«Qué poco me comes, fulanito/a!», es la típica frase que repito mentalmente sin cesar a un sector muy concreto de mis clientes cuando, a las puertas del veranito, les entrego su declaración de la renta ya confeccionada. Efectivamente, de sus datos fiscales y restante documentación con relevancia económica, se deduce irremediablemente que gozan de una asombrosa y cuasi inhumana capacidad de ahorro o, si se quiere mejor, de no gasto. Uno de ellos (que curiosa y casualmente se asemeja mucho a un personaje clérigo de El Lazarillo de Tormes) no repara en halagos hacia su suegra, gran señora, puesto que, según dice, le da de comer todos los días, y más.

– ¡Pues eso podría ser considerado como una donación a efectos tributarios! (le digo, en un intento nimio de provocación).

– Jaja, ¡ Pues que me lleven a la cárcel a mí o a mi suegra !. Contesta él.

Cuando asesoras en materia fiscal, uno de los test clásicos que haces el de «liquidez», para detectar otra serie de comportamientos con incidencia tributaria. Me explico: si nunca has tenido nada y empiezas a ganar mil euros al mes en el año x, y a finales de ese mismo año adquieres en propiedad una casa de 1.000.000 € y aún te quedan en el banco 10.000 €, es evidente que esa inyección de liquidez repentina ha de venir por alguna vía demostrable (lotería, herencia, préstamo, donación, plusvalía, cesión etc…), de lo contrario, estaríamos ante una clásica ganancia patrimonial no justificada que podría motivar responsabilidades de índole penal (delito fiscal, blanqueo de capitales etc…).

Ahora bien, si se confirma en sede judicial la veracidad de las informaciones recientemente publicadas sobre el Sr. Martínez-Pujalte (ingreso en sus cc de casi cuatro millones de euros) y el repetido señor no es capaz de demostrar documentalmente la justificación de dicho patrimonio, habrá, a partir de ahora, un nuevo test de liquidez: modo Pujalte, por supuesto.

Voy a reeler «El Lazarillo de Tormes», que me pone mucho.

A cuidarse, meus.

P.