A Contracorriente

Enrique Arias Vega

Camps o el precio de la prepotencia

Hasta ayer, como quien dice, a Paco Camps todo le había salido bien.

Consiguió, de rebote, la presidencia de la Generalitat valenciana cuando Eduardo Zaplana decidió que fuese él, y no otro, quien le sucediera en esa encomienda. Luego ha ido criticando la gestión de su predecesor y liquidando uno a uno a todos los zaplanistas, concluyendo con la defenestración de Joaquín Ripoll en la Diputación de Alicante.

En la crisis de liderazgo del PP fue el primero en apostar por Mariano Rajoy y su clarividencia le ha dado réditos políticos hasta hoy mismo, con el mutismo del líder nacional de su partido ante el juicio por el caso Gürtel.

En Valencia, en vez de encontrarse con una oposición articulada y potente, se ha beneficiado del cainismo suicida del PSOE, con la forzada dimisión de Ignasi Pla, el hostigamiento a Toni Asunción y los continuos y sucesivos ajustes de cuentas internos. Su rival del momento, Jorge Alarte, exhibe tal ingenua bisoñez que permite que Camps le toree sin piedad en sus comparecencias parlamentarias.

Pero ya se le ha acabado la buena suerte.

Tan convencido estaba el presidente valenciano de su omnipotencia, que no dio más trascendencia al asunto de “dos trajes”, sin prever que su insana relación con el adulador Álvaro Pérez, el Bigotes, podría acabar con su carrera política, pese a sus abrumadores triunfos electorales.

Ahora ya es demasiado tarde para enmendar el yerro. En su momento, podría haber dicho: “Creo que he pagado todos mis trajes, pero por si acaso quedase algo pendiente aquí entrego un talón para liquidarlo y que me perdonen por mi despiste”. Y a otra cosa, mariposa.

Ahora ya no. Ahora, la disyuntiva es pagar la multa impuesta por el juez José Flors o sentarse en el banquillo de los acusados. Lo primero sería reconocer que delinquió y mintió, aunque se ahorrase el bochorno del juicio. Lo segundo, pasar por un calvario judicial de continuas vejaciones y final incierto.

Camps, el prepotente, preferiría la segunda alternativa, convencido como está de que todo esto es un disparate y de que resultará absuelto. Me temo, sin embargo, que su partido no pueda permitirse semejante escenario, dado el altísimo precio político que conlleva.

En cualquier caso, Francisco Camps, abandonado por la suerte que siempre le acompañó, parece estar llegando al final de su camino.

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Autor

Enrique Arias Vega

Periodista y economista bilbaíno, diplomado en la Universidad de Stanford (USA), lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundode Nueva York.

Enrique Arias Vega

Periodista y economista bilbaíno, diplomado en la Universidad de Stanford (USA), lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundode Nueva York.

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