En medio del ciclón que se ha llevado por delante al PSOE y ha otorgado al PP una mayoría absoluta por incomparecencia del adversario, quien aunaba regeneración e integración, transparencia y unidad, UPyD, ha sido el único partido que ha crecido por sí mismo. Hasta más de 1.114.000 votos, pasando de uno a cinco escaños y quedando como cuarta fuerza del país. Es cierto QUE IU ha sido la tercera más votada, creciendo enormemente desde los dos a los 11 diputados. Pero, aparte de que en IU no veo los valores de la integración y la unidad (ni nacional ni de ciudadanía, por ser sectaria y excluyente en muchos de sus planteamientos), también es un hecho que ha heredado en bloque los votos de cientos de miles de socialistas desencantados. Mientras, UPyD, estoy seguro de ello, ha logrado sufragios provenientes de la izquierda y de la derecha. De ahí su significación especial. No hay ningún partido así en todo el panorama nacional.
Pero, más allá de estas apreciaciones, creo que lo denunciado por Rosa Díez es completamente lógico. Nos es normal que la cuarta fuerza del país solo tenga cinco diputados; ni que la tercera tenga 11. Si, como ambas formaciones proponen, la circunscripción fuera nacional para el Congreso (y territorial para el Senado, que es como si no existiera), UPyD habría tenido 17 escaños e IU 25. Por el contrario, nos encontramos con que, con muchos menos votos, partidos que se hacen fuertes en su territorio tengan una representación nacional que no se corresponde con su verdadero potencial.
No es de recibo que el voto de todos los españoles no valga lo mismo. No es justo que no todos los españoles seamos iguales a la hora de elegir a nuestros representantes para el Gobierno de la Nación (ojo, de la Nación). ¿Para cuándo un cambio con el que la gran mayoría de la población estaría de acuerdo?
Rajoy, un hombre sensato, debería demostrar desde ya que es un presidente para todos los españoles y que, prescindiendo de los partidismos, gobernará en función del bien común (tomo todo esto de su primera declaración institucional como presidente electo). ¿Por qué no cambiando la Ley Electoral? O al menos que garantice que lo planteará al final de la legislatura. Ahora, que se dedique a la economía… que tiene mucho toro por torear.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
