico de nuestros hechos, ni siquiera de los más recientes. Fascistas fueron Benito Mussolini, Adolf Hitler y José Antonio Primo de Rivera, entre otros franceses, austriacos húngaros, etc. Franco fue simplemente un militar cuartelero sin mas ideología que la castrense, convertido en un dictador, mezcla de gallego, bananero y norte africano, sin demasiados escrúpulos, con una larga lista de asesinatos en pro del “orden” como máxima virtud política, protegido y protector de la iglesia católica, en lo que se llamó un nacional-catolicismo absolutamente castrante, aburrido, gris y desesperanzador, pero poco más, ni menos.

El fascismo, que se alimenta casi exclusivamente del nacionalismo, tiene otros fines, y aquí no hago distinciones entre tipos de nacionalismo, pues con independencia de los métodos o del carácter de cada uno, un nacionalista, no es alguien que quiere a su tierra, sin más, pues eso nos pasa a todos, sino que no solo la quiere por encima de todas las demás, del país y de cualquier otra cosa, sino que la quiere solo para él, para los que considera suyos y en exclusividad, dispuesto a matar por la “patria” si es preciso, o a huir disfrazándolo de acto heroico. Un nacionalista siempre quiere ir por libre, son los elegidos, no los distintos (todos lo somos) sino los mejores, y no verlo así creo sinceramente que es engañarse o no querer verlo.

Hoy en Cataluña existe una sociedad profundamente dividida, en la que una parte representa un fascismo moderno, de diseño, de “cultureta”, progre, de exaltación rural, de sus “sagradas” tradiciones, que acusa sintomáticamente al resto de fascistas, pero que son el más vivo retrato de las “virtudes” de un fascismo puro y duro, del que el nuevo presidente de la Generalitat es el más vivo retrato, pues no es preciso otra cosa que leer sus manifestaciones, incluso publicadas, para imposibilitar el negarlo.

Curiosamente mantienen una estética algo similar al fascismo vasco, donde el  aro como pendiente era un lugar común entre los etarras y el peinado a rastrillo entre las etarras, algo que mantienen, con ciertas diferencias, los nacionalistas antisistema en Cataluña, mientras los teóricamente más moderados apuestan por una estética “Guardiola”, de negro, más apretaditos y con modos de intelectualoide.

Su objetivo es el de independizarse a la mayor brevedad, arrastrando a toda la sociedad catalana a la que durante años han estado mintiendo, aleccionando, presionando y chantajeando con el idioma, con su versión de la historia, con la rivalidad con Madrid, con la idea imperial de España y haciendo de nuestro país (que es el suyo aunque no quieran) su enemigo, como enemigo de Cataluña y de su historia.

Siendo así las cosas, ¿que es en definitiva lo más preocupante en cuanto a esos dos peligros de la talla del fascismo y del fundamentalismo?. A mi entender la exasperante inmovilidad, dejadez, hipocresía y falta de responsabilidad de un gobierno que no solo pasa de todo, sino que, en el mejor de los casos, se pone de perfil permanentemente ante estos problemas, cuando no se vale de ellos para su propio interés y supuesta supervivencia.

En esa linea, la política de hoy del gobierno Rajoy, consiste en anular cuanto antes el famoso 155, a efectos de que la condición impuesta por los vascos para votar los presupuestos del gobierno, tengan su efecto, poder aprobarlos, pagándole a los vascos un precio insultante para el resto del país y alimentando con ello de nuevo los nacionalismos, a los únicos efectos de arrimar el ascua a la sardina rajoyana en su pretendida permanencia.

Ustedes no quieren arreglar el problema, sino valerse de él para sus propios intereses. Una vez aprobados los presupuestos y empecinados los independentistas en lo suyo, volver al 155 si fuera necesario y continuar con el problema.

Mire Sr. Rajoy, si usted no quiere arreglar el problema, su política de no hacer nada es la correcta, pero si realmente le preocupa la extensión del fascismo en España, ese no es el camino. 

Las cosas hay dos maneras de afrontarlas: venciendo o convenciendo (venceréis pero no convenceréis, según dijo Unamuno, aunque hay teorías al respecto). Si usted quiere vencer al independentismo, pero no a medias, en un voy o vengo, subo o bajo, y al revés te lo digo para que lo entiendas, muy propio de su proceder, aplique la Constitución, el Código Penal, el Civil y el catecismo del Padre Astete si hace falta y acabe con ellos, o al menos con sus líderes, a la alemana, a la inglesa o a la judía, pero con contundencia, con todos en chirona, suspendiendo la autonomía y haciéndose cargo de su gobierno, con ello vencerá pero no convencerá, algo que hizo Franco y duró 40 años. Si por el contrario usted quiere convencer, olvídese de reuniones con los líderes, que no son más que unos fanáticos, fascistas e intransigentes y enamore a sus votantes convenciéndoles de lo contrario a todas las mentiras que han estado oyendo durante años, gracias a los poderes que tanto su partido como el PSOE les han dado para aprovecharse de su voto y sin pensar en las consecuencias, pues estos canallas trabajan y de lo lindo.

