Desde el Exilio

Miguel Font Rosell

Sin lugar a dudas, y en general, tenemos lo que nos merecemos

 

Hace unos días, un lord inglés dimitía de su cargo por haber fallado a sus representados, al llegar !dos minutos! tarde al Parlamento y no atender puntualmente con ello sus obligaciones. Aquí solo se dimite cuando no queda más remedio, nunca por iniciativa propia y siempre por imposiciones del partido, y no por ética, sino por  puro cálculo electoral.

Por no dimitir a tiempo, por vanidoso y prepotente, un presidente del gobierno como Rajoy, cuya consecuencia, de anteponer su responsabilidad a sus ambiciones personales, hubiera sido mantener a su partido en el poder con la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría en la presidencia, hoy tenemos un gobierno que nadie ha elegido, mezcla de lo más impresentable de la sociedad española, preso de sus deudas políticas y poblado ya de dimisionables, empezando por el presidente del gobierno, otro envanecido, lo que también ocurre con el líder de la oposición, antes gobierno, una situación que escandaliza a toda Europa (todo eso nos lo silencian), quien cada vez se va creyendo más a los fascistas catalanes, especialistas en vender su desgraciada situación de perseguidos por la justicia española, de tratarse de presos políticos, de ser víctimas de la libertad, y todo por querer votar, por seguir la voluntad de su pueblo, mientras los partidos nacionales que necesitan su voto se callan y consienten que ese fascismo de nuevo cuño vaya ganado enteros, disfrazado de lagarterana, y todo en una Europa que cada vez nos cree menos serios y más indeseables, al menos en materia política.

El bipartidismo español ha estado lustros sumergiéndonos en lo más corrupto de la política, en un constante robo a la sociedad a cargo de sus partidos y sus recaudadores, consintiendo los mayores actos de insolidaridad a las empresas que los han mantenido y los siguen manteniendo, sin que aquí pasase nada y teniendo que tragar con que los menos enterados de todo eran sus máximos dirigentes, quienes por otra parte actuaban, y actúan, como auténticos dictadores en el interior de sus partidos, hasta acabar, en su retiro, ocupando puestos altamente remunerados en las empresas a las que se han sometido desde el poder. 

El concepto de democracia ha sido sistemáticamente masacrado a cargo de las mafias imperantes en los partidos gobernantes. Partidos como Podemos, la nueva esperanza de la juventud de izquierdas, se van apagando a base de carecer de ideas más allá de la constante crítica a los demás y de alguna que otra temible ocurrencia, de recibir dinero de los regímenes más impresentables del planeta y de lo más inconsecuente de sus máximos dirigentes, antes defendiendo la mugre del barrio y la “cultura” okupa, y hoy instalados en chalets de lujo a costa de generosos sueldos salidos de nuestros impuestos, y con todo tipo de vigilancia, no vaya a ser que el movimiento okupa se haya cansado de sus incoherencias.

Alguien, desde la seriedad y desde un examen de conciencia objetivo, ¿se atreve a decir que gran parte de la sociedad española no es así, que la corrupción no forma parte de nuestros genes, que ante la ocasión y el blindaje no aprovecharía circunstancias muy favorables para sus propios intereses?, ¿Cuantos tratamos de ahorrarnos el IVA si podemos?, ¿Cuantos nos valemos de nuestras influencias para colarnos en cualquier sitio?, ¿Cuantos usamos situaciones privilegiadas para enriquecernos?, etc., etc.

Hoy la corrupción política ha dado un salto cualitativo, pues el perder el culo por el dinero está dando paso a perderlo por la perpetuación en el cargo, a costa de lo que sea y siempre de magnificar lo más mediocre y miserable de la población, explotando sus carencias, su poca formación, su analfabetismo funcional, su falta de exigencia y sobre todo su paletez, su progresivamente ínfimo nivel cultural, su falta de formación en general, de sensibilidad y de cultura política, confundida con un navajeo atroz de canallas enfrentados en la perpetuación de un cargo ganado a pulso de demagogia, de mentiras y de mediocridad sin fin.

Alguien, desde la seriedad y desde un examen de conciencia objetivo, ¿se atreve a decir que gran parte de la sociedad española no es así, que vota en conciencia a quien puede darle al país lo que este necesita para su progreso y para que nuestros hijos reciban una mejor herencia, aun a costa de sus propias querencias, o acaso vota al que le cae mejor o en contra del que le cae peor, al que le presenta su partido por muy imbécil que sea, a quien le arregla particularmente una mínima carencia, o por despecho, por odio, por desprecio o simplemente por fastidiar?

