Dentro de unas pocas horas aterrizaré de nuevo en Santo Domingo. Es para mí una rutina desde hace una década. Pero con todo siempre siento ese deje de excitación ante el reencuentro: qué tiempo hará y cómo estarán mis amigos y lugares conocidos.
Me he reincorporado profesionalmente -de manera inopinada- al sector audiovisual hace dos meses y mucho me complacerá darme un respiro ante tanta pantalla y micrófono que me envuelven.
(Barajas está hoy repleto pero confío en que mi inminente avión a Santo Domingo esté medio vacío. Es lo habitual en enero. Que estas cosas yo me las sé).