Los desafíos de la opinión pública en Arabia Saudita en torno a la normalización con Israel

El articulo fue escrito por Ilan Zelait y publicado el 19 de febrero de 2024

«Al promover la normalización con Israel, Arabia Saudita se enfrenta a una oposición ideológica pública de la medida, que se está ampliando tras la guerra de «Espadas de Hierro», aunque no se ha expresado en protesta pública. Esta oposición tiene tres dimensiones:

Una dimensión religiosa, que considera el acuerdo con Israel contrario a la ley islámica;

Una dimensión propalestina, que percibe el rechazo a la normalización como una expresión de lealtad a los Palestinos;

Una dimensión liberal, que advierte que los vínculos con Israel fortalecerán las capacidades del régimen saudí para violar los derechos humanos.

Al mismo tiempo, son evidentes los esfuerzos de la familia real de generar apoyo público a la normalización, lo que genera expectativas sobre el retorno que proporcionará Israel a los Palestinos dentro de su territorio. Además, si bien el discurso israelí sobre las relaciones con Arabia se centra en una asociación de seguridad contra Irán, el público saudí muestra falta de interés en esta asociación y se centra específicamente en el aspecto económico de la relación.

De ahí que la reacción de la calle saudí a la normalización se verá afectada, entre otras cosas, por el destino de las reformas y los ambiciosos proyectos del Príncipe heredero Mohammed Ben Salman: Siempre que den frutos positivos, sin provocar una reacción en contra, de esta manera Riad podrá contener la opinión pública negativa y también avanzar hacia el establecimiento de relaciones con la Nación Judía.

En vísperas del ataque del 7 de octubre por parte de Hamas y de la guerra de las «Espadas de Hierro» que estalló a continuación, se acercaron Israel y Arabia Saudita más cerca que nunca de un acuerdo histórico de normalización. Unas dos semanas antes de la guerra,
el príncipe heredero y gobernante Saudí en funciones, Muhammad Ben Salman, anunció en una entrevista con los medios estadounidenses que la perspectiva de un acuerdo de este tipo «parece seria por primera vez», en referencia a los contactos entre el Reino e ISRAEL.

La alianza «OCCIDENTAL» comenzó a negociar en los meses anteriores un acuerdo amplio que incluiría, entre otras cosas, la normalización Israelí.-Saudita El estallido del conflicto en la Franja de Gaza no frenó por completo el proceso de normalización. después de tres meses de congelación se reanudaron en enero de 2024 las conversaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita. Incluso si, al menos exteriormente, Riad dejo claro que no aceptará la normalización con Israel sin un alto el fuego en la guerra de Gaza y el establecimiento de un Estado Palestino.

El acercamiento lento pero seguro de Ben Salman hacia la normalización con Israel plantea la cuestión de cómo el público saudita aceptará tal medida.

Antecedentes históricos: el discurso gubernamental y los cambios en el mismo

Por un lado, entre Israel y Arabia Saudita no hay sedimentos del pasado que se interpongan en el camino de la normalización. ellos no
comparten una frontera común y, aparte de una insignificante fuerza Saudita que participó en la Guerra de Independencia en 1948, nunca pelearon entre ellos. De hecho, Riyad fue uno de los más pragmáticos del mundo Arabe en todos los aspectos para el reconocimiento de Israel.

Ya en 1981, el entonces príncipe heredero Saudita Fahd aprobó una iniciativa en la Liga Árabe para el reconocimiento del derecho de Israel a existir en paz a cambio de su retirada a las líneas de 1967 y una solución acordada en el conflicto con los Palestinos, y en 2002 los Saudíes iniciaron la iniciativa de paz Arabe, que incluía una promesa de plena normalización con Israel sujeta a un acuerdo integral Arabe-Israelí. Por otro lado, durante la mayoria de los años de su existencia, hasta la última década, el discurso y el adoctrinamiento dictado por el gobierno en Arabia Saudita estaban saturados de un odio ardiente hacia el Estado de Israel y los Judíos en general. Como hacia todas las demás religiones excepto el Islam, el culto Judío fue prohibido en Arabia Saudita, pero las autoridades mostraron una actitud particularmente severa hacia los Judíos: se les impidió entrar en el reino, incluso con fines laborales, con el argumento de que profanarán su santidad; y contenidos antisemitas como los «Protocolos de los Sabios de Sión» ganaron popularidad entre la élite gobernante.

