«Viaje por Guadalajara». Cap. III Iglesia de Santiago

«VIAJE POR GUADALAJARA». El viandante por Guadalajara llega hasta la Iglesia de Santiago, fundación real del siglo XIV
 
CAPÍTULO III.
ENTRE LAS TENUES SOMBRAS DE LA IGLESIA DE SANTIAGO APÓSTOL
 
EL VIAJERO HA ABANDONADO la calle Miguel Fluiters para girar a la izquierda, hacia la calle Teniente Figueroa. Camina hasta la altura de la iglesia de Santiago Apóstol, de estilo gótico-mudéjar, levantada en el siglo XIV, y visita brevemente su espacioso, pero oscuro, cansado y lánguido interior.
 
La iglesia lo fue del antiguo convento de Santa Clara, hoy desaparecido, y se erigió por obra y gracia de la infanta Isabel -una zamorana nacida en Toro, dado el carácter itinerante de la corte real de Castilla, lo que llevaba a que nacieran sus reales vástagos en los sitios más variados, pero muy amante de las tierras de Guadalajara-, hija de Sancho IV de Castilla, llamado el Bravo, y de María de Molina.
 
Esta María de Molina, reina consorte de Castilla y luego regente del reino, durante la minoría de su hijo Fernando IV, que tuvo por sobrenombre el Emplazado, estuvo también muy ligada a las tierras de Guadalajara, por haber sido la última señora independiente del Señorío del cual tomó su patronímico.
 
Una imagen de la santa preside una hornacina sobre la puerta de entrada, encima de la cual se alzan altivas las armas reales, en piedra. También decoran un gran mural en el interior de la iglesia, donde se exhibe, pintado a gran tamaño, el pendón cuartelado de Castilla, como expresión de la fundación regia del recinto.
 
Un duplo más duplo de castillos y leones, cada uno dentro de su correspondiente cuadrado o cuartel, que, según piensa el Viajero, “en su momento debió de suponerle a su diseñador que le otorgaran el galardón de lo bello, si es que por entonces ya se entregaban estos premios, o alguno semejante”.
 
El interior es tan escueto, tan desnudo de más imágenes que las necesarias, tan imponente en su majestuosidad silenciosa y tan poco frecuentado -por hallarse en una zona céntrica de la Guadalajara antigua, pero poco habitadas sus viejas casas en la actualidad-, que el Viajero siente la necesitad de recogerse en meditación religiosa.
 
El Viajero da en pensar sobre el perdón cristiano auténtico, aquel que lleva aparejado verdadero dolor de corazón, espíritu de contrición y arrepentimiento y propósito de enmienda.
 
El Viajero también da en pensar que ese tipo de perdón, que brota del sagrario del alma y suprime el odio y el encono, es indiscutiblemente una absoluta bendición…
 
“Obra el prodigio de agotar el rencor. Deberíamos beber todos los humanos siempre de esa gota de alivio que sale del almario de nuestra alma para formar una poción sanadora contra las heridas del odio que siempre se revuelve más bien contra nosotros”.
 
Y luego le salió a borbotones, como si llegara desde dentro de su corazón, esta especie de plegaria, que enunció mentalmente, mientras miraba hacia el sagrario-:
 
“Me perdono a mí mismo, en lo que he errado. Perdono a los otros, sin clamar venganza. Perdono a Dios en aquello que creo ha sobrecargado excesivamente mi camino, con una cruz, carga y peso demasiado difícil de sobrellevar, pudiendo no haberlo hecho así, puesto que podría haber sido más generoso y espléndido con esta pobre criatura suya y con cualquier otra. Y quiero obtener el perdón de Dios, enamorado de él y de los valores inmutables que personifica en su divina sustancia, más allá del tiempo y de las eras. Pienso que así Dios, el amor y yo, aunados, lleguemos a ser la misma cosa, perdonados”.
 
A continuación, mirando a su alrededor, continuó reflexionando: “Cuestión distinta es, y siempre lo ha sido, aunque ella se presente de otro modo, la Iglesia, como institución, con sus adornos, sus ritos y sus galas”:
 
Juan Pablo Mañueco,
 
Novela:
 
 
«Viaje por Guadalajara» en la Universidad de Toronto:
 
 
VIAJE POR GUADALAJARA: Un viajero llega a la ciudad de Guadalajara a las 10 de la mañana de un día de finales de agosto. Se marchará a las 10 de la noche, durante esas 12 horas que transcurren visita los principales monumentos, camina, recorre, recuerda, se encuentra con personas reales de la ciudad, entra en sus establecimientos y restaurantes…. Y narra la crónica exacta de lo que lo que le ocurre en la ciudad durante esas 12 horas.
 
Se consigue por internet, en librerías o en Bibliotecas

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Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

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