“También con un gobierno israelí de izquierda no habrá paz”

El Profesor Shlomo Ben-Ami se rinde… “También con un gobierno israelí de izquierda no habrá paz” es el titulo de una entrevista de Eyal Levy (Maariv 22/9/2017).
P.D. Acotacion personal: Al publicar este articulo tengo una tristeza muy grande…pero debo explicarme:
Yo (S.Z.) «naci» en la izquierda Sionista…esa de ‘la vida conjunta de los dos Pueblos»…»el derecho de los Palestinos a tener una Patria como lo es Israel para los Judios…», «la devolucion de los territorios para obtener la Paz»…etc.
Actue y apoye esos «lemas’ con la plena conviccion de «saber la verdad»…
En 1993 sali a manifestaciones en apoyo del Acuerdo de Oslo con los Palestinos…y en noviembre de 1995 estuve con mi mujer y mis hijas en la manifestacion de apoyo en Tel Aviv en la cual fue asesinado el P.Ministro Itzjak Rabin por adelantar ese Acuerdo.
En el año 2000 apoye el encuentro del P. Ministro Ehud Barak con Arafat y Clinton en EEUU para «adelantar» el tema…
Pero llego el momento en que me desilucione… es decir…continuo pensando (en el 2017) en ‘la vida conjunta de los dos Pueblos»…»el derecho de los Palestinos a tener una Patria como lo es Israel para los Judios…» «etc», pero ya no creo que es cierta la necesidad de «la devolucion de los territorios para obtener la Paz».

No porque no hay que ‘devolver los territorios» sino porque como consecuencia de ello no se lograra «obtener la Paz».
Lo que me entristece…porque si «las cartas fuertes» de Israel en las negociaciones (que son esos territorios) no consiguen traer a los Palestinos a firmar la Paz…cuales son las «verdaderas cartas» que si lo haran?
Y si no existe respuesta a la pregunta anterior…entonces no hay posibilidad de llegar a la Paz?
Parece que no…

Los ultimos años…cada vez que me encontraba con un articulo o entrevista a Shlomo Ben Ami yo pensaba: «que es lo que sabe el…que yo no se…?» De donde viene ese «optimismo»? Ahora lo se…
Por algun motivo (a lo mejor falta de interes de reconocer errores…)…el…Ben Ami…seguia aferrado a «la idea» (que alguna vez fue ‘conjunta») de que si habra Paz…Ahora ya no…(aunque todavia «tartamudea»…en su reconocimiento…)

Pero vayamos a la entrevista…

«El ministro de Asuntos Exteriores del final del gobierno de Barak rompe un largo silencio en una rara entrevista y presenta un panorama sombrío: “Los palestinos perdieron una oportunidad que no volverá y Oslo perjudicó más de lo que ayudó”.
Lejos de los bancos de la Knesset, el Profesor Shlomo Ben-Ami prefiere mirar la situación desde un costado, de forma sobria. El Ministro de Exteriores de Ehud Barak fue uno de los últimos que aun veía la luz al final del túnel: un acuerdo permanente que pusiese fin al conflicto palestino-israelí. El sueño, como todo el mundo sabe, termino destrozado.

“Hoy no hay un proceso (de paz) y no lo veo en el futuro previsible”, dice Ben-Ami. “El gobierno siempre puede intentar renovar las negociaciones, pero el movimiento nacional palestino está en la bancarrota, en una pérdida total de dirección. Se puede decir que este es uno de los logros de Binyamín Netanyahu. Ha hecho una gran contribución al desmantelamiento del movimiento, aunque parte también están en su ADN (de los palestinos), ya que los palestinos tienen dificultades para tomar decisiones históricas sobre el fin del conflicto”.

¿Qué culpa tiene Netanyahu?

“Es el príncipe de la niebla. Si el primer ministro dice que la política es “permanecer siempre en Cisjordania y anexar los territorios, puedo estar de acuerdo o no, pero yo lo respetaré. No sé a dónde nos conduce. Si dice banalidades sobre la reanudación de las negociaciones, sin condiciones, se trata entonces de algo extraño, porque ya se han establecido condiciones: como ser la declaración “ellos deben reconocer un Estado judío”. Es una vanidad, él no va a ninguna parte. Yo tampoco acepto la ilusión que si la izquierda estuviera en el poder llegaríamos a un acuerdo. Nuestros cuerpos están llenos de heridas por culpa de esas negociaciones”.