Esta dualidad fue consecuencia de la estrecha alianza, sobre la base de la cual se estableció Arabia Saudita, entre la monarquía de la dinastía Al Saud y el movimiento islámico wahabí. Según este pacto, la casa real practica la politica exterior con pragmatismo, cuando dentro del país hace cumplir las leyes de la Sharia islámica en su estricta interpretación wahabita. Los reyes Saudíes confiaron en la aplicación de la ley wahabí para reclamar su legitimidad para gobernar los dos lugares más sagrados para el Islam en La Meca y Medina, como si
quienes supuestamente encarnan el modelo islámico más digno.

El wahabismo busca purificar el Islam de fuentes de influencia externas dañinas, y entre estas influencias se incluye el Judaísmo, no sólo en el contexto de Israel, sino como resultado de una profunda herencia religiosa que es muy anterior al sionismo. Además, la élite
Arabia Saudita solía identificar el marxismo con el Judaísmo (inspirado en el antisemitismo occidental).

En el contexto del conflicto Palestino-Israelí, la familia real Saudí ha sido cuidadosa a lo largo de los años de presentar la causa Palestina como una cuestión islámica y su apoyo a ella como un componente de la identidad Musulmana de Arabia Saudita: una imagen que debe ser transmitida no sólo a los ciudadanos del reino, sino también a los Musulmanes en todo el mundo que llevan su oración a La Meca.

Una serie de tendencias en el siglo XXI han socavado estas relaciones de poder entre la casa real Saudíta y el establishment religioso en el reino, y motivó al primero a liberarse de las cadenas del wahabismo y reducir el poder del establishment religioso. Entre otros, estos fueron los ataques del 11 de septiembre, cuyos perpetradores fueron educados en instituciones wahabíes; la subida
en el poder regional de elementos islamistas que desafiaron a la monarquía Saudí, empezando por Irán y terminando
en los Hermanos Musulmanes y en ISIS, así como la liberación parcial de Estados Unidos de su dependencia del petróleo Saudí, lo que provocó una creciente presión en Washington para mejorar los derechos humanos en Arabia Saudita y al mismo tiempo impulsó a
este último a mejorar su imagen para atraer inversiones y el turismo como fuentes alternativas de ingresos.

Paz a la sombra de la guerra:

Desde el punto de vista Judío-Israelí, la represión del wahabismo comenzó a mostrar sus signos hace una década, cuando en 2014, las autoridades Saudíes permitieron por primera vez a los judíos trabajar y vivir en el reino.
El brusco cambio se produjo tras el anuncio de Ben Salman como príncipe heredero en 2017, quien se declaró abiertamente como quien
abandonaba el hahabismo en favor de un «regreso al Islam moderado»: El antisemitismo y los deseos de destrucción de Israel en los libros de texto fueron retirados y desaparecieron de los medios; Israel aún no aparece en los mapas Saudíes oficiales, pero la actitud hacia él es mucho más paciente y se centra principalmente en las críticas a sus politicas en relacion a los Palestinos; El rabino estadounidense Jacob Herzog trabaja en el reino desde 2018 con el apoyo de las autoridades para organizar  la comunidad Judía que esta en lento crecimiento.

Estas tendencias no necesariamente se relacionan directamente a Israel. Son parte del conjunto de reformas socioeconomícas de gran alcance de Ben Salman en el marco de «Visión 2030» y sus esfuerzos por difundir al mundo una imagen saudita de pluralismo y moderación, en particular para elevar el perfil de Arabia Saudita en Washington.

Al mismo tiempo, la nueva tolerancia hacia Israel y los Judíos también parece pretender preparar al público Saudí para el establecimiento de relaciones entre el reino y Israel, cuyo odio se le planteó durante mucho tiempo.

