Desde el Atlántico

Carlos Ruiz

La elección del Gobierno no puede esperar (y no vendrá con más proporcionalidad)

El estancamiento político en España no tiene visos de solución… con el actual marco normativo. El líder de «Ciudadanos», Albert Rivera Díaz, acaba de presentar una propuesta de seis puntos para apoyar la investidura de Mariano Rajoy Brey y entre esos puntos uno afecta al núcleo del sistema político, el número 3. Es bueno que se debata sobre la cuestión, aunque voy a razonar por qué considero que esta propuesta no arregla ningún problema y puede agravar el que ahora hay @Desdelatlantico.

I. UNA FRAGMENTACIÓN POLÍTICA DISFUNCIONAL CON LA NORMATIVA ELECTORAL
El sistema político español está basado en una normativa electoral que se estableció en abril de 1977 para proceder a la elección de las primeras cortes democráticas tras la muerte de Francisco Franco Bahamonde.
Esas normas fueron en su núcleo constitucionalizadas en 1978 y confirmadas en la ley electoral de 1985.
Esa normativa facilitaba y se retroalimentaba del bipartidismo, aunque fuera un bipartidismo «imperfecto».
Pero esas normas se han demostrado disfuncionales cuando el bipartidismo ha desaparecido, que es lo que ha ocurrido tras las elecciones de 20 de diciembre de 2015.
En esa fecha clave lo que ha ocurrido es que A PESAR de la normativa electoral que lo favorecía el bipartidismo se ha derrumbado… y la nueva situación política cuatri-partidista no puede ya retroalimentar una situación bi-partidista.
Dado que, a diferencia de otros países de nuestro entorno (ejemplo, el Reino Unido) EN ESPAÑA EL JEFE DEL ESTADO NO NOMBRA AL JEFE DE GOBIERNO, sino que simplemente propone un candidato para que el CONGRESO sea quien lo elija, la situación se ha convertido en completamente disfuncional.
En efecto, una normativa que favorece y se retroalimenta de bi-partidismo coexiste con una realidad política donde el bi-partidismo ha sido sustituido por un cuatri-partidismo.

Si alguien esperaba que la realidad política se amoldara a la norma electoral las elecciones del 26 de junio y las encuestas para unas eventuales terceras elecciones le habrán disuadido. El panorama político no parece que vaya a cambiar. Ni el PP de Rajoy ni el PSOE están en condiciones de ser lo que fueron.

II. DIAGNÓSTICO DEL PROBLEMA
El problema es muy simple: hay una dificultad (bloqueo, incluso) para formar GOBIERNO. No hay problema en formar un Parlamento (de hecho, el Parlamento existe), sino en formar un Gobierno.
En consecuencia, el problema fundamental NO es tanto la forma de elegir al Parlamento… sino la forma de conseguir que se pueda elegir un Gobierno.

El día 3 de mayo escribí en este blog algo que debo reiterar de nuevo:

Aunque la probabilidad de unas nuevas elecciones tras el 26-J sea menor que tras el 20-D, creo que convendría incluir esta hipótesis entre las que habrá que barajar después de conocer los resultados en la noche del 26-J. Si se diera ese escenario sería una necesidad imperiosa que el parlamento surgido tras el 26-J introduzca una reforma urgente de la Constitución en las normas que regulan la formación de Gobierno o que al menos alguna de las formaciones con más peso proponga formalmente esa reforma. Pero eso ya es otra historia.

III. EL TRATAMIENTO PROPUESTO POR ALBERT RIVERA
¿Cuál ha sido el tratamiento propuesto por Albert Rivera para superar este problema que, insisto, NO es elegir un Parlamento SINO poder elegir un Gobierno?
El tercero de los puntos ofrecidos al público el día 9 de agosto por Rivera dice:

3. Nueva ley electoral, en la que se deberán integrar los siguientes principios:
– Incremento de la proporcionalidad
– Listas desbloqueadas
– Reforma el (sic) sistema de voto desde el exterior

Como se ve, un partido por fin ha propuesto una reforma del sistema político, pero… ¿es susceptible esta de solucionar el problema que, REPITO, es la formación de un GOBIERNO?
Creo que no. Razonaré por qué.

IV. POR QUÉ LA PROPUESTA DE RIVERA NO SOLUCIONA EL PROBLEMA Y PUEDE AGRAVARLO
Vaya por delante que creo que debe reconocerse a Rivera la iniciativa de proponer una reforma política. Pero creo que esa iniciativa no ha sido acertada.

Si el problema de España NO es el de elegir un Parlamento (insisto, YA tenemos Parlamento), SINO el de elegir un Gobierno, el problema se puede solventar por varias vías, pero NINGUNA parece que sea la propuesta de Rivera.

¿Qué vías son posibles?

1) Reforma constitucional para que el Jefe del Estado elija y nombra al Jefe del Ejecutivo.
Uno de los errores de 1978 fue privar FORMALMENTE al Jefe del Estado (Juan Carlos de Borbón y Borbón) de un poder que EN LA PRÁCTICA («Borboneo») ejercía, como se atestigua con la destitución, disfrazada de «dimisión» de Adolfo Suárez González (muy parecida a la «dimisión» de Carlos Arias Navarra en 1976).
Conviene recordar que hay monarquías donde el Rey, jefe del Estado, ELIGE Y NOMBRA al Jefe del Gobierno. Ejemplo: el Reino Unido.
Por tanto, esta fórmula no podría ser tachada de «anti-democrática» salvo que entonces se niegue que el Reino Unido sea una «democracia».
Esta propuesta, sin embargo, parece poco probable que se vaya a aprobar.

2) Reforma constitucional para que el Jefe del Ejecutivo sea elegido directamente por el cuerpo electoral
Esta fórmula es rara en el Derecho Comparado. Se introdujo en Israel pero al poco tiempo fue eliminada.
A mi juicio, sin embargo, resulta la fórmula ideal para desbloquear la situación en España entre otras cosas porque nuestro sistema es ya «políticamente» (que no jurídicamente) «presidencialista». Se trataría de buscar una fórmula que armonice la realidad política y la realidad jurídica.

3) Reforma constitucional para que el Parlamento sea elegido por una fórmula mayoritaria, y no proporcional.
Un parlamento elegido con una fórmula mayoritaria en distritos uninominales es más susceptible de producir una mayoría parlamentaria… pero al coste de disminuir la «representatividad».
Lo que evidentemente no se puede hacer es proponer que la elección del Congreso de los Diputados sea aún más proporcional que ahora porque entonces el problema actual (que no me canso de insistir que es la elección de un Gobierno) se agravará aún más. Una mayor proporcionalidad producirá mayor «representatividad» pero al coste de disminuir la «gobernabilidad». Y viceversa, un parlamento elegido con una fórmula mayoritaria producirá más «gobernabilidad» disminuyendo la «representatividad».

IV. CONCLUSIÓN
Ni una mayor proporcionalidad, ni el desbloqueo de listas (algo que ya existe en el Senado y que no ha impedido la elección de personas implicadas en escándalos) solucionará el problema político de España.
Si no se quiere renunciar a un parlamento que sea «representativo» la elección del jefe del Gobierno tiene que encomendarse a un órgano que no sea un fragmentado parlamento. Y las opciones son dos: o se encomienda esa tarea al Jefe del Estado, o se le encomienda directamente al Cuerpo Electoral.
Esto es lo que hay.

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Autor

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental Universidad de Santiago de Compostela

Carlos Ruiz Miguel

Catedrático de Derecho Constitucional
Director del Centro de Estudios sobre el Sahara Occidental
Universidad de Santiago de Compostela

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