¿Cuándo te “despertaste”?
“Yo creía en aquel momento en la fórmula propuesta por el Presidente Clinton. Israel no debería aceptar más allá de aquella propuesta, pero los palestinos lo rechazaron, y eso es un motivo de eterno lamento para ellos. Ningún gobierno israelí, en un futuro político previsible, puede aceptar aquella fórmula. Los movimientos nacionales deben tomar decisiones, incluso cuando estas no sean perfectas. Los palestinos fallaron y nos llevaron juntos con ellos al agujero negro en donde estamos”.

Clinton presentó su plan en diciembre de 2000, en el momento culminante de la segunda intifada, que estalló después del fracaso de la cumbre de Camp David de ese verano. La frontera entre nosotros y los palestinos se debía basar en las líneas de 1967, casi la totalidad de Cisjordania pasaría a formar parte de la soberanía palestina, como las áreas de la Franja de Gaza, incluyendo un paso seguro. Israel, según el acuerdo, habría anexado los bloques de asentamientos, pero a cambio daría a los palestinos tierras en el Neguev. Los barrios árabes de Jerusalén quedarían bajo soberanía palestina, incluido el Monte del Templo. El Muro Occidental (Kotel Ha-Maaraví – Muro de los Lamentos) bajo soberanía israelí. El problema de los refugiados seguía siendo un tema vago, pero al final se suponía que iba a presentarse una declaración de finalización del conflicto y reclamaciones mutuas. La parte israelí respondió afirmativamente, los palestinos rechazaron la propuesta.
“Arafat era un enigma difícil de dilucidar”, dice Ben-Ami. “Tuve muchas horas con él, era un maestro del doble lenguaje y la ambigüedad, y puede que haya tenido miedo en el momento de la decisión”.

¿Y tú no tenías miedo?
“La sociedad israelí ha cambiado, se movió hacia la derecha, hay más religión. Vemos una composición diferente socio-política de lo que había en el 2000. Entonces creíamos que la paz con los palestinos conduciría a una división interna, pero pensamos que con los instrumentos de la democracia lo podíamos superar. Hacer la paz es siempre más difícil que salir a la guerra. En la paz usted dirige una nación dividida, cada uno quiere sus condiciones, en la guerra, usted conduce una nación unida. Creíamos que la democracia y las instituciones funcionarían y la mayoría ganaría”.

¿Arafat no tenía poder?
“Estaba convencido que en el marco de un acuerdo Arafat tendría que mantenerse alejado de sus ethos formativos. No iba a haber un derecho al retorno, habria arreglos en Jerusalén que no son exactamente lo que soñaba, y se quedarían parte de los asentamientos. El se dio cuenta que tal cosa podría causar una división y que daría lugar a una guerra civil. Él nos empujó a un lugar en el cual sus condiciones no podían ser aceptadas por ninguna coalición en Israel”.

Y entonces Hamás no era tan fuerte…
“Esta es la tragedia para ellos y para nosotros. Él era el único cuya firma en un acuerdo podría ser considerada legítima incluso a los ojos de Hamás… Esa persona no quería firmar y ya no existe. Eso es el comienzo de la caída de un movimiento nacional (el palestino) que ahora está dividido y hoy el movimiento tiene que reinventarse a sí mismo, no hay comprensión del camino que siguen, y no hay confianza en la solución de dos estados”.

También entre nosotros (los Israelies…) no tenemos fe en esa solución…
“Si usted hace una encuesta entre los israelíes encontrará una mayoría a favor de una solución de dos estados, incluso dentro de las fronteras del 67’. Es posible que incluso entre los palestinos haya una mayoría, pero este apoyo no tiene fuerza. No se trata de un apoyo que les lleva a salir a la calle y a gritar. Cuando llega la hora de la verdad ambas partes ven grandes dificultades para cruzar el valle. Para mí una solución el salvar al proyecto sionista, porque sin él habrá al final un estado binacional, pero la solución no es lo suficientemente atractiva para ambas partes”.

No hay flexibilidad
«Nosotros sufrimos de un sobrepeso en la historia pero de pobreza en la geografía. Apenas es posible mantener aquí a un estado y mucho menos dos. Observa desde una perspectiva israelí por qué no es atractivo. Es más o menos el retorno a las fronteras del 67’ y esas condiciones hoy serían un terremoto político que requeriri el movimiento complejo de personas de un lugar a otro. Es un esfuerzo titánico. Las personas que lanzan la consigna de “poner fin a la ocupación” no saben lo que están hablando, es complicado, y requiere una ingeniería diplomática con una rehabilitación a gran escala de los refugiados en el mundo árabe, y retirada de territorios y no sólo de los asentamientos. Hay amplias ramas de las instituciones israelíes que están allí ubicadas, el Ministerio de Defensa, el de infraestructura, todo un mundo”.