Arabia Saudita no se unió a los Acuerdos de Abraham en 2020, pero les dio su bendición indirectamente (entre otras cosas, permitiendo que los aviones pasen sobre su territorio en su camino desde Israel hacia el Golfo).
En la década que las precedió, las relaciones secretas entre Israel y Arabia Saudita se estrecharon, entre otros ante la amenaza común que plantean Irán y sus representantes regionales. En marzo de 2022, Ben Salman cruzó el Rubicón cuando dijo en una entrevista que Israel «no es un enemigo, sino un socio potencial» de Arabia Saudita. el mensaje que se escuchó de Riad fue que era posible ser flexible con respecto a la iniciativa de paz Arabe que requería una solución integral al problema Palestino, pero el «precio» de esa normalización para Israel es otorgarle a A.SAUDITA ser el custodio de los lugares santos MUSULMANES en JERUSALEM -dado que supuestamente A.SAUDITA no sólo tiene una responsabilidad nacional, sino también totalmente islámica, mayor que la de los otros países Arabes.

La reacción del público a la nueva política.
Superficialmente, el cambio en la actitud del gobierno hacia Israel y los Judíos no provocó protestas ni oposición pública en toda Arabia Saudita. Más que eso, también los otros cambios revolucionarios aprobados por Ben Salman hasta ahora en las normas religiosas y sociales han sido aceptadםs sin oposición vocal, lo que sugiere sobre su capacidad para continuar su visión también respecto de las relaciones con Israel. El ser la población Saudí joven, con alrededor del setenta por ciento menor de treinta años, puede facilitar su adaptación a los cambios profundos.

Sin embargo, la pregunta sigue siendo hasta qué punto este silencio se debe al apoyo auténtico a Ben Salman y a sus acciones o, alternativamente, por el miedo a criticar sus políticas en una monarquía absoluta como Arabia Saudita, que limita aún más significativamente la libertad de expresión que otros países de la región (hasta el punto de encarcelar a ciudadanos que critican las políticas del gobierno).
En las redes sociales resulta difícil o imposible medir la opinión pública y el estado de ánimo respecto a la normalización con Israel. Por supuesto, los ciudadanos no están influenciados exclusivamente por la línea dictada por las autoridades, si no que también están expuestos a mensajes en Internet y en medios de comunicación extranjeros (principalmente la popular red «Al-Jazeera») que se caracteriza por una línea opuesta al gobierno de Riad). La actividad en las redes sociales implica la existencia de oposición pública a la normalización, cuyo tamaño e impacto son difíciles de estimar de manera confiable.

Por ejemplo, una cuenta de Twitter llamada «Arabia Saudita con Al-Aqsa», que presenta contenidos que niegan la existencia de Israel desde un punto de vista islamista y pro Palestino, tiene cerca de 300.000 seguidores, manteniendo el anonimato.
Un raro indicio empírico del que disponemos es una serie de encuestas de opinión pública realizadas por un instituto sobre la política de Washington hacia Medio Oriente entre el público Saudita desde el establecimiento de los Acuerdos de Abraham en
2020. Antes de la guerra en Gaza en 2023, estas encuestas encontraron que alrededor del 40 por ciento de los Sauditas apoyaban las relaciones económicas con Israel en la medida en que beneficien a la economía local; Aunque esto es una minoría, eso es una tasa inusual en el mundo Arabe que indica una relativa apertura a las relaciones utilitarias con Israel.
En comparación, en Egipto y Jordania, que tienen un acuerdo de paz con Israel, sólo alrededor de una décima parte de la población lo apoya.
Sin embargo, en la misma encuesta realizada durante la guerra en Gaza en noviembre-diciembre de 2023, la cifra se redujo a la mitad,
Y una abrumadora mayoría de los encuestados (96 por ciento) apoyó la ruptura inmediata de vínculos de cualquier tipo de los países Arabes que apoyan a Israel en protesta por sus acciones en Gaza. Aunque estos datos sean extremos  cabe señalar que incluso antes de la guerra, el 87 por ciento de los Sauditas creían que sería posible derrotar a Israel un día, y sólo el cinco por ciento estuvo de acuerdo en que los Judíos del mundo deberían ser respetados y mejoradas las conexiones con ellos.

Las encuestas también muestran la brecha entre los intereses de los dirigentes Saudíes en las relaciones
con Israel y los de la opinión pública: sólo una quinta parte de los encuestados Sauditas expresaron su apoyo a la cooperación
de su país con Israel contra Irán (de hecho, sólo una mayoría relativamente pequeña del sesenta por ciento respondió que ve a Teherán como un rival tras el acuerdo de reconciliación Saudí-Iraní de marzo de 2023.

