«Con una de sus manos consiguió doblar las mías y apretarme con ellas el cuello. Apenas podía gritar y respirar. Tuve que prometerle que no diría nada para que me dejara marchar”.
Lo cuenta a El Español, María (nombre ficticio) sufrió una violación la mañana del sábado 29 de junio. Presentó una denuncia esa tarde. Desde entonces, no duerme y padece estrés.
Ante los policías no pudo dar un nombre, pero sí una dirección y fotos. Su presunto violador, quien nunca le dijo cómo se llamaba, la llevó a un piso de la calle Ponzano de Madrid y allí, según su relato, la agredió sexualmente.
“Al principio, yo le pedí que parara, pero él decía que no pasaba nada. Intenté quitármelo de encima, pero no podía moverme ni chillar. Me bloqueé. Un violador anda libre por Madrid y he podido ser su última víctima”, explica la mujer. “Por cómo lo hizo, creo que lo tenía todo muy pensado”.
Su letrada cuenta que la Policía no descarta que existan más casos en los que este hombre esté relacionado y dice que María es “una valiente”, que ha dado el paso “para que no haya más víctimas de él”.
La joven asiática y su presunto violador se conocieron a través de Happn, una aplicación de citas. El nick del chico -pelo y tez morenos, complexión delgada, mediana altura, rasgos asiáticos- era Apo. Primero se cruzaron varios mensajes. Luego se intercambiaron sus teléfonos y comenzaron a escribirse por WhatsApp. Él le contó que trabajaba en la logística del aeropuerto de Barajas y que llevaba cuatro meses en España, la chica piensa que mintió.
A las dos semanas, decidieron quedar. Él le propuso pasar juntos el sábado en la piscina del edificio en el que dijo que vivía. Le contó que, probablemente, vendría algún otro amigo.
En la casa el hombre consiguió quitarle el pantalón y las bragas, y se llevó las prendas hasta una habitación. Ella, desde el comedor, le pedía que le devolviera la ropa y la dejara marchar. Dice que tenía “mucho miedo”.
El chico salió desnudo. Agarró a la joven, que estaba sin ropa de cintura hacia abajo, y en la habitación, la tiró sobre una cama. “Se puso encima de mí. Me puso las dos manos por encima de mi cabeza. Con la cadera empujaba para abrirme las piernas, pero resistí”, relata la víctima.
El presunto violador consiguió poner boca abajo a María. Volvió a colocar las manos de ella por encima de su cabeza. La penetró vaginalmente. “Sentí pánico. Sólo quería que terminara. En la cocina, contigua al salón y no tenía puerta, había cuchillos. Pensé que podría hacerme algo peor”.