A comienzos de agosto falleció inopinadamente el periodista Carlos Pérez de Rozas, colega profesor en la Universidad Internacional de Cataluña. Hablé con él unas pocas veces entre pasillos, en un tono calmo, muy alejado de su exaltado ánimo en las tertulias deportivas. Su hijo fue alumno mío. Con su hermano Emilio coincidí en mis singladuras deportivas como coach del piloto Jorge Lorenzo y en la publicación de mi libro «El Método Guardiola».
(La muerte de Carlos, apasionado del Barça y del diseño periodistico, me recuerda la fugacidad de nuestro paso por el mundo; son muchos ya los colegas que he despedido en los últimos años y la mejor manera de homenajearlos es vivir con la máxima intensidad el tiempo que a mí buenamente pueda quedarme. Intuyo, por otro lado, que es mucho. Tengo la intuición de que yo moriré dentro de unos 35 años, hacia los 95. Pero como dice la sabia máxima oriental,» nadie es más listo que su propio destino»).