La controversia Saudí en torno a la normalización
En el reino se escuchan diversos argumentos contra la normalización Saudí con Israel. Se da una reclamación concreta que se encuentra en el discurso de los opositores liberales del régimen saudita en el exilio en Occidente, que reconocen el acercamiento a Israel como un tema vulnerable a través del cual la casa real y Ben Salman pueden ser atacados en la opinión pública Saudíta.

La oposición liberal en sí misma no representa una amenaza significativa para el régimen Saudita.
Lo que se destaca en  el argumento «liberal» contra la normalización es que se difunde en las redes sociales y con la ayuda de los medios de comunicación qataríes (que atacan a A.SAUDITA)  – según esos medios la actitud del gobierno SAUDITA hacia Israel refuerza su tiranía contra sus ciudadanos.

El debate en torno a la normalización también está en curso en el espacio religioso-islámico. Arabia Saudita es un país religioso, a pesar de la imagen que se quiere transmitir durante la época de Ben Salman, y por eso es de suma importancia el discurso islámico en las mezquitas y en nombre de las diversas instituciones religiosas del reino y por el contenido religioso que ven sus residentes en los medios y redes sociales. Además, la cercania de factores islamistas siempre ha sido importante para la casa real Saudí y, por tanto, la última
supervisa en gran medida los mensajes difundidos por los imanes (líderes de oración en las mezquitas) y los predicadores.
Para los creyentes, la inspeccion real  se hizo aún más estricta bajo Ben Salman.

En una rara declaración pública sobre el tema de la normalización hecha al canal israelí «Kan», dijo en agosto 2023 el Sheikh Ahmed al-Ghamdi, que ocupó altos cargos en el establishment religioso Saudí, porque los clérigos Sauditas «difieren en sus puntos de vista» sobre la reconciliación con Israel. Sin embargo, insinuó que si Israel prestara atencion a las demandas de los Palestinos y estas se cumplirán sobre la base de la iniciativa de paz Arabe (según la posición oficial de Arabia Saudita ) la visión halájica opuesta no obstaculizará la normalización.
Es evidente que en los últimos años el gobierno ha moldeado el discurso del clero bajo su control directo de una manera  que ve positivamente a los Judíos y las relaciones con ellos. Por ejemplo, la «Liga Musulmana Mundial», una red de estudios
operado por Arabia Saudita, que en el pasado era conocido por su extremismo, comenzó en los últimos años a participar en un acercamiento interreligioso, entre otras cosas con los Judíos.
También un enfoque ambivalente sobre el tema: En 2022, el Imam Saleh bin Hamid pidió que Alá, durante el sermón en La Meca, proteja a los Musulmanes de los «judíos que los conquistan y les roban».
Desde un punto de vista halájico, el establishment religioso Saudita puede basar el consentimiento a la normalización con Israel en una decisión de halajá (fatwa) publicada en 1994 por el jeque Abd al-Aziz bin Baz.  El Gran Mufti de Arabia Saudita Ben Baz, que hasta su muerte en 1999 fue considerado el juez principal del reino, y que autorizó a un gobernante Musulmán a reconciliarse con los Judíos siempre que lo considere beneficioso para los Musulmanes.Esta sentencia sobre la halajá se citó mucho en el discurso del Golfo después del acuerdo de Abrahám.
Teniendo en cuenta el peso de Ben Baz, y precisamente porque el representaba a la «vieja» Arabia Saudita, que es religiosamente conservadora pero también le da margen de maniobra al gobernante. por el reconocimiento de los intereses políticos.
En su momento, el establishment religioso de El Cairo también hizo un uso similar del acuerdo de Fatwa después de la firma del Acuerdo de
Paz entre Egipto e Israel, así como la del propio Yasser Arafat en los Acuerdos de Oslo: entre los comentaristas se encontraban
quienes afirmaron que su intención era que la paz con Israel no era más que una necesidad temporal hasta que llegue el momento adecuado
para luchar contra él.
Pero mientras los clérigos del establishment están sometidos al final del día a pesar del gobierno de Riad y sus decisiones sobre la normalización, este no es el caso de los predicadores fuera del establishment. En este contexto cabe destacar una corriente de
Clérigos Sauditas conocidos como al-Tashwa («El Despertar»), que ganaron inmensa popularidad en su demanda de corregir lo que se percibe como negligencia religiosa de la casa real Saudita que perjudica su derecho a representar al Islam, en particular en lo que respecta a sus relaciones con el mundo Occidental.
Dos de los miembros de la corriente, Sheikh Aa’ch al-Qarni y Sheikh Salman Al-Uda, apelaron en 1994 – la sentencia halájica de Ben Baz que permitió la reconciliación con Israel: según su opinión, el Islam prohíbe inequívocamente la reconciliación con los Judíos que controlan el dominio islámico que es Palestina, ya que sólo servirá a los Judíos. Al gobernante Musulmán no se le permite hacer esto, especialmente al quien es el guardián de los dos lugares más sagrados para el Islam. Otro miembro destacado de al-Tshwa, el jeque Safar al-Khawali,
citó fuentes islámicas para demostrar que la destrucción de Israel era inminente.