¿O sea no ves el fin de la ocupación?
“El final de la ocupación es un eslogan sin sentido, simplemente lo tiran. La resolución 425 del Consejo de Seguridad dice que Israel se retirará del Líbano, pero no ha exigido negociaciones entre los lados. La Resolución 242, que es la base del proceso de paz, dice que Israel debe retirarse para establecer fronteras seguras y acordadas. Hubo algunos gobiernos israelíes que no se presentaron a las negociaciones con intenciones «positivas», pero hubo algunos que no llegaron a un acuerdo a pesar que si poseían intenciones de llegar a un acuerdo final. Hay un pensador palestino, Yazid Saia, un hombre impresionante, profesor de la Universidad de Cambridge, que durante la segunda intifada escribió un artículo brillante: “Arafat: Anatomía de una Revuelta”. Escribió que la intifada va a fracasar porque no tiene un objetivo alcanzable. Después de todo, ¿Qué quieren de los israelíes? A lo sumo, los llevarán nuevamente a la mesa de negociaciones y discutirán de nuevo sobre el Monte del Templo. Así que si el plan de Clinton es el final de la ocupación, entonces, hay un fin posible para la ocupación”.

¿Por qué la solución de dos Estados no es atractiva para los palestinos?
“Para ellos será un mini-Estado, un sándwich entre países entre los que, se sabe, no existe un amor del resto hacia ellos. El Estado palestino no obtendrá la solución soñada que incluye el derecho al retorno y, por lo tanto, puede que no sea visto como legítimo a ojos de los propios palestinos. Por desgracia, existe también una adicción palestina a las donaciones internacionales. Estamos en un callejón sin salida”.

Trump parecía bastante decidido.
“Esta presidencia es una mezcla entre un stand-up y una farsa trágica. Una administración que tiene que trabajar diplomáticamente en algo tan duro como el conflicto palestino-israelí. No creo que salga nada de esto y Netanyahu lo sabe por lo que debe tratar de no molestar al presidente. Si nos fijamos en la historia del movimiento sionista, siempre se verá que cuando tuvieron que decidir entre la demografía y el territorio siempre escogimos por la demografía. La decisión de Ariel Sharon de construir una valla es una derrota política e ideológica para la derecha, ya que acepta el principio de que lo que está más allá de la alambrada les pertenece a ellos. Tal vez algún día se encuentre al Primer Ministro que entienda que no se puede llegar a un acuerdo con los palestinos y que haga lo que Sharon tenía en la cabeza (Hatzad Hasheni – se supone que habla de una desconexión unilateral también de Cisjordania). Por cierto, Ehud Olmert fue elegido de acuerdo a este principio, una especie de convergencia, una retirada unilateral, coordinada o no, pero con el fin de preservar la homogeneidad demográfica.

Se necesita valor para tomar tales decisiones
“Los líderes que han hecho grandes cosas a menudo «traicionaron’ a sus votantes. Sharon, incluso Beguin y hasta cierto punto Rabin. El Proceso de paz lo empujó a un rincón que no pertenecía a parte de sus votantes. Si quieres hacer grandes cosas, no podrás mantenerte sólo en tu base de votantes. A De Gaulle lo nombraron presidente de Francia para retener a Argelia y la devolvió”.

¿Quién podría haber decidido con coraje?
“Especialmente los gobiernos de Olmert y Barak. Barak acordó dividir la Ciudad Vieja. Los barrios musulmán y cristiano para los palestinos y nosotros recibiríamos el barrio judío y el barrio armenio. Sobre esto Clinton dijo que la decisión de Barak podría haber servido de base para un avance”.
“Barak es un hombre inteligente, poseía una lectura correcta de la realidad internacional, pero no era un político. Es el único primer ministro, por lo que recuerdo, que llegó a un proceso político mirando hacia delante sin analizar la causa de la crisis. Rabin fue a Oslo por la primera Intifada. Necesitaba a Arafat como su subcontratista para suprimirla. Barak fue hacia el proceso sin una razón aparente. Se trata de un hombre digno de un estado que necesita un foco central en la toma de decisiones. Que comprende bien los dilemas. Tiene características de un líder brutal que pueda decidir en 24 horas dividir la Ciudad Vieja, el único que veo que era capaz de tomar tales decisiones, pero no tiene las características que un político debe poseer. Debes contar a tu lado con personas. No se puede alcanzar el poder a través de Twitter”.

