Watergate en Cibeles

Con la astucia que les caracteriza, en el Partido Popular han decidido autodestruirse, arruinando con ello las escasas posibilidade que tenían de expulsar a los Hermanos Dalton, José Luis y Alfredo, los hombres que no mentían nunca, del Palacio de la Moncloa. Esa flor de ambición y rencor que es Alberto Ruiz Gallardón, su odio de hermanastro postergado hacia quien cuenta con el apoyo mayoritario de su partido en Madrid, Esperanza Aguirre, frente al rechazo que siempre le han dedicado a él, constituía una baza, incluso demasiado fácil, para unos adversarios tan superiores tácticamente, tan capaces para manejar los tiempos y camuflar su radical incompetencia para gobernar bajo la estupidez para oponerse de una derecha política que siempre cae en las trampas que los zapateristas les tienden.

Las autonomías anunciaron desde su inicio que iban a terminar por ser una nueva forma de desigualdad entre españoles como la que habíamos padecido con el franquismo, pero jamás imaginé que llegaríamos a la situación actual, con un Presidente del Gobierno que es el primer promotor de esa desigualdad. Los espías autonómicos eran un disparate perfectamente previsible en la descomposición española. Ahora el disparate ya está aquí. Sólo era cuestión de tiempo.

¿Alguien cree, por ejemplo, que una Generalitat que está abriendo embajadas en el exterior, como nación soberana, con la connivencia de Zapatero, y que cuenta con un cuerpo policial de miles de hombres, no tiene servicios de información, seguimientos y dossieres de sus adversarios políticos? ¿Imaginan la que tendrá montada el PNV en una sociedad dominada por el terror y el silencio, y una lucha –hasta ahora larvada: la ‘Erchancha’ lleva veinticinco años consiguiendo no detener un solo etarra- cada día más abierta por el poder entre ETA y los peneuvistas? ¿Hay quien piense que los tripartitos no se espían entre ellos para que nadie se desmande y tener información con la que forzar al coaligado a tragar? No se engañen: raro será el Gobierno autonómico, y más si cuentan con departamentos dedicados a ello, que no tenga sus propios agentes secretos, sus ‘mortadelos’ y ‘anacletos’, como la sabiduría popular los ha bautizado con hispana chufla.

Si a ello unimos la evidencia de que todos los gobiernos regionales estarán siendo espiados por los servicios de información del Estado, ese CNI, antiguo CESID, que ha estado detrás de todas las operaciones sucias de estos últimos treinta años –empezando por el 23-F y llegando hasta nuestros días-, y que ha realizado escuchas al mismísimo Rey y hasta a Felipe González, que los mandaba, entonces tendremos un panorama aproximado de este divertido chafarrinón que es España, con 18 gobiernos espiando a todos los demás y a sí mismos, miles de empresas haciéndolo con sus rivales, y cientos de miles de ciudadanos persiguiendo a sus mujeres y maridos (incluso el cónyuge 1 al cónyuge 2), a sus hijos o a sus empleados. En fin, que es muy probable que esté usted siendo vigilado en este momento.

Por eso, lo verdaderamente interesante no es que haya dossieres, sino quién los ha filtrado. El para qué es obvio: para dar la impresión de que el PP es una guerra sucia y que la malvada es Esperanza Aguirre, que representa, a día de hoy, la única opción para que los populares puedan aparecer como alternativa y no como recambio. Y si crece, mañana irán a por Rosa Díez.

Este Watergate de baja estofa interesaba, pues, a muchos. Al lloroso Gallardón, siempre tan emocionado para pasar por víctima, que en su afán de venganza ni siquiera se da cuenta de que las filtraciones a El País (“ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”) podrían destruirlo también a él, pues no hay que olvidar que la mayoría de la gente de Interior era suya y acaso lo siga siendo. Interesaba también a cualquier gallardonista expulsado por Aguirre que deseara vengarse de ella. Incluso, al sector del partido que la teme. E interesaba a todos los que están en contra de la Presidenta en la batalla por Cajamadrid, el verdadero poder en la Comunidad.

Al único que parece que no le interesaba nada este ‘watergatillo’ era al Gobierno. Dado que Zapatero ha dicho que sabe adónde hay que mirar para conocer el origen del asunto, lo que hay que esperar es que lo revele. Y, sobre todo, que revele cómo ha llegado a enterarse, cómo es posible que sepa del ‘affaire’ más que nadie. Ya sabemos que para filtrar las filtraciones está El País, pero es que el diario de Prisa lo único que ha contado hasta ahora son los seguimientos, no los autores, implicando a los supuestos dos bandos en lo que hasta ahora se ha hecho público. La vieja táctica de la cizaña, a la que ZP es completamente ajeno como su trayectoria garantiza.

A ello hay que añadir que Alfredo Pérez Rubalcaba ha afirmado, en rueda de prensa, que la seguridad del Estado no se dedica a seguir a la gente. Y nadie se ha muerto de risa allí mismo. Ni siquiera él.

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