UNA COMIDA ALCARREÑA
Quien quiera hablar cualquier cosa,
debe hacerlo a buena mesa,
que resulte más sabrosa
la conversación y amena.
Yo te contaré jugosa
una cuestión de esta tierra,
agradable y enjundiosa
muy cercana y muy secreta.
Pero en la comida, ansiosa,
nos aguarda esta botella;
la abriré, pues silenciosa
no dé gusto como abierta.
¡Y ese licor que reposa,
cual en redoma pequeña,
es cierto que generosa
la boca bien nos la deja!
¡Y esos entrantes que osan
junto a morcillas bien puestas,
quesos, chorizos y cosas
mostrarnos toda su fuerza!
Higaditos con cebolla
estoy notando a la mesa,
migas con uvas gloriosas
que sobresalen por fuera.
¡Al gaznate, que imperiosa
la comida es bullanguera,
y el vinillo nos sonrosa
cara y hasta la cabeza!
¿Te decía? ¡Ah, sí! Sabrosa
noticia he de darte y ella
es… Mas que aguarde la cosa
¡que ya el cochinillo llega…!
Luciente en fuente rebosa,
dorado sobremanera,
crujiente, rubia y ruidosa
su piel nos muestra por fuera.
Por dentro, llega virtuosa
carne, que su punto muestra,
con patatas vigorosas
que han venido de la huerta.
Tráeme acá esa amorosa
esencia que todo riega,
que una vianda tan valiosa
con él entre más dispuesta.
Es la salsa cariñosa,
por el horno asador hecha,
poderosa, deleitosa,
y rica en varias maneras.
Mas no quede yo sediento
dando del cochino cuenta.
¡Me estoy poniendo contento,
bien que me voy dando cuenta…!
Y es tan cierto que lo siento,
que este vinillo bien entra,
como que con él caliento
toda del Duero Ribera.
Cochinillo es segoviano
que no es un cerdo cualquiera,
es lechal y tan temprano
que en el paladar se queda.
El horno lo es alcarreño
y es alcarreña la leña,
y el sabor es tan risueño
que lo cantara un poeta.
Darme otro traguito quiero
del delicioso Ribera.
¡Si el cochinillo es un sueño,
el vino más me adurmiera!
¿Qué traen ahora, amigo,
a esta vitualla completa,
que yo disfruto contigo
y está llena de sorpresas?
Una tabla de los postres,
que es una tabla de fiesta,
tiramisú y otros dones,
flan con la nata revuelta,
bizcocho borracho enorme,
que yo ya lo veo apenas,
o a ratos lo veo doble
que hasta el local me da vueltas…
Un cafecito no sobre
ni esto que queda en botella,
desperdicien los salones,
que eso sí me diera pena.
Y, lector, esa jugosa
cuestión propia de esta tierra,
agradable y enjundiosa
muy cercana y muy secreta,
te la cuente, tan graciosa,
otro día, que esa nueva,
tan grata y tan enjundiosa
ha de esperar… la recuerde mi cabeza.
JPablo Mañueco (2016)