¿Y Olmert?
“Me encontré con él con frecuencia y hablamos mucho sobre una solución para Jerusalén. Ofreció un régimen especial en la Ciudad Vieja, internacionalización de la ciudad, incluyendo la provisión de la seguridad a un tercero. Esto es algo atrevido y también los palestinos lo rechazaron. Aprecio a Olmert. Fue un primer ministro grande, importante y valiente, sobre todo si tenemos en cuenta de dónde provenía y el giro sorprendente que hizo. Así que incluso con el mayor líder de gran valentía y ante el mayor giro de un político israelí, sigue habiendo una gran distancia ante lo que desean los palestinos. Se trata de una tragedia”.

¿No mencionaste a Rabin?
“El gobierno de Rabin no pasó la prueba del acuerdo final, trato con un acuerdo provisional que es un mundo completamente diferente. No soy uno de los que compran el argumento que el proceso de paz murió con el asesinato de Rabin. Dudo que las negociaciones sobre un arreglo permanente en los días de Rabin llegaron a la distancia que llegamos Olmert o nosotros. Tengo dudas si entendía lo que significaba y hacia dónde debía ir. La división de Jerusalén, el regreso a las fronteras de 1967. Recuerdo a Leah diciendo que si su esposo supiera adónde hemos llegado con el proceso de paz se retorcería en su tumba. Después de todo, él llegó a la cuestión palestina como resultado del fracaso de las negociaciones con Siria. Si hubiese tenido éxito allí, no creo que hubiese llegado a Oslo. Y en el acuerdo de Oslo, se dispersaron en gran medida las minas que explotaron y volaron el proceso mas adelante”.

Se trata de un monumento de la izquierda… (Rabin)
“Te lo digo como un observador que también se transformó en un actor en algún momento. El acuerdo se hizo para eludir las negociaciones que se llevaron a cabo en Washington con los líderes de los territorios que deseaban poner fin a la ocupación levantando un Estado palestino. Rabin y Peres no estaban preparados para eso y también pensaron que la gente no estaba preparada para este salto histórico. Llegaron al acuerdo de Oslo con Arafat entregándole la Franja de Gaza y Jericó y dejando cinco cuestiones sin resolver, incluido Jerusalén, los asentamientos, los refugiados y la seguridad, que eran temas a definir en el futuro. ¿Arafat firmaría un acuerdo que ni siquiera mencionaba su autodeterminación? En mi opinión, el acuerdo de Oslo no le interesaba a Arafat.

¿Hasta ese punto?
¿Qué es lo más importante que sucedió en el movimiento nacional palestino desde que se fundó? La primera Intifada. No la hizo Arafat. La hicieron muchachos con piedras y líderes locales, incluyendo Hanan Ashrawi y Faisal Husseini, esos a los que Arafat despreciaba. Yo le dije: “Eres un estadista”. Él repetiría “no, yo soy un político”. Era importante para él volver a tomar las riendas y colocar a un lado al liderazgo local. En Oslo se vivió una falta de claridad. El dijo: “cuando lleguemos a eso, mezclaremos algo”.

¿Por qué nos atrapó en un callejon sin salida?
“Del mismo modo que los palestinos no se referían a Oslo de forma clara, tampoco lo hacíamos nosotros. Peres, incluso cuatro años más tarde, se oponía a un estado palestino. Siempre preguntaba ¿Para qué lo necesitamos”. Rabin habló de algo menos de un estado. Cuando llegamos a las negociaciones sobre el estatuto final, veíamos a los Acuerdos de Oslo como una referencia. No había una doctrina sobre un arreglo permanente. La ambigüedad hizo que las partes determinaran los hechos finales para influir en la naturaleza del acuerdo en el futuro. Israelíes mediante la construcción de asentamientos y los palestinos a través del terrorismo. Creamos lo que a Kissinger le gustaba llamar como una “ambigüedad constructiva”. Llegamos a las negociaciones sobre el estatuto definitivo bajo el supuesto que íbamos a resolver los problemas basándonos en un compromiso sobre el territorio del 67’. Ellos llegaron con el fin de resolver el 67;, pero también el del 48’, la cuestión de los refugiados, y así sucesivamente. Así que creo que el plan Clinton era la línea más radical a la que un gobierno de Israel podía llegar y así y todo no pudimos. Arafat nos llevó a todos al abismo e incluso no le convenció el argumento que si seguía así (con la violencia) iba a ser Sharon quien iba a convertirse en primer ministro”.