A «La voz del pueblo de Al-A Tschava» no se le ha oído hablar de la próxima normalización Saudí-Israelí en los últimos años, ya que con
la llegada de Ben Salman al cargo en 2017: decidió eliminar finalmente la corriente, y su gente está en prisión (como al-Adwa y al-Khwali) o fueron silenciados y obligados a renunciar a las posiciones que expresaron en el pasado (como al-Qarni). Sin embargo, no se puede ignorar la gran simpatía que tenían hace sólo unos años.

A diferencia de elementos como ISIS o Al-Qaeda, que desafían al Estado en su conjunto, los mensajes de Al-Tshwa trataban únicamente de la «corrección» religiosa de Arabia Saudita y, por lo tanto, fueron recibidos por una amplia audiencia.
Su enfoque islámico con respecto a Israel rechace el pragmatismo, el margen político y de maniobra del gobernante a favor de una línea intransigente contra la reconciliación con Israel. –

El peso de la dimensión Palestina en la cuestión de la normalización
Como en el resto del mundo Arabe, incluso en Arabia Saudita, la cuestión Palestina está en el centro de los argumentos de
quienes se oponen a las relaciones con Israel. A pesar de la suposición que a veces se escucha, especialmente después del Acuerdo de
Abraham, que en los países del Golfo la preocupación por el tema ha disminuido, la encuesta antes mencionada indica su centralidad
en la opinión pública Saudí; La guerra en Gaza desde el mes de octubre y las duras escenas retransmitidas desde la Franja de Gaza, devolvieron a los Palestinos a los titulares y al discurso público en A. SAUDITA. Muchos Sauditas consideran que la normalización con Israel descuida,  una expresión de solidaridad con los palestinos y apoyo a su justa lucha.

En el momento actual, resulta difícil ignorar la tensión entre el acercamiento del gobierno de Riad a Israel a lo largo de los ultimos años y el hecho de que todos sus rivales regionales apoyan a los Palestinos en la guerra con Israel que viene sucediendo desde octubre -ya sea Irán, el movimiento de los Hermanos Musulmanes (con el que se identifica a Hamas) e incluso los rebeldes hutíes en Yemen. De ahí los resultados de la encuesta realizada en el reino, que muestran una demanda de cortar las relaciones forjadas con Israel.

El gobierno Saudí debe abordar la cuestión presentando una narrativa contraria. Incluso antes de la guerra, cuando las conversaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos sobre un acuerdo tripartito con Israel estaban en marcha, aparecieron en los periódicos Sauditas (controlados directa o indirectamente por el régimen) articulos que describian la disposición de Arabia Saudita a la normalización con Israel no como un abandono de la cuestión Palestina, sino al contrario, como un medio alternativo y eficaz para promoverla. los publicistas explicaban  que Israel y Estados Unidos son los que cortejan a Arabia Saudita en el tema de la normalización, y esta condiciona su acuerdo a mejorar la situación de los Palestinos y hacer realidad sus victorias nacionales (de hecho, una versión suavizada y atenuada de la iniciativa de paz Arabe) por lo tanto, no hay contradicción entre apoyar a los Palestinosy apoyar a la normalización.