Hoy leía en un periódico local tres noticias absolutamente penosas, celebradas como un éxito de la población, de quien sus gobernantes se hacían eco y potenciaban, en esa carrera de mantenerse en el machito a base de contentar a lo más obtuso de la ciudadanía, a lo más retrógrado y carpetobetónico de una sociedad que a pasos agigantados va conformándose con lo más mediocre que se le va ofreciendo desde quienes dicen representarnos.

Se cumplía un año desde el rechazo de la parroquia de Baredo al campo de golf que el ayuntamiento de Bayona pretendía construir para potenciar la villa, buscar su absolutamente necesaria desestacionalización y captar un turismo de calidad, a la vez que puestos de trabajo, un mayor aporte económico al comercio local y ayudando a consolidar a Bayona en el mapa. El fatal planteamiento por parte del ayuntamiento, con un desconocimiento absoluto sobre el particular, su adjudicación a la baja a un equipo redactor que de golf no tenía ni la menor idea, y la falta de previsión sobre los problemas que un planteamiento mal enfocado podían provocar, añadido a la proverbial actitud negativa hacia cualquier tipo de progreso, disfrazado de defensa de las virtudes locales por parte de lo más cerrado del aldeanismo, acabaron por echar por tierra la iniciativa.

Por otra parte, la afortunada necesidad de ampliación del puerto de Vigo para dar cabida a sus exigencia comerciales y de oferta de muelles de atraque, localizaba, por parte de la Autoridad Portuaria, el lugar idóneo para llevar a cabo tales ampliaciones y aspiraciones, en el antiguo cargadero de mineral en el término de Redondela, consiguiendo con ello revitalizar la zona, solucionar un abandono penoso que ya dura cerca de un siglo y también crear nuevos puestos de trabajo, al tiempo que conseguiría que la ciudad de Redondela dispusiera de un puerto, algo de lo que aun dando a la ria, carece. Incomprensiblemente para cualquier mente preocupada por el progreso de la zona, el alcalde de Redondela rechazaba la propuesta, al creer que esa zona debe ser revitalizada para el turismo (¿que turismo?), algo que en su ya largo mandato ni siquiera ha planteado, teniendo toda esa amplia zona de la costa en un absoluto abandono y ello, al parecer, lo dice siguiendo el querer popular.

Ya finalmente, y como no, en Vigo, donde su pintoresco alcalde ha empezado ya a construir la modificación de la ciudad !para las fiestas de fin de año y reyes!, con las mejores luces del mundo mundial, amenazando con ello a Nueva York, Paris, Londres o Tokio, “cuyos alcaldes ya saben que al lado de Vigo nada tienen que hacer” y prometiendo al pueblo un referéndum para ver !cuando han de encenderse las luces!, y mientras tanto y según el último informe “Ardan” de actividad económica, la primera empresa viguesa se sitúa ya en el puesto número !24! de Galicia, las calles están llenas de locales vacíos y las principales industrias y cadenas comerciales siguen a las puertas de la ciudad sin poder establecerse, entre otras cosas por el Plan General de Ordenación Municipal paralizado por su única y absoluta culpa de querer aprobarlo a toda prisa para su rentabilización política, cuando aun carecía de los documentos necesarios para ello.

Pues bien, esas tres desgracias se le presentan al pueblo, por unos medios absolutamente serviles, como tres logros: la paralización del campo de golf en Bayona, la paralización del posible puerto de Redondela y la quema del presupuesto de Vigo en gilipolleces, mientras la ciudad no dispone de los instrumentos necesarios para avivar su crecimiento y su progreso, y todo ello … porque el “pueblo“ lo pide. 

Por otra parte, se están continuamente alimentando diferencias en pro de enfrentamientos, de blindar como propio y exclusivo, cualquier diversidad que pudiera enriquecernos. Los fascistas catalanes, alimentados por el ansia de poder de los partidos nacionales y sus continuas dejaciones, han ido avanzando inexorablemente hacia la rotura interna de su sociedad, como larvadamente sigue sucediendo en el país vasco y ya entre el resto de España y quienes se quieren ir por sentirse superiores (no distintos, pues distintos somos todos).

