El PSOE se decide por el suicidio

Tienen una fábrica de clones de Zapatero. No sólo no han arrancado hasta las raíces el zapaterismo que nos ha destruido a todos, a nuestros bolsillos, a España, incluidísima Cataluña, y al propio PSOE, sino que los reproducen como marcas de una misma factoría. Madina, o la versión tenebrosa. Y Pedro Sánchez, por quien servidor apostaba (la insensata esperanza también me hizo, al principio, apostar por ZP, Señor, Señor), ha terminado por revelarse como la marca seductora para progres de género, tan hueco como el falso leonés. Ha dicho el genares que a Cataluña hay que darle privilegios fiscales y reconocerla como nación. Lo cual es extraordinario, pues sólo se puede re-conocer lo que una vez se conoció. Y Cataluña no fue jamás una nación. Y hoy, con sólo un treinta por ciento de lengua materna catalana, lo es menos que nunca.

Siguen con el federalismo asimétrico –así lo ha dicho explícitamente Sánchez– que produjo el engendro del Estatut. No se quieren enterar, yé, yé, y perdonen el ripio, que la clave es la igualdad. Que lo que los ha destruido es aceptar, y promover, la diferencia entre españoles por la cuna regional. Que ha sido el nacionalismo que alentaron lo que los ha engullido. Que nada hay más contrario a lo que una vez fue la izquierda mayoritaria en España que establecer privilegios, inventar naciones, levantar fueros, marchar contra el sentido de la Historia que la Revolución ¡republicana! de 1789 estableció como derecho irrenunciable: la ciudadanía que nos hace iguales. A una niña de siete años le pusieron el ojo morado en Sabadell por llevar una pegatina con la bandera española en una carpeta. Y luego la amenazaron con tirarla por la ventana. Cosas de niños, dijo el catalanista director del religioso colegio. Niños, en efecto, nazis desde la infancia. Estos deben ser los que Pedro Sánchez quiere convertir en “la vanguardia de España”. Como el periódico del Conde de Godó, que ojalá algún día se vea como el ciudadano Godó. A la niña la han tenido que cambiar de centro. Sus padres promovieron una condena en el Parlament y el PSC votó en contra, como hemos podido leer en PD.

Y en el PSOE ni siquiera se han enterado de que hoy, por consentir cosas semejantes, por apoyarlas incluso, por haber abandonado a los suyos, recibirían en Cataluña sólo la cuarta parte de los votos que alguna vez tuvieron. A un nacionalista puedes convencerlo viajando, con sólo unas tortitas de camarones en Cádiz, un plato de jamón extremeño, un asado castellano o un buen caldero del Mar Menor. Acabará gritando ¡Viva España! Pero el tonto castellano, nativo, no tiene arreglo. Ellos hicieron España y ellos la están deshaciendo.

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