Cataluña, políticamente es una auténtica república (en el sentido de cachondeo o casa de putas que se le otorga en general al término) con un fascista de presidente que recibe ordenes de un delirante y delincuente fugado de la justicia y que asegura que seguirá delinquiendo sin reconocer más poder que el legislativo de su autonomía, sin representar por si mismo al ejecutivo, pasando del judicial y legislando en contra de la ley. ¿Se necesita algo más para negar el Estado de Derecho y la democracia, para anular la autonomía?, ¿acaso tiene algo que ver la democracia con votar la ilegalidad y someterse solamente al poder que nos interese?.

A los catalanes que, engañados, votan independencia, les han contado tal cantidad de mentiras que resulta sencillísimo iniciar una gran campaña de información real, seria y responsable, con datos, con opiniones de expertos internacionales, con pruebas y compromisos, con estadísticas, con información veraz sobre lo perdido debido a sus ansias de independencia, derrumbando el castillo de bobadas que se les ha contado en cuanto a una vida mejor, etc. ¿A que esperan?

En Cataluña las elecciones las ha ganado Ciudadanos para que gobiernen una coalición de perdedores independentistas, gracias a una ley electoral absurda que condena a los ganadores, una ley que tanto PP como PSOE se han negado a modificar a lo largo de lustros en el poder, para beneficiarse de los votos nacionalistas a base de pagarles robándole lo suyo al resto no nacionalista, haciéndolos tan grandes que ahora dan miedo y los tienen cogidos por los cataplines. 

Al fascista que ahora gobierna por pinganillo en Cataluña, le obsequiaré con el mayor insulto que pueda esperar y que además no puede obviar, !ESPAÑOL!.

Este imbécil (en acertada descripción de Joaquín Leguina), que cada vez que ve dos pes juntas (PP) se pone enfermo, porque le parece que representa a la España que odia, habría que dedicarle, para descripción personal, una fuerte ración de pes. Parodiado patriotero patológico Presidente Puigdemont por pinganillo, por patochada, por patraña, por papo, por pasta, por poder, por patulea, pero provisionalmente, posible prisionero patibulario por paleto, pacotillero, pardillo, pagado, papanatas, pajillero, pájaro, palanganero, paliza, palmero, pamplinero, pandillero, panderetero, pánfilo, papahuevos, papamoscas, papón, paporretero, paquete, paranoico, parasito, parcial, paria, parlanchín, partidista, parvo, pasmarote, pastelero, pastiche, pastoreado, patético, patituerto, patoso, paupérrimo, pavo, payaso, pal parido (perdón por la licencia), etc.

Como comprenderá, Sr. Kim (!anda, como el coreano!), todo esto no es (salvo lo de Español) insulto alguno, sino una mera descripción de su persona a través de la riqueza del idioma que hablamos esos retrasados a los que odia, y solo poniendo ejemplos de la p seguida de una “a”, imagínese el resto.

No Rajoy, no es con estos con quienes hay que reunirse y ser bueno, sino con esa parte del pueblo que equivocadamente les sigue. Hemos de convencerlos, enamorarlos, acogerlos, algo de lo que desgraciadamente poco sabe usted, al igual que con los musulmanes, con los de buena fe, con esa mayoría que no ve su religión como una imposición, un combate, una persecución de infieles o un destino hacia esa casa de putiferio que los fundamentalistas imaginan como su máxima recompensa y por la que matan y mueren, a la espera de todas esa huríes a las que violar, sin cancha para la mujer a semejante compensación. Hay que atraerlos a nuestro sistema de vida, a sus ventajas, a sus derechos y a sus logros, integrándolos al mundo de hoy.

Nada se consigue con la inmovilidad sino prolongar el problema, y esto es enormemente más importante que la prima de riesgo, la deuda externa, o el creerse que la hipotética recuperación del país se debe a la política ejercida.

Pero bueno presidente Rajoy, a usted ni FU (fundamentalismo) ni FA (fascismo), impertérrito, “impasible el ademán”, a la espera de que el tiempo todo lo cure y llamándole prudencia a la cobardía, pero el tiempo en estos casos corre en contra nuestra, en contra de España.                       

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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