Una obrita (sólo por el tamaño) deliciosa del autor uruguayo Mauricio Rosencof. A modo de obra de teatro, el dramaturgo nos sumerge en una escena cargada de simbolismo, de humor y de tragedia, formando con todas estas pinceladas una imagen, un paisaje de tristeza y de cruda realidad, despiadada y atroz sustancia salpicada en los ojos del lector que, sin embargo, se siente atrapado, seducido, embriagado, por la lectura que no es capaz de abandonar hasta el mismísimo final.
Un arte extraño, figurativo, mimetizado en variados personajes que se arropan y se desnudan ante el activo espectador, porque no de otra manera se puede encarar esta obra, que salvo desde la actitud valiente y participativa.
Aparecen en ella los principales, como Talita y Tabú, y los secundarios (mas no menos importantes) como Sor Juana Inés de la Cruz, Al Capone, el propio presidente de los Estados Unidos, Mc. Kinley, el General Videla, Tupac Amaru, etc. Esquivos, fantasmales, serios y jocosos, un collage impresionante y atrayente, con una crítica divorciada de la mínima piedad hacia la sociedad latinoamericana de la época. Como mismamente aparece en el libro “Época actual-Todas las Épocas”.
En la obra Rosencof mira y registra, con ternura y con simpatía pero también con humor y diversión; nada hay en «El vendedor de reliquias» ni de la idea de “españoles buenos” ni del mito de la «América profunda». La escritura señala uno de los mejores momentos, tal vez, de Rosencof. “La narración transcurre como el manso andar de un caudaloso río”.
Edición de Arca (Montevideo), mínima y preciosa, caligrafiada por el propio Mauricio. Una joyita que encontré.
Vale.