Hoy analizamos una verdad incómoda que el Gobierno evita reconocer: solo el 78 % del gasto de la Seguridad Social va realmente a pensiones contributivas.
El resto —más de 37.000 millones de euros— se destina a otra serie de prestaciones, subsidios, ayudas e importes que nada tienen que ver con jubilación, viudedad, orfandad o incapacidad permanente.
En este vídeo, basado en los datos oficiales del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, mostramos cómo la Seguridad Social se ha convertido en un sistema cada vez más tensionado, más complejo… y más caro.
Los datos entre enero y septiembre de 2024 y 2025 son claros:
📌 Pensiones contributivas: +6.978 millones (+5,7 %)
📌 Otras prestaciones: +3.223 millones (+9,4 %), creciendo casi el doble
📌 Incapacidad Temporal: +1.414 millones (+11,9 %)
📌 Pensiones no contributivas: +835 millones (+10,5 %)
📌 Ingreso Mínimo Vital: +559 millones (+13,6 %)
Mientras se nos repite que “las pensiones están garantizadas”, la realidad es que el sistema mezcla gasto estructural con gasto asistencial, sin separar cajas ni responsabilidades.
El resultado es un organismo dopado con transferencias del Estado, incapaz de financiar por sí mismo el coste de unas prestaciones que crecen muy por encima de sus ingresos.
Este vídeo explica:
– Por qué el sistema está cada vez más tensionado
– Cómo el crecimiento de las prestaciones no contributivas supera al de las contributivas
– Por qué el IMV y la Incapacidad Temporal están disparando los costes
– Y qué significa que la Seguridad Social dependa ya estructuralmente del Estado
La pregunta es clara: ¿Puede sostenerse un sistema donde cada vez menos va a pensiones y cada vez más a subsidios?