Ocurre algo similar con el resucitado Francisco Franco, un instrumento de la extrema izquierda, que como socios del gobierno hoy piden utilizar de nuevo para enfrentar a una sociedad que ya había superado las consecuencias de una guerra, en la que tantos buenos y malos hubo por ambos bandos, y ello por personajes que hoy pisan Parlamento, que para nada conocieron ni la guerra, ni la posguerra, ni siquiera directamente al personaje, ni vivieron la llamada dictablanda, que hoy intentan confundir con la España en guerra y las barbaridades de solo una parte de la contienda, transmitiendo una “historia” tan falsa como la que en principio transmitió la parte que acabó con una república, que tampoco tenía nada de ejemplar.

Algo similar ocurre, en menor escala entre ayuntamientos, o entre estos y sus comunidades, véase el caso de Vigo con la Xunta, donde el pintoresco y demagogo alcalde vigués ha escogido a su Comunidad y a su presidente para enemistarlos con Vigo, haciéndoles los causantes de todos los males a sus solos efectos electorales, algo que también practica con la perla de la ria viguesa, las islas Cies, a quienes enfrenta con el resto del Parque de las Islas Atlánticas, por considerar mejores las “suyas” que el resto, aspirando a privar a las demás de la consideración pretendida por todos de que nuestras islas sean declaradas Patrimonio de la Humanidad. Lo mismo practica en el afán por menospreciar el recientemente creado nuevo hospital, uno de los más modernos de Europa construidos por la Xunta en Vigo, pretendiendo crear un amplio aparcamiento en sus inmediaciones exclusivamente para vigueses,  todo ello desde una postura que rezuma un localismo fascista y pueblerino por todas partes, y que al final acaba por ser jaleado por un pueblo tremendamente modelable y sumiso ante una demagogia cateta y de corte aldeano.

¿Tenemos o no lo que nos merecemos?

Y aquí viene una de las principales reflexiones sobre la idoneidad o no de la democracia. ¿Debemos darle al pueblo lo que pide, o lo que necesita?. La distancia entre lo que se quiere y lo que se necesita, en pueblos poco manipulables, adultos, cultivados, conscientes de sus necesidades, generosos y con una clara idea del bien común, suele ser corta y ahí la democracia suele ser medianamente efectiva, pero cuando tratamos de pueblos enormemente manipulables, de lo más infantil, sin cultura política, económica, comercial, social y sin demasiada querencia por el bien común, la distancia suele ser abismal, como la relación entre lo que el niño exige y lo que le conviene, lugares en los que la demagogia se apodera con suma facilidad de cualquier atisbo de democracia, lo que desgraciadamente ocurre invariablemente en nuestras inmediaciones.

¿Como podemos pensar que los políticos han de ser el reflejo del pueblo? Desgraciadamente y con la organización al uso de la democracia, acaban siéndolo, pero eso para nada es lo deseable en una sociedad como la nuestra, a la que le queda tanto camino para dejar de ser tan absolutamente manipulable.

Decía Alfonso Rojo a la vuelta de una de sus incursiones periodísticas en Afganistán, que si allí se implantase la democracia, el pueblo votaría al más bruto, al que cortase más cabezas y al que “democráticamente”, al igual que ocurría con los piratas, u hoy mismo con las tribus urbanas más aberrantes, al más bárbaro, más salvaje, más intransigente y más manipulador de la tribu.

Pueblos que jalean el inmovilismo en pro de lo más cutre y casposo de la sociedad, mal pueden conciliar con una auténtica democracia, acabando finalmente  por encumbrar a lo más canalla de la política, e incluso sentirlo como algo suyo.

Solo podremos mejorar, avanzar y dejar un mundo mejor a nuestros hijos si llevamos al poder, al gobierno, a la confección de nuestras leyes, a los más preparados, a los mejores, a los más generosos, a los más honrados, a los que mejor saben, no lo que queremos, sino lo que realmente necesitamos, desde la ética y desde la consecución del bien común, utilizando las diferencias, no para separarnos, sino para enriquecernos trabajando en equipo, y eso ni lo ha conseguido ni lo conseguirá nunca la democracia aplicada a pueblos que distan siglos de practicar tales valores individualmente, pueblos que coronan a quienes son como ellos.  

Democracia si, pero antes hay que aprobar la asignatura de ser ciudadanos responsables, algo que aun nos queda bastante lejos.

De momento, y en general, tenemos lo que nos merecemos, ¿o no?.   

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Miguel Font Rosell

Licenciado en derecho, arquitecto técnico, marino mercante, agente de la propiedad inmobiliaria.

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