Estábamos hace unos días, mi cuñado y yo, viendo la televisión y contemplando estupefactos, igual que toda España, el circo mediático montado alrededor del vil y vacuo asesinato de la joven Marta del Castillo.
Un crimen estéril y sin sentido, cometido por un niñato mierda, un energúmeno sin el mas mínimo atisbo de lo que vulgarmente conocemos como inteligencia, demasiado idiota para, incluso, sentir cualquier clase de empatía hacia el sufrimiento de otro ser humano.
Un tonto del culo, probablemente con los sentidos embotados por la bebida y los porros, y que, posiblemente, con el único fin de sentirse mas “hombre” asesina a una pobre niña en la flor de su vida y luego, ayudado por dos de sus compinches, arroja el cadáver al Guadalquivir, y como si acabase de matar a una mosca se va de marcha en busca de otra novieta que tiene por ahí.
Un crimen así, le agria la sangre a cualquiera y uno ya tiene mal cuerpo durante el resto del día.
Y por si esto no fuera lo suficientemente malo, todavía está el detalle de que este imbécil fue ayudado en la tarea de deshacerse del cadáver por su hermano y un amíguete e encubierto por un tercero que también era conocedor del suceso.
Coleguillas que con eso de “juntos en lo bueno y en lo malo” se ayudan mutuamente.
En realidad, una fratría que solo encaja bajo la definición de “idiotas morales”.
Gentuza que ha perdido todo el sentido de diferenciar entre lo bueno y lo malo.
Igual que el mameluco que le propino una patada en el metro de Barcelona a una joven ecuatoriana. Otro bobo, machito, que, también, lleno de alcohol y drogas y muy enfadado por, ¿vete a saber por qué? Busca una victima propicia para desahogar su furia y la encuentra en una pobre niña, débil, indefensa y aterrorizada, porque, eso si, todos estos valientes saben muy bien como escoger a sus victimas, alguien que sea lo mas completamente inofensivo que se pueda dar y luego ahí, enseñan ellos su valentía.
Se da asco a si mismo, dice ahora, viendo las imágenes, muy modosito y muy arrepentido, si señor. Pero luego al salir del juzgado se le puede ver riendo mientras es recibido efusivamente por “sus coleguillas” y además pretende, y lo va a conseguir, vender su “historia” a cualquier televisión basura. ¡Vamos! Como para echar la pota.
Mi cuñado, un gallego típico de 55 años, de los de infantería de toda la vida y que sabe distinguir muy bien entre lo que es progreso y lo que es una gilipolles, entre lo que es libertad y lo que es libertinaje y dejación de la moral y la justicia, o dejación de la moral de la justicia, que también de eso se abunda mucho últimamente, me mira y me dice: ¿Sabes lo que haría yo con estos? A este que asesinó a la chica le ataba una piedra a los pies y, con la marea baja lo dejaba donde el agua le diera por los coj… por debajo de la cintura y luego lo dejaba, y a esperar que subiese la marea, y que la viese venir, poco a poco, hasta ahogarse, para que se diera cuenta de lo que vale una vida humana. Y al otro se lo entregaba a uno de estos grupos sudamericanos, los Ñetas o los Latin-kings para que lo pusieran fino.
Je, je, mi cuñado, que majo pero que bestia, cuanta razón tiene, pero la justicia no puede basarse en la ley del Talión… ¿O si?
Al llegar a casa leo en un periódico que, La Justicia iraní va a aplicar la ley del talión a un alumno que roció con ácido a una compañera.
Un tal Mayid Movahed, otro imbécil, hace cuatros años en la universidad de Teherán, dejo ciega y con el rostro totalmente desfigurado a una de sus compañeras Ameneh Bahman, al rociarle la cara con ácido sulfúrico.
Ahora ha sido condenado por la Justicia de su país a ser igualmente cegado con diez gotas de ácido en cada ojo, en la más extrita aplicación, del “ojo por ojo”, en este caso literalmente, la ley de ghesas o ley del Talión.
La ejecutora de la sentencia será la madre de Ameneh.
Termino de leerlo y vuelvo a acordarme de la niña del metro. De la pobrecita Marta del Castillo, de la horrible muerte que sufrió. Y de las palabras de mi cuñado y pienso… ¿Y por qué no?