Contra la impunidad

Como era de esperar, y con cuatro millones de habitantes en Madrid, no se llenó el cine de la Asociación de la Prensa, que tampoco era enorme. Aún así, había bastante gente en el estreno de Contra la impunidad, gente que ya nos conocemos casi todos desde hace muchos años por asistir a todos los saraos de lo que yo llamo “la resistencia”.

Quiso la casualidad que cruzando la Gran Vía, justo enfrente, ayer había otro estreno, el de la película de Fernando Trueba, con Pe y compañía. Por cierto, que Trueba se descolgó ayer en una entrevista en El Mundo con que él es un tipo bastante majete y también que los que han atacado al cine español deberían pensar que están haciendo un daño a su país (sic). Hay que joderse. Pongan por favor en you tube «Trueba no es español» y verán a lo que me refiero. En cualquier caso allí sí que había focos, cámaras, prensa, alfombras rojas y toda la parafernalia. Supongo, y me temo, que el generoso presupuesto estaba regado con nuestras subvenciones, como suele ser habitual. El caso es que más tarde algunos coincidimos con parte de la peña glamurosa de la película de Trueba luciendo sus modelitos en la barra de un restaurante cercano. Podría apostar a que ninguno sabe quien es ni ha oído hablar de Iñaki Arteta.

Iñaki es el director de Contra la impunidad, un documental políticamente incorrecto y más que incómodo para muchos en los tiempos que corren, pero también imprescindible. Y es imprescindible, entre otras cosas, porque en España quedan más de trescientas familias que todavía no saben quien mató a sus maridos, padres, hermanos o hijos.

Me encontré en el estreno con algunos amigos que “reman” en el blog de mi amigo Santiago González, lo que me hizo mucha ilusión. Ahí hay mucho nivel, como pude comprobar en mi breve conversación con un “remero» de Canadá que me contó su estupefacción ante la apatía de este país con las cosas que nos había contado Iñaki en su magnifica película. Le parecía inverosímil la desidia, la falta de medios -cuando no directamente la chapuza- ante más de trescientos asesinatos sin resolver. Con la consecuencia, de todos conocida, de que muchos de los matarifes se pasean hoy tranquilamente delante de las familias de sus víctimas porque su caso no ha sido investigado en condiciones o, peor aún, porque ha prescrito. También le asombraba que estos hechos no los conozca toda España y no provoquen indignación y la correspondiente reacción de la gente. A mi también me lo parece, pero es lo que hay.

Iñaki me contó que de las 150 películas (60 documentales) que se presentarán este año a los Goya, sólo la suya tocaba el tema de ETA. Y me pregunto yo cuantas tendrán que ver de un modo u otro con la guerra civil en la cosecha de este año. Porque parece claro que si bien la guerra civil quita el sueño a un montón de gente, es casi de mala educación hablar de los crímenes de ETA, el último cometido hace sólo seis años.

En cuanto a la posibilidad de que su documental se proyecte en los cines de España, me imagino que son muy escasas, pero TVE, Telemadrid y, ojo, ¡ETB! han comprado los derechos. Sería un pelotazo que lo emitieran en hora punta pra que algunos millones de españoles -especialmente los vascos- abrieran los ojos.

En cuanto a la película, qué quieren que les diga, es brutal. No hay otra manera de describir hechos insólitos como el que cuentan nuestras amigas Ana e Inés: estando a punto de prescribir -tras casi veinte años- el asesinato de su padre, se pide a Francia la extradición del asesino, pero en vez de hacerlo con su nombre –Gracia– en el escrito alguien pone García. La justicia francesa lo devuelve a la española y para cuando se corrige el error el caso ha prescrito y el asesino se ha ido de rositas. La familia recurre a la justicia española y dos años después no sólo su recurso es rechazado sino que son obligadas a pagar 6.000 euros de costas.

También es triste escuchar a un mando de la Guardia Civil contar que hubo años en que con casi cien asesinatos estaban desbordados y que la investigación se limitaba a sacar cuatro fotos, recoger los casquillos de las balas y preguntar a los vecinos, con la certeza de obtener siempre la misma respuesta: nadie había visto nada.

Por buscarle un punto optimista a un documental que es demoledor, es esperanzador ver en él que también hay mucha gente joven que se ha remangado y se ha puesto a trabajar para que las atrocidades de ETA no se olviden, así como nietos que han dado el paso de pedir explicaciones por los asesinatos de sus abuelos, abuelos que eran empresarios, políticos, guardias civiles, militares o taxistas. Al fin y al cabo, que los nietos se nieguen a pasar página es la única garantía que nos queda de que los que quieren archivar el pasado cuanto antes, cuando no borrarlo, no se salgan con la suya. Ellos son el futuro y personalmente no tengo palabras para agradecer a Iñaki que una vez más haya dado voz a aquellos que tanto han perdido y que se niegan a que se olvide lo que pasó.

Contra la impunidad. Qué bien elegido el título, Iñaki.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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