La provincia de Soria, en el corazón de Castilla y León, es un remanso de tranquilidad, historia y paisajes únicos. Conocida por ser la menos poblada de España, ofrece una calidad de vida difícil de encontrar en las grandes ciudades. Aquí, el ritmo pausado se combina con una rica herencia cultural y una gastronomía excepcional.
Para quienes buscan una escapada lejos del bullicio o incluso un lugar donde empezar de nuevo, los alrededores de Soria esconden verdaderas joyas por descubrir. Desde pueblos medievales que parecen detenidos en el tiempo, hasta paraísos naturales, esta provincia tiene mucho que ofrecer.
A continuación, exploraremos cinco de los pueblos más encantadores cerca de Soria. Cada uno de ellos es un reflejo de la diversidad y riqueza de la región, con atractivos únicos que los convierten en destinos ideales.
Vinuesa: naturaleza y patrimonio celtibérico
A tan solo 30 minutos de Soria, Vinuesa es conocida como la «Corte de los Pinares». Este pintoresco pueblo es un paraíso para los amantes de la naturaleza, ya que se encuentra a las puertas de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, dos enclaves imprescindibles para el senderismo y la contemplación de paisajes únicos.
Pero Vinuesa no es solo naturaleza. Su rica historia, que se remonta a los tiempos celtibéricos, se refleja en su arquitectura. Destacan la Iglesia de Nuestra Señora del Pino, un monumento de gran valor artístico, así como las casonas señoriales que adornan sus calles. Además, la gastronomía local, con platos como el cordero asado y las setas de temporada, es una invitación irresistible para los sentidos.
Calatañazor: un viaje a la Edad Media
Calatañazor es uno de esos lugares donde el tiempo parece haberse detenido. A solo media hora de Soria, este pueblo medieval es famoso por la histórica batalla de 1002, donde, según la tradición, «Almanzor perdió su tambor». Sus calles empedradas, casas de adobe y madera, y las ruinas de su castillo transportan a los visitantes a otra época.
La reserva natural del Sabinar de Calatañazor, con sus imponentes sabinas albares, es una joya natural que atrae a excursionistas y amantes de la biodiversidad. Y como en todo buen rincón soriano, la gastronomía aquí es un placer en sí mismo, con migas pastoriles y cordero asado como protagonistas.
El Burgo de Osma: historia, cultura y naturaleza
A 40 minutos de Soria, El Burgo de Osma es un lugar que combina a la perfección historia, arquitectura y naturaleza. Declarado Conjunto Histórico-Artístico, su centro urbano medieval invita a pasear por calles cargadas de historia.
Su joya principal es la Catedral de Santa María de la Asunción, con su imponente fachada gótica y su exquisita decoración interior.
El río Ucero aporta un toque natural al pueblo, con orillas perfectas para un paseo relajante. Además, la gastronomía local es otro de sus puntos fuertes. Aquí, platos como el torrezno de Soria y la trucha de río se complementan con vinos locales que hacen de cada comida una experiencia inolvidable.
San Esteban de Gormaz: cuna del románico en España
San Esteban de Gormaz, situado a unos 50 minutos de Soria, es un destino que destaca por su patrimonio arquitectónico románico. Su Iglesia de San Miguel, una de las primeras de este estilo en la península, es un testimonio vivo de su rica historia. Además, el río Duero atraviesa el pueblo, ofreciendo paisajes que invitan a disfrutar de actividades al aire libre.
La gastronomía es otro punto fuerte. El lechazo asado, cocinado con maestría, y los vinos de la Ribera del Duero, son auténticos emblemas de la región. Este pueblo es ideal para quienes buscan un equilibrio entre historia, naturaleza y buena mesa.
Medinaceli: cruce de culturas e historia viva
Medinaceli, a 50 minutos al sur de Soria, se encuentra en un cruce estratégico entre Castilla-La Mancha y Aragón. Este pueblo destaca por su impresionante Arco Romano, único en España con triple arco, que es un testimonio de su pasado como enclave romano. Otros monumentos de interés incluyen el Palacio Ducal y la Colegiata de Santa María de la Asunción, ejemplos sobresalientes de arquitectura histórica
Rodeado de vastas llanuras, Medinaceli es también un lugar perfecto para largas caminatas y exploraciones al aire libre. Su oferta gastronómica no decepciona, con platos como el cordero asado y las migas aragonesas, que reflejan su rica tradición culinaria.