La guerra que estalló el 7 de octubre no hizo más que reforzar esta línea: las columnas de opinión afirmaban que la tragedia de lo que está sucediendo en Gaza demuestra más que nunca que la solución a la cuestión Palestina reside en un proceso de paz inclusivo.
Riad lucha por lograrlo a través de conversaciones de normalización, y no mediante un inútil derramamiento de sangre, como
que dicen es promovido por Hamás y el eje de resistencia Iraní. En conclusión, es difícil determinar cuánto el régimen consigue inculcar en la opinión pública la actitud de que la normalización con Israel funciona en beneficio de los Palestinos, lo que contrasta claramente con la percepción predominante sobre el tema.

Resumen
Arabia Saudita es un país que se encuentra en la cima de un proceso de cambio profundo dirigido desde arriba por sus autoridades. A pesar del claro cambio en el discurso estatal sobre el tema, la hostilidad hacia Israel y la aversión a la idea de las relaciones con ella están bien arraigadas en el público en general y crean una clara brecha entre éste y el gobierno.

A pesar de que esto no se exprese públicamente, no se pueden descartar corrientes profundas en Arabia Saudita que desarrollen la intolerancia a la multitud de reformas aceleradas y ambiciosas empresas del Príncipe Heredero. Si no, «entregará la mercancía»
a largo plazo, es decir, desarrollará fuentes alternativas de ingresos para el petróleo que mantendrán la estabilidad de la economía,
Arabia Saudita y los servicios prestados a los ciudadanos  pueden sufrir una reacción interna, cuando también
el proceso de acercamiento a Israel será inminente; Tanto el argumento Palestino como el liberal estarán en su contra, asi como los religiosos, cuando a menudo se superponen. Puede ser  que la posibilidad de que Ben Salman dé un paso dramático como la normalización, con Israel aumentará con el tiempo, especialmente cuando el herede  la corona de su padre, el rey Salman Ben Saud.

Es prematuro determinar que la guerra en Gaza es un factor secundario para Arabia Saudita. En el camino siguen existiendo los mismos incentivos y obstáculos, entre los que se destacan los cambios de seguridad en Riad, las exigencias de Estados Unidos y las concesiones que se le pide a Israel que otorgue a los Palestinos. Puede estimarse que la guerra aumentará el «componente Palestino» que Israel deberá cumplir en el acuerdo, para poder transmitir la solidaridad de Riad con los Palestinos, para compensar su posición relativamente pasiva en la guerra,y para demostrar que cumple su promesa de aprovechar la normalización en beneficio de los Palestinos.

De hecho, se considerará que Arabia Saudita -a sus ojos y a los de su público- ha contribuido a romper el estancamiento en la política entre Israel y los Palestinos, como parte de la solución que Estados Unidos intenta impulsar para el futuro de la Franja de Gaza, y se espera que esto fortalezca la legitimidad interna del Príncipe heredero Ben Salman de avanzar hacia un acuerdo con Israel.
De cualquier manera, la normalización no será un paso popular entre el público Saudí. Esto no significa que no se pueda «suavizar».
el tema  creando condiciones para el fortalecimiento de las relaciones entre los países a largo plazo.

Existe el peligro de que se profundice la opresión gubernamental, como afirma la oposición liberal. También una alianza de defensa con
Estados Unidos y las capacidades nucleares servirán a la casa real pero no al ciudadano Saudí.
Es decir, las relaciones Saudí-Israelíes que beneficiarán a la economía Saudita pueden producir una mayor apertura en el público en general. La participación de Israel en la visión 2030 para diversificar las fuentes de ingresos, por ejemplo en los campos de la tecnología y el turismo, también hará que sea más fácil para el gobierno y el establishment religioso convencer de que la paz con ISRAEL implica un beneficio para los Musulmanes.

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Autor

Shimshon Zamir

Nacido en Argentina. Vive en Israel desde 1972. Casado... tres hijas... 8 nietos. Trabajó 30 años en la industria Química Israelí, hoy pensionado. Graduado en Sociología.

Shimshon Zamir

Nacido en Argentina. Vive en Israel desde 1972.
Casado... tres hijas... 8 nietos.
Trabajó 30 años en la industria Química Israelí, hoy pensionado.
Graduado en Sociología.

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