El éxito en las regionales confirma que la estrategia electoral de la presidenta del FN ha funcionado
Francia vive un histórico seísmo político: triunfo excepcional del Frente Nacional (extrema derecha) de Marine Le Pen que se ha convertido en el primer partido de Francia al vencer la primera vuelta de las elecciones regionales.
Según las cifras proporcionadas por el Ministerio del Interior, el Frente Nacional ha obtenido un 29,1% de los votos, por delante del 26, 78% de Los Republicanos, formación de derechas que lidera Nicolas Sarkozy, y el 22,99% del Partido Socialista con el presidente François Hollande al frente.
La segunda vuelta, el domingo que viene, día 13, matizará considerablemente ese resultado. Pero la primera vuelta ya permite anunciar que el FN está en posición de fuerza para ganar dos regiones históricas.
Marine Le Pen, la responsable del triunfo del FN, ha tenido un objetivo por encima de cualquier otro desde que fue elegida presidenta del FN en 2011: convertir a su partido en un interlocutor asumible, quitarle los estigmas que han marcado a la ultraderecha desde el final de la II Guerra Mundial para transformarlo en una opción política homologable.
En su camino hacia la normalización no ha dudado en sacrificar a su propio padre y fundador del FN, Jean-Marie Le Pen, cuya retórica antisemita la ponía en constantes aprietos.
En un país amenazado por el islamismo radical y el terrorismo al que le preocupan las recientes oleadas migratorias, el Frente Nacional ha progresado hasta lograr casi uno de cada tres votos.
La razón del éxito es, sin embargo, más compleja. Ahora no solo halla sus raíces en la difícil coyuntura económica acaparando los votos de obreros y clases populares. Hoy es también el partido preferido de los jóvenes.
La victoria del Frente Nacional estaba cantada antes de los atentados del 13 de noviembre que costaron 130 vidas.
El drama ha movilizado a los simpatizantes de la ultraderecha y ha ampliado el nivel del éxito. El perfil del votante es cada vez más nítido; y sorprendente.
El 43% de los obreros vota a la ultraderecha, pero el 35% de los que tienen entre 18 y 24 años prefieren también a ese partido frente a opciones de izquierda (27%) y derecha (27%) e incluso los empleados (36%) han optado mayoritariamente por el partido de Marine Le Pen en la primera vuelta de estas elecciones.