Se describía a sí mismo como un «obsesivo sensual». Entre las frases célebres Emanuel Ungaro quedará para la historia siempre esa de que «no hay que llevar un vestido, hay que habitarlo».
El diseñador francés, que consideraba su trabajo como una artesanía y en cuyas creaciones destacaban las mezclas de flores y lunares, las rayas con los cuadros, o los colores vivos., falleció este 21 de diciembre a la edad de 86 años.
Una triste noticia que ha sido emitida a través del diario italiano «La Stampa». Por el momento se desconoce la causa del fallecimiento.
El modisto ha sido uno de los grandes de la moda, una de las agujas más prestigiosas y de valor consagrado.
En 2004, con 71 años, eligió un digno sucesor: Gianbattista Valli, que se encargó a partir de ese momento de sus colecciones de novia y de prêt-à-porter.
Sin embargo, si en algo se asemejan los toreros a los diseñadores es en que, aunque se corten la coleta, siempre les tienta el regreso al ruedo, que en este caso es el altar de la moda.
Es por ello que en su «retirada», el diseñador galo preparó su nuevo proyecto: una «semi-costura». El modista cría que la alta costura estaba obsoleta y que hoy en día «ya no hay clientas que estén dispuestas a esperar dos meses para recibir su encargo exclusivo».
En 1999, Ungaro fue galardonado con la XVIII edición de la Aguja de Oro, uno de los premios de moda más prestigiosos que se otorgan en España.
En su elección resultaron definitivas tanto su larga trayectoria como, especialmente, la renovación de líneas que caracteriza sus colecciones. «La moda es una aventura fantástica», dijo durante su discurso, en el que también aseguró que siempre había sido fiel a su estilo «para no sentir vergüenza cuando me miro al espejo», añadió.
Francés de nacimiento, italiano de corazón y español de «aprendizaje» (se formó en la alta costura junto al maestro Cristóbal Balenciaga) el diseñador hizo el vestido de novia de su buena amiga Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro, en su boda con Francisco Rivera.