No sé si les gusta la música de Bob Dylan o el cine de Martin Scorsese, pero si es así -y no les cuento si les gustan ambos- no se pierdan el documental Rolling Thunder Review, porque no tiene desperdicio
Personalmente Dylan me parece un genio irrepetible que ha compuesto las mejores canciones del siglo XX, centenares de temas memorables que están por derecho propio en el Olimpo de la música. Por otra parte, y aunque sus méritos para haber recibido el Premio Nobel de Literatura pueden ser discutibles, o incluso más que discutibles, la enorme calidad de sus letras no lo es. Dylan ha demostrado que además de componer una música extraordinaria es un gran poeta, un gran contador de historias y un gran cronista del mundo que le rodea.
Para mi sus mejores canciones las compuso, y también las cantó magistralmente, entre los años sesenta y ochenta del pasado siglo. Muchas de ellas las pueden disfrutar -por cierto, cantándolas muy bien acompañado- en la gira en que la se rodaron las imágenes del documental.
En cuanto a Martin Scorsese, creo que es probablemente el mejor director de cine vivo. Ha rodado un montón de grandísimas películas -entre ellas Taxi driver, Toro salvaje, Uno de los nuestros, Gangs of New York, Casino o Infiltrados, pero hay muchas más.
A pesar de la dureza, de la extrema violencia y del lenguaje que se escucha en la mayoría de sus películas –El lobo de Wall Street ostenta el récord de uso más veces de la palabra fuck (569) y Casino está en cuarta posición en ese ranking- Scorsese es un tipo simpático y amable que se lleva muy bien con sus actores y técnicos. Y no, él no utiliza la palabra fuck ni se expresa con el lenguaje de los mafiosos de sus películas.
Las películas de Scorsese tienen excelentes bandas sonoras que delatan que le encanta la música. En muchas ocasiones ha dado pequeños papeles a conocidos músicos, entre otros a Kris Kristofferson, Clarence Clemons, Iggy Pop, David Bowie, Peter Gabriel, Marc Anthony, Queen Latifah, Martha y Rufus Wainwright o Mark Wahlberg (que antes de ser estrella del cine fue rapero).
El cine de Scorsese no son sólo imágenes y sonido, sino que es capaz de acoplar a ambos una música tan buena, y tan bien elegida, que hace que muchas escenas se convierten en memorables. A veces la escena más violenta va acompañada del contrapunto de la música más relajada, como en esta escena de Uno de los nuestros en la que poco a poco va introduciendo Atlantis, de Donovan, una de las canciones más suaves que he escuchado.
Otro momentazo que me parece brillante es la elección del coro del final de La Pasión según San Mateo, de Juan Sebastián Bach, como música de fondo para el final de Casino. Mientras los coros cantan el final de la Pasión de Cristo, vemos la demolición de los viejos casinos y escuchamos la voz en off de Robert De Niro explicar el final de la época dorada de la mafia en Las Vegas: «la ciudad nunca será la misma, después del Tanger, las grandes corporaciones se quedaron con todo. Hoy aquello parece Dysneylandia. Y mientras los chavales juegan a los piratas, mamá y papá meten el dinero para pagar la hipoteca y la carrera de su hijo en las máquinas tragaperras…».
Aquí tienen una página que he encontrado con las veinte mejores escenas ligadas a temas musicales de las películas de Scorsese. Es una joya.
Si sus películas tienen grandes bandas sonoras, sus muchos documentales sobre música o músicos son más que recomendables para cualquiera que le guste la música y el mundo de la música. Con 28 años Scorsese trabajó como asistente de dirección y montador del excelente documental Woodstock (1970) sobre el histórico megaconcierto celebrado en Agosto de 1969 en una pradera cercana a Bethel, en el estado de Nueva York. A partir de ahí y hasta llegar a Rolling Thunder Review, que es el último, Scorsese ha hecho un montón de documentales íntimamente relacionados con la música entre los que creo que destacan los siguientes:
The Last Waltz (1978): el concierto de despedida -celebrado en 1976 en San Francisco- del mítico grupo The Band, con el que Dylan mantuvo una estrecha relación y grabó varios discos cuando todos ellos vivían en el maravilloso pueblo de Woodstock, no muy lejos de donde se celebró el festival que lleva su nombre.
Hago aquí un pequeño inciso para contarles que mi mujer, mi hijo y yo estuvimos hace unos años en Woodstock. Nos encantó. Llegamos en un motorhome y acampamos en un parque nacional muy bonito y muy cercano al pueblo. El ranger que nos recibió y nos acomodó en el parque se llamaba, de todos los nombres posibles… Robert Zimmerman, o sea, el nombre real de Dylan. Cuando se lo comenté me dijo, sonriendo, que no, no era pariente de Dylan, ni tampoco era yo el primero en hacerle esa observación, pero sí el primer español.
El caso es que en el concierto de San Francisco, que fue memorable, participaron entre otros Eric Clapton, Neil Diamond, Bob Dylan, Emmylou Harris, Ronnie Hawkins, Dr. John, Joni Mitchell, Van Morrison, Ringo Starr, Muddy Waters, Ron Wood y Neil Young.
