Mucha unanimidad en el «oasis español»

Esta es una de las expresiones que más le divierten a mi amigo el columnista J.A. Martínez-Abarca. Se trata de una fórmula zumbona que él atribuye a algún político que ahora mismo no recuerdo, y tendría que llamarlo y esas cosas. Dejémoslo así, total España se va a hundir igual y el dinosaurio seguirá estando ahí. Lo cierto es que uno de los mayores logros del Régimen zapaterista es la “mucha unanimidad” que ha conseguido en los medios de comunicación. A su favor, por supuesto. Y por sus méritos.

Maniobrera, cínica y con objetivos perfectamente diseñados (hacerse con el control social a través de la imposición de una mentalidad que les garantice el poder cuasi perpetuo, salvo alguna legislatura para un PP que salve la economía y se lo vuelva a dejar estupendo a ellos para seguir gastando), la política informativa del PSOE no sólo es brillantísima en cuanto a su capacidad para distraer, penetrar al adversario y presentar al socialismo envuelto en bondad y solidaridad, frente al egoísmo de cualquiera que se les oponga, sino que además ha conseguido hacerse para ello con la práctica totalidad de los medios.

No se dejen engañar por algunas excepciones: España padece hoy una situación muy similar a la del “oasis catalán”, esa unanimidad informativa que es la única explicación plausible al hecho de que un desastre como el nazionalismo siga imperando tanto en el Gobierno como en la oposición. Tampoco aquí son sólo El País, Público, la Ser o las tardes de Julia Otero los que difunden el mensaje oficial. Salvo entre los digitales, en el resto de los medios, más allá de la línea editorial, de algunos columnistas y de la información política, las páginas de sociedad, educación, cultura, televisión, hasta los deportes, compulsivamente ‘viscaelbarça, viscacatalunya’, todo aquello que, con Gramsci, sabemos que crea ideología, ha sido mayoritariamente devorado por el ‘pensamiento ceja’. La imagen del mundo que se nos ofrece cada día es la de “La guerra de las galaxias”, una simpleza en la que los disidentes viven en el Lado Oscuro, mientras los zapateristas habitan la Luz, lógicamente compartida con los bancos y las eléctricas, que no en vano nos van a subir la factura el 10% para el próximo año.

Y así, el escrupuloso demócrata Jedi que hace unos días soltaba otra de sus frases para una historia universal de los carotas, esa de que -refiriéndose a la ilegalización de ANV- “hay que usar el bisturí sin rozar el corazón del pluralismo”, es el mismo que se ha construido la mucha unanimidad periodística y televisual que sufrimos. Supo crear un nuevo grupo totalmente afecto, la Sexta-Público, reflejo del tripartito, nazionalista y pesecero, con el que no sólo accede a los sectores más jóvenes, sino que ha puesto coto al predominio desde el que el grupo Prisa llegó a convertir al PSOE en una más de sus marcas. Ahora los tiene a los dos compitiendo en unanimidad y agitando permanentemente el cadáver de Franco , con el padre Gabilondo al frente, para ver quién obtiene al final mayores favores del PrínZiPe.

Con la Sexta ha conseguido neutralizar a Prisa, al felipismo y a la vieja guardia sociata. Pero además ha logrado que Telecinco (con lo que arrastra a Antena 3, que camina firme hacia el bochorno) haya puesto la televisión basura al servicio del zapaterismo (véase La Noria) para competir por la audiencia e impedir un excesivo crecimiento del grupo del millonario catalán Roures, que de momento ya le ha birlado la Fórmula 1.

Sin embargo, donde ha estado majestuoso ha sido en la televisión pública. Los informativos de TVE, los mejores y de más influencia, son hoy un arquetipo de ese modelo de alienación blandita, de apariencia neutral, simpática pero sutilmente implacable en los contenidos, típica de algunos medios catalanes especialistas en servir al poder. No en vano no sólo los presentadores y directores de los telediarios de la noche, Milá y la guapísima Mara Torres, sino que hasta los chicos del tiempo son catalanes y les ha costado meses pasar de decir “el resto del país”, “el centro del país”, a decir España.

El pasado 10 de diciembre por la noche, TVE 1 nos ofreció un ejemplo magistral de este modo de manipulación fría. Para conmemorar el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, presentaron a cuatro víctimas: el preso común español que fue condenado a muerte en Florida y finalmente exculpado antes de la ejecución; un talibán que había pasado por Guantánamo; una mujer torturada por el régimen de Pinochet; y una periodista colombiana exiliada a causa de las amenazas de muerte de los paramilitares y el narcotráfico.

Todos representaban horrores sin excusa. Pero, curiosamente, un extraterrestre concluiría, a tenor de la selección realizada por la TVE zapatera, que el mayor enemigo de los derechos humanos son los Estados Unidos, responsables de dos de los cuatro casos. Y los demás, diversas formas de sus aliados: una democracia asediada como la colombiana, de la que se presenta como lacra a los paramilitares de derechas, ocultando a la guerrilla izquierdista de las FARC -que es el auténtico azote del país- y sus connivencias con el narcoterror. Y una dictadura militar que hace ya mucho dio paso al Chile de hoy, la casi única democracia consolidada de Iberoamérica junto a Brasil.

Ni una sola representación de los crímenes de la izquierda y sus aliados civilizatorios: la dictadura cubana, las tiranías china y coreana, el Tibet sojuzgado, las ejecuciones en Irán, las lapidaciones de mujeres y los cortes de manos del integrismo musulmán, la condena a muerte de Salman Rushdie por un delito de opinión, la limpieza étnica en Sudán, los atentados suicidas de Al-Qaeda, los zulos y asesinatos de la ETA, los ataques con ácido a manos de los talibanes contra las niñas que deciden estudiar en Afganistán, el aplastamiento continuado de los kurdos…

En fin, que, ya se sabe, en el mundo virtual de nuestro periodismo progresista los enemigos de los derechos humanos son las democracias, sobre todo los USA. En esto también hay mucha unanimidad.

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