Sólo un apocalipsis
“¿Cuántos han muerto en el conflicto árabe-israelí en cien años? 120-130 mil personas”, preguntó y respondió. ¿Por qué es esto posible? La solución llega cuando las políticas maduran por un lado y por el otro existe un liderazgo que sabe cómo tomar ventajas de la oportunidad. “Hoy nuestra región no está madura y no hay liderazgo”.

No hablamos sobre Gaza
“No nos comportamos de manera correcta con Gaza. Debería darse espacio para un desarrollo, un puerto con supervisión internacional. Un ambiente de cambio. El bloqueo no conduce a ninguna parte. He oído a expertos decir que hoy ellos son más fuertes que en Margen Protector (2014). Una vez le a pregunté a Aharon Yariv:”¿Cuándo comprendiste que los egipcios quieren paz? Él respondió: “Cuando ellos rehabilitaron las ciudades del canal”. No se reconstruyen ciudades para ser destruidas. La disuasión hacia Hezbollah es nuestra capacidad de destruir el Líbano, no la capacidad de destruirlos a ellos. Dejemos que se den cuenta. Esto es bueno para los intereses del mundo y para nuestra imagen internacional. Y… por cierto, los palestinos ahora tienen un nuevo discurso: cómo revivir el movimiento nacional fuera del paradigma de los dos Estados. Se trata de un discurso en la comunidad académica y en los grandes institutos. Se centrarán en la lucha por los derechos humanos y la igualdad. Hay una aceptación que no habrá una separación en un futuro previsible y, por lo tanto, necesitamos regular la energía hacia otro discurso”.

¿Esperas algún cambio?
“El cambio sólo puede venir de algo enorme. Una gran guerra, un mega-ataque como el del 11 de septiembre. Algo casi apocalíptico que nos haga cambiar de opinión y que nos acerque hacia un avance esencial con los palestinos. No vea que surja un líder israelí que no se preocupe más allá de su base política, sino también que sea capaz de llevarnos a lugares que su establishment político no pertenece”.

¿Desde la derecha?
“Sharon venía de la derecha y con todo el debido respeto a la izquierda, es él quien evacuó los territorios y los asentamientos… Me resulta difícil ver a un líder que llegue a un discurso pedagógico. El tema palestino no es algo que se resuelva con libros de diplomacia, se trata como desarrollar el ADN, incluye religión, historia, memoria, moral y unos pocos territorios y ethos que chocan”.

Las nuevas élites
Importante fue la frase “Bibi es bueno para los judíos”. No para los israelíes, no para el estado, pero para los judíos. Por lo tanto, el énfasis sobre Jerusalén. La revolución secular, sionista, perdio impulso y fueron reemplazados por los nacionalistas religiosos. La ola laica se asfixió y eso está relacionado con las vistas de Israel y Judea y Samaria… El movimiento sionista laico, del partido obrero, no tuvo respuesta a esto. Hay que añadirle a esto la forma que los israelíes ven el proceso de paz. “Nosotros dimos todo y ellos nos hicieron una Intifada”. Esta narrativa empuja hacia la derecha. A veces me pregunto acerca de la furia de Netanyahu contra las élites. Se trata de élites desmanteladas. Hay nuevas élites que son más de origen oriental, religiosas, ellas determinan el espíritu del tiempo y del espacio”.

¿La izquierda, de la que formas parte, desapareció?
“Los cambios que se han producido en la sociedad israelí son las arterias sobre las cuales Netanyahu está sentado. Un líder potencial de la izquierda no posee ninguna audiencia cautiva. Él la tiene que conquistar constantemente. El líder del ala derecha tiene el apoyo de los religiosos, de los Orientales, las clases bajas, y parte de la clase media. Bibi Netanyahu constantemente está compitiendo con Bennett para mantener dicha base. La izquierda también carece de paciencia con sus líderes. Si un dirigente de izquierda dice lo que la izquierda quiere oír, no va a llegar al poder. A Shelly Yejimovich la bajaron cuando dijo que los asentamientos no son el problema en el conflicto. Al liderazgo puede llegarse siendo un líder populista ilustrado”.

