Manifiesto por una vuelta al sentido común en la enseñanza

Hace un par de semanas que se ha hecho público un nuevo manifiesto contra las actuales leyes educativas socialistas, pero también con la intención, creo, de advertir al Partido Popular de cuáles habrían de ser las líneas maestras de una reforma del actual desastre, de modo que no se deje arrastrar por razones de táctica política a un pacto indeseable que limitara para siempre las reformas radicales que España necesita. Aunque limitado a la enseñanza secundaria, se trata, como podrán observar, de unas propuestas sensatísimas, de unos mínimos que debieran ser asumibles por cualquiera que en verdad persiguiera la mejora de la enseñanza española: devolver el protagonismo a los profesores y reducir a los pedagogos y didactas al ámbito del que nunca debieron salir, el de sus despachos teóricos y sus intrigas departamentales. Pero nuestra izquierda educativa ya se sabe que está presa de patas en su propia miel ideológica, y jamás reconocerá que sus errores están ahí precisamente, en la ideología, en los principios que implantaron en una enseñanza cuyos principales perjudicados han sido y son las clases trabajadoras y la enseñanza pública.

Elaborado por Ricardo Moreno Castillo, colega y amigo, autor del Panfleto Antipedagógico, catedrático de Matemáticas de Bachillerato y profesor en la Complutense, tras conversaciones con algunos de los grupos más activos en contra de la LOGSE-LOE y sus derivados autonómicos, le dejo a él la palabra.

«POR UNA VUELTA DEL SENTIDO COMÚN EN LA ENSEÑANZA»

Los abajo firmantes quieren hacer pública su preocupación ante el imparable deterioro de la educación en España y proponen una nueva ley de educación que contemple lo siguiente:

1. Un bachillerato considerablemente más largo que el actual. Es una injusticia que, en nombre de una falsa equidad, se prive de la posibilidad de un bachillerato serio y exigente a los buenos estudiantes para que quienes no lo son no se sientan discriminados.

2. Un centro de estudio no es un simple lugar de permanencia, sino un lugar de trabajo. Y como no hay calidad sin exigencia, consideramos que la promoción automática debe ser eliminada para evitar que pase de curso quien no haya estudiado ni se haya esforzado. Asimismo creemos necesaria una prueba general externa al final de la ESO y otra al final del bachillerato.

3. La vuelta a la disciplina en las aulas, para que el derecho de quienes quieren aprender esté siempre por encima del de quienes boicotean la clase, y los derechos del alumno agredido por encima de los del alumno agresor. Para ello, es indispensable el reconocimiento del profesor como autoridad pública, y aceptar sin complejos que el profesor ha de ser quien manda en la clase.

4. Consideramos que la pedagogía no es una ciencia, sino un lenguaje sin contenido que ya ha hecho mucho daño en la enseñanza. Por esta razón, la formación de los futuros profesores ha de estar a cargo, exclusivamente, de las facultades de las especialidades correspondientes.

5. Que en la promoción profesional de los profesores se valore de verdad el saber. Actualmente, por ejemplo, para acceder a una cátedra puntúan más los cursillos y los cargos directivos que los méritos académicos, los libros y las publicaciones. Y por buenas que puedan ser éstas, no cuentan absolutamente nada a la hora de reconocer los complementos de productividad, para cobrar los cuales es indispensable realizar unos cursos, la mayoría de ellos inútiles y alejados de la realidad de las aulas. El saber y la excelencia están hoy día, en el mundo de la enseñanza, perseguidos y despreciados.

6. Para que esta nueva ley sea posible, es indispensable, en primer lugar, que quienes elaboraron la LOGSE y la LOE reconozcan de una vez el monumental error y la necesidad de rectificar, y en segundo lugar, llegar a un pacto de Estado para dejar la educación al margen de la contienda política. A continuación, nombrar una comisión con representantes de todos los partidos para la elaboración de una nueva ley de educación. Los miembros de esta nueva comisión han de ser profesores (no pedagogos), y los partidos han de procurar nombrar a sus representantes en función de su valía profesional, no de su fidelidad política.

(Pueden adherirse y firmar aquí: ANCABA (Asociación Nacional de Catedráticos de Bachillerato.)

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