El fotógrafo francés François Prost ha documentado la sorprendente arquitectura de los «hoteles del amor» japoneses en un viaje de 3.000 kilómetros por el país.
Estos establecimientos, que ofrecen privacidad y tarifas por hora, se caracterizan por sus diseños llamativos y poco discretos.
Prost considera que estos hoteles reflejan un contraste entre el conservadurismo social japonés y las actitudes hacia el sexo. Su proyecto fotográfico busca mostrar esta arquitectura vernácula como un prisma para entender mejor la cultura japonesa.
El fotógrafo planea publicar un libro con sus imágenes el próximo año, siguiendo el éxito de su proyecto anterior sobre clubes de striptease en Estados Unidos.
La función de los hoteles del amor en Japón ha evolucionado significativamente a lo largo del tiempo:Orígenes y evolución temprana.
En el periodo Edo (1600-1868), surgieron como casas de té para encuentros con trabajadoras sexuales y geishas.
En la década de 1920, aparecieron los «enshuku», habitaciones alquiladas por horas con muebles occidentales.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se utilizaban espacios públicos como la plaza frente al Palacio Imperial en Tokio para encuentros íntimos.
Auge y transformación
En las décadas de 1970 y 1980, proliferaron hoteles ostentosos con diseños extravagantes, coincidiendo con el auge económico de Japón1
Ofrecían fantasía y privacidad en un país con viviendas multigeneracionales y poco espacio1
A principios de los 80, comenzó una tendencia hacia la simplificación de diseños y la adición de instalaciones de esparcimiento como karaokes y videojuegos2
Cambios recientes
Se han adaptado a las preferencias de las mujeres, que ahora tienen más influencia en la elección del hotel. Han incorporado elementos de hoteles convencionales, difuminando las fronteras entre ambos tipos de alojamiento2
Actualmente, además de privacidad para parejas, ofrecen una variedad de servicios como tratamientos de belleza y opciones de entretenimiento.
Función social actual
Siguen proporcionando un espacio privado en una sociedad con viviendas pequeñas y densamente pobladas. Atienden no solo a parejas casadas o en relaciones, sino también a turistas y personas que buscan un espacio personal. Reflejan y se adaptan a las cambiantes necesidades y deseos de la sociedad japonesa.
El hotel más famoso que documentó François Prost es el Meguro Emperor, diseñado en la década de 1970 para parecerse a un castillo europeo. Este establecimiento no solo se destaca por su arquitectura distintiva, sino que también inspiró una tendencia de hoteles con temática de castillo en Japón. Prost capturó este y otros hoteles del amor en su serie fotográfica, donde exploró la peculiar y llamativa estética de alrededor de 200 de estos lugares, que incluyen diseños como casas de campo francesas y palacios árabes.
Además del Meguro Emperor, François Prost documentó varios otros hoteles del amor en su serie fotográfica. Entre ellos se encuentran:Hotel Aladdin en Okayama, que destaca por su diseño inspirado en un gran palacio árabe con cúpulas en forma de cebolla.
Hoteles temáticos con fachadas que evocan casas de campo francesas y clubes de playa tropicales.
Establecimientos con arquitectura de castillo, que proliferaron tras el éxito del Meguro Emperor. Prost capturó la esencia de alrededor de 200 hoteles del amor, cada uno con su propia y peculiar estética, reflejando la diversidad y creatividad arquitectónica de estos lugares en Japón.