¿Cómo quién?
En las elecciones de 1992, Rabin declaró que cualquier persona que abandonase los Altos del Golán, incluso en tiempos de paz, perdería la cabeza, lo primero que hizo después de su elección fue iniciar las negociaciones alrededor del Golán, y le propuso a Assad regresar a las fronteras de 1967. A mí me tocó volar con él en un helicóptero desde Tel Aviv hasta los Altos del Golán, donde casi fue agredido físicamente. Les dijo que no habría otra opción que desarraigar los asentamientos. Eso es lo que yo llamo populismo ilustrado. Usted maniobra las herramientas que la democracia te da para alcanzar el poder, porque sin el gobierno usted no podrá realizar su visión. El populismo no es ajeno a la democracia. Ella lo invita, a diferencia de las dictaduras, donde no hay litigios”.

¿Cómo conserva Bibi su poder con todas las investigaciones en su contra?
“Una plataforma política de lucha contra la corrupción pertenece a personas iluminadas, no de los votantes de derecha necesariamente. No digo que son inmorales, sólo hay un enfoque diferente. Yo creo también que hay una excesiva legalización del sistema político. No estoy seguro de lo que sucede por ejemplo con Sara Netanyahu sea correcto. Creo que debiéramos concentrarnos en las cosas importantes y en otras cosas ser generosos. No es malo que el estado financie las casas privadas del primer ministro y el presidente. Eso es lo que hacen en Inglaterra. Puede ser que la naturaleza extravagante de la pareja y su comportamiento no guste, pero no es necesario por esto derribar incluso a la esposa del primer ministro.

¿Un país corrupto?
“Israel se va asemejando a una república bananera y eso es preocupante. Levy Eshkol dijo una vez: ‘No pondrás bozal al buey que trilla”, cuando se registraron casos de corrupción, pero había pocos en comparación con la actualidad. La política no es la primera opción de la gente buena.”

La situación sólo intensifica la guerra entre izquierda y derecha
“En gran parte es culpa del gobierno, que utiliza palabras como ‘izquierdista’ quitándoles legitimidad. Pensar que Israel debe retirarse de los territorios estableciendo un estado palestino, ya que es bueno para el sionismo, es considerado una traición. Se trata de un adoctrinamiento desde el gobierno que no está dispuesto a soportar retos. Bibi fue promocionado durante años como el líder populista y demagogo. El Likud se encuentra en el poder durante 40 años, los gobiernos de izquierda son algo de lo que nadie se acuerda, y, sin embargo, actúan como una oposición. Bibi no quiere críticas”.

¿Hay algo bueno en el gobierno actual?
“En los últimos tiempos se han logrado cosas en política exterior. En nuestros días estábamos centrados en el conflicto con los palestinos, en todo lugar en donde ibas se elevaba el tema. En los últimos años la política exterior recibió nuevos bríos, En África, Bibi Netanyahu ha logrado mucho, también en Japón, China, la India, que estaban a la vanguardia de la oposición contra Israel, hoy Israel es el proveedor número dos de tecnología militar en la India, que es un enorme mercado”.

“La ironía que tiene mucho que ver con el público israelí, que no es exactamente de Bibi Netanyahu, son las personas que se ocupan de la alta tecnología, no digo que no hay votantes del Likud entre ellos, pero en general es un público liberal y abierto, no el judaísmo o la sinagoga es el centro de su vida. En el Mediterráneo oriental hay una alianza con Grecia y no la menciono por su importancia, sino por quién la controla: la extrema izquierda. Un movimiento nacional debe aprovechar sus oportunidades cuando estas se presentan…

¿Has cambiado tu opinión política a lo largo de los años?
“Todavía soy de izquierda pero tengo una visión diferente del movimiento nacional palestino… Es correcto que Israel se desvincule de los palestinos y permita el establecimiento de un estado junto a nosotros, pero he cambiado la cuestión de la división de las responsabilidades”. Una parte importante se centra en los líderes palestinos, que no saben cómo tomar decisiones.

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Autor

Shimshon Zamir

Nacido en Argentina. Vive en Israel desde 1972. Casado... tres hijas... 8 nietos. Trabajó 30 años en la industria Química Israelí, hoy pensionado. Graduado en Sociología.

Shimshon Zamir

Nacido en Argentina. Vive en Israel desde 1972.
Casado... tres hijas... 8 nietos.
Trabajó 30 años en la industria Química Israelí, hoy pensionado.
Graduado en Sociología.

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