Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

Elecciones en Argelia: la cuestión de principio

El próximo jueves, 9 de abril, se celebran elecciones presidenciales en Argelia. Salvo mayúscula sorpresa el vencedor será el actual presidente, Abdelaziz Buteflika. Algunos se quedan en el hecho de que, si vence, Buteflika se va a «eternizar» en el poder. Pero a mi juicio eso es una cuestión secundaria que hace olvidar lo principal. Y lo principal es que se reconoce que el origen del poder viene del pueblo.

Buteflika está concluyendo ahora su segundo mandato presidencial. Precisamente su segunda reelección, producida el jueves 8 de abril de 2004, fue reconocida como legítima por los observadores europeos y americanos que asistieron al proceso electoral así como por USA, el Parlamento Europeo, la Otan, Francia….
La explicación es muy simple: la mayoría del pueblo argelino prefiere a Buteflika como presidente.

Resulta algo lamentable que algunos den una visión distorsionada de lo que es la política de Buteflika

Tampoco variará en lo fundamental la política exterior del régimen pro-islámico, africanista, «anticapitalista» y antinorteamericano.

Teniendo en cuenta que es quien ha acabado prácticamente con el terrorismo islamista, es quien ha promovido la política de privatizaciones y pretende introducir a Argelia en la OMC (organización mundial del comercio) y mantiene una importante colaboración con USA en terrenos como los hidrocarburos o la lucha contra el terrorismo.
Pero qué se puede esperar de quien repite dos veces que Buteflika pretende un «cuarto» mandato, cuando lo que hace es presentarse al tercero.

Todo esto son cuestiones accesorias.

Lo importante, a mi juicio, es otra cosa, una cuestión de principio que es clave para entender el mundo árabo-musulmán.
Y esa cuestión es que dentro de ese mundo complejo se pueden distinguir dos tipos de regímenes políticos, los monárquico-teocráticos y los republicanos.
En los primeros el origen del poder se ubica en la voluntad de Dios (Alá, en este caso) y en una legitimación dinástica.
En los segundos, el origen del poder se halla en el pueblo.

Entre los primeros se pueden citar a Marruecos, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahrein, Omán, Qatar, Jordania…
En ellos las «elecciones» que se llevan a cabo son para elegir órganos que no ejercen el poder político.

Entre los segundos, se pueden citar a Argelia, Mauritania (antes del golpe de Estado), Egipto, Siria, Líbano, Iraq, Túnez, Yemen, ….
En estos, el órgano que de verdad ejerce el poder político es designado mediante elecciones. En algunos casos, esas elecciones no tienen garantías: serían los casos de Egipto, Siria, Túnez…. pero en otros casos, como en Mauritania las elecciones eran sin duda fiables.
Sean las elecciones limpias o no lo importante es que se reconoce la necesidad de que el poder venga avalado por el pueblo. Y esto introduce una diferencia cualitativa respecto a los regímenes monárquico-teocráticos. El principio es que el poder debe ser designado por el pueblo. Distinto, y secundario, es la aplicación de ese principio que no se discute.

El hecho de que se afirme el principio de que es el pueblo argelino quien debe designar al jefe del Estado establece una proximidad de Argelia con España y Europa en el terreno de los principios que no aparece en los regímenes monárquico-teocráticos. Los que construyen la política exterior sobre cuestiones de ideología debieran extraer las consecuencias oportunas: ¿de qué régimen se es más cercano: de uno que reconoce al pueblo como titular de la soberanía (Argelia) o de otro que no (Marruecos)?
En la respuesta está la clave de la sinceridad de las convicciones democráticas que se profesan.

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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