Scorsese compartió piso en su día con Robbie Robertson, guitarrista y cantante de The Band, Robertson es amigo suyo y le ha ayudado con la supervisión musical de varias de sus películas. Sin embargo, él da tanta importancia a la música que en el caso de Goodfellas (Uno de los nuestros), que tiene una banda sonora extraordinaria, cuenta Chis Brook, editor musical de la película, que el propio Scorsese le dijo que sabía cuales iban a ser todas las canciones que iba a usar tres años antes de empezar el rodaje. «No hubo supervisor musical, él fue el supervisor». Creo que con esto está dicho todo.
No Direction Home (2005): cuenta los comienzos de la carrera de Dylan y su impacto en la cultura y en la música popular americana del siglo XX. También cuenta su muy controvertida actuación en el Festival de Música Folk de Newport, en1965. Allí transformó radicalmente su imagen de músico folk -él solo en el escenario con una guitarra acústica y una harmónica- a la de un cantante de rock, con muchos decibelios detrás, con la que ha seguido hasta hoy, tocando casi exclusivamente una guitarra eléctrica y acompañado de toda una banda de rock. Dylan era un mito para los amantes del folk, y su electrificación y primeros devaneos con el rock levantó ampollas entre muchos de sus fans, hasta el punto de que en un concierto le llamaron traidor. No les digo más.
Con 78 años Dylan sigue prodigándose por todo el mundo en una gira aparentemente interminable. Tanto es así que la comenzó en 1988 y, con mas de tres mil conciertos a sus espaldas, hace mucho que recibió el nombre de never ending tour. El nombre se lo puso un periodista que le entrevistó y al propio Dylan le hizo gracia en ese momento. Pero ya no le gusta porque dice que la gira interminable son en realidad muchos tours distintos. El caso es que empezó su gira el 7 de junio de 1988 y todavía no ha parado.
Con una fortuna estimada en doscientos millones de dólares no parece que, a su edad, el motivo de tanto trasiego sea económico. Por otra parte, lejos del glamour de las estrellas de rock, que siempre ha evitado, viaja casi siempre con su banda en un autobús y se aloja en hoteles normales. Dylan siempre ha sido un misterio, en este apartado también lo es.
Living in the Material World: (2011), cuenta la atribulada e interesantísima vida de George Harrison. Un personaje fascinante y quizá musicalmente minusvalorado si le comparamos con Paul McCartney o John Lennon. Al final se sintió ninguneado dentro del grupo y hubo serios roces entre ellos. De hecho en un momento del documental le vemos tratando de explicar a McCartney que gracias por sus consejos sobre cómo tocar su guitarra pero que él es guitarrista. El caso es que se hartó de los Beatles y les dijo adiós, continuando su carrera en solitario, componiendo grandes temas y disfrutando de su camino y de su vida. Por cierto, una vida muy espiritual, muy influida por sus visitas a la India y muy alejada del torbellino mediático que implicaba estar en Los Beatles.
En 1971 Harrison organizó en Nueva York -junto a su amigo, el músico indú Ravi Shankar– el famoso Concierto para Bangla Desh (en realidad fueron dos conciertos), que fue el pionero de los grandes conciertos benéficos. Luego se hicieron muchos más, y se siguen haciendo, para apoyar infinidad de causas por todo el mundo. Con un montón de estrellas invitadas -todos amigos de Harrison, y entre ellos Bob Dylan, Eric Clapton, Ringo Starr, Billy Preston y Leon Russell– el concierto, la película y los discos que de él salieron tuvieron un enorme éxito. Fue la reaparición de Harrison tras abandonar Los Beatles. De ellos sólo Ringo Starr le acompañó en el escenario.
En cuanto al título del documental de Scorsese, Living in the Material world, es el de un álbum de Harrison de 1973.
Dicho lo anterior, Rolling Thunder Review es un estupendo repaso a la gira de cincuenta y siete conciertos celebrados en Estados Unidos y Canadá entre 1975 y 1976. Recorriendo ambos países en un motorhome conducido por el propio Dylan y con un elenco de grandes músicos, e invitados, entre ellos Joan Baez, Roger McGuinn y Ramblin´Jack Elliott.
Bob Neuwirth fue el manager que coordinó la gira. Neuwirth explica en el documental que con semejante grupo de músicos, mas todo el equipo de apoyo y el alquiler de los grandes estadios que pretendían llenar, sin conseguirlo, los números no salían y la gira fue un desastre económico.
Yo no sé qué desayunaban, pero -viendo sus ojos y sus expresiones, y viéndoles casi levitar a veces en el escenario- no cabe duda de que aunque perdieron dinero al menos se lo pasaron muy bien. Por otra parte, los músicos que formaban la banda fueron los que grabaron el album Desire.
Hay varias teorías de por qué Dylan escogió Rolling Thunder como nombre de la gira. Una dice que le inspiró un chamán indio, otra que copió el nombre de la operación de bombardeo Rolling Thunder en Vietnam… sin embargo la explicación del propio Dylan es más sencilla: estaba pensando en un nombre para la gira cuando oyó un gran trueno, luego escuchó cómo su eco rodaba hasta alejarse. Así que pensó que ese debía ser el nombre.
Lo dicho, gran cine documental y gran música. Melómanos y cinéfilos, no se lo pierdan.