La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Exorcizando a mi Don Quijote

Reconozco que a veces, en pleno proceso de alucinación, me creo un Don Quijote. Saco hacia afuera una innata y brutal fuerza interior, por la que veo ciertas cosas tan claras como el mar, y apago una pasión que me abrasa como el fuego si no suelto lo que llevo dentro. ¿Cómo? Escribiendo. Así, soltando mamporros a diestro y siniestro, denuncio lo que entiendo como injusto y me creo que hago algo positivo por este mundo nuestro. Pienso que empatizo con el mundo que me rodea, y hasta me creo que soy más humano. Pero, como todo falso Don Quijote, llegan días en los que percibo que, en mi día a día, me corroe el cáncer de un hondo egoísmo, más natural en mí que cualquier otra cosa.

¿Puede ser acaso Don Quijote un egoísta de libro? ¿Puede fundar el Partido Decente quien, en la práctica, no hace nada con sus propias manos por la mejora de la sociedad? ¿Puede erigirse en juez del auténtico cristianismo quien no da el callo en absolutamente nada palpable por sus semejantes? ¿Acaso Don Quijote no cogió rocín y armaduras y se fue a recorrer las veredas en las que se combate de verdad contra la opresión que mata al hombre?

No seré Don Quijote, pero, al menos, comparto con él una característica por la que no caigo definitivamente en el abismo. Tengo raptos de lucidez en los que me veo desnudo, con todas mis incoherencias e hipocresías acariciadas por el aire fresco y puro. Me observo, tan cristalino como ese mar que me amansa a veces, gritando de rabia desde una hoja en blanco y atronando por los altavoces del océano digital. ¿Cómo? Sentado apaciblemente en la silla, ante el ordenador. Y me creo que consigo algo, que construyo conciencia cívica…

Pobre Don Quijote. Menos mal que llegan días en que el fuego y la furia se vuelven contra uno mismo. Son días en los que te ves no haciendo nada por los que te rodean. O incluso infringiéndoles dolor, en virtud al cáncer del egoísmo.

No valdrá de nada, y a nadie habrá de importarle este escrito. Pero es justo que, si la Red es el campo de batalla de un escriba acomodado e hipócrita, al menos sea esta misma el cadalso en el que se ajusticia al bellaco. Así es como exorcizo a mi Don Quijote, ese pobre diablo.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Lo más leído