Pacos

Paco Sande

Caritas es una ONG de la Iglesia Católica.

Hay cosas que no cambian nunca.
Cosas que, suceda lo que suceda y pase el tiempo que pase, siguen ahí perenes, inmutables, como las montañas, los valles o los ríos.
Pero aquí no quiero hablar ni de nuestra orografía, ni de nuestros paisajes, sino de las costumbres, manías o “tics” del progresismos demagógico español.
Las fantasmadas de una parte de la sociedad dedicada en cuerpo y alma en parecer culta, inteligente y moderna.
Por ejemplo: el otro día estuve de cena con unos amigos y, en un momento dado, al dueño del local se le ocurrió enseñarnos una botella de vino que costaba, según él, 150 euros y a uno de los idiotas que estábamos allí se le ocurrió la “feliz” idea de abrirla y allí nos dispusimos todos a degustar el oneroso caldo, a mí, que soy de ribeiro con gaseosa, me pareció que estaba pasadísimo y que, además, sabía a roble mohoso que te cagas y, como con estas cosas no me corto un pelo, decidí echarle gaseosa. ¡Madre mía! La que se armó allí. Saltó el idiota de turno diciéndome que, ¿por qué estropeaba un vino tan caro? Que, vamos, no me guillotinó en el acto porque dios no quiso.
Como digo, yo en estas cosas no me corto un pelo, y le conteste. ¿No ves imbécil, no eres capaz de entender, que no lo estoy estropeando sino poniéndolo a mí gusto?
¿Tan difícil es de comprender, para ti, que el mejor vino del mundo no tiene porque ser el más caro, sino el que a ti te guste?
Fue entonces cuando otro de los acompañantes, para mediar en el asunto, dijo: pues Paco tiene razón, este vino está picado.
Bueenooo… el remedio fue peor que la enfermedad, empezaron todos a recriminar al mesonero de tal manera que, al final, acabé arrepintiéndome de haberle puesto la dichosa gaseosa al puñetero vino.
Pero esto solo es una anécdota para ilustrar la clase de fauna que puebla nuestro suelo patrio.
Porque los hay peores, mucho peores y es que, en esto de los “tics”, somos una potencia.
Ahí tenemos, sin ir más lejos, a esa ralea de los “miembros y las miembras”, que se han sacado de la manga la “violencia de género”, por ejemplo, o esa manera cansina y hartible de hablar, algo como sigue: “aquí estamos reunidos y reunidas, los y las, gallegos y gallegas…” ¡Por dios!
Y es en ese ámbito, mayoría en España, pues en este país, como bien diría Carlos Herrera, hay mas tontos que botellines, es donde mejor arraigan esos hábitos o “tics”.
Uno de sus lemas favoritos es culpar al franquismo de todos los males del mundo.
La culpa de la Guerra Civil, de nuestro atraso secular, de que España haya perdido el tren de la historia, etc., todo ha sido culpa de Franco. Luego les pides que te nombren a un líder de la Republica, uno cualquiera y, la mayoría, no tiene ni zorra, en realidad, la mayoría, si les mandas omitir a Rajoy, Rubalcaba, Zapatero o Llamazares, no es capaz de nombrarte, ni siquiera, uno de los políticos españoles actuales.
Y es que su catecismo es algo tan de carretilla como el caca, culo, pedo pis, que ellos aseguran que no se podían ni mencionar en los tiempos del franquismo.
Lo suyo marcha así: monarquía es corrupción; policía (maderos, grises), idiotas; la Guardia Civil, cabritos adultos; y el clero, bueno para ellos el clero y la religión católica ya es la repanocha, el no va más de la maldad, algo así como la caja de Pandora.
Se olvidan de que, justo ahora, cuando España está pasando por uno de los momentos más lamentables de su historia, cuando los casos de pobreza y exclusión social se multiplican día a día, la ONG, con mayúsculas, que más ayuda está prestando, es una ONG de la Iglesia Católica. Allí donde el Estado trata de olvidar que hay seres humanos que no tienen que llevarse a la boca y muchos ni siquiera donde pasar la noche, allí está Caritas. Y Caritas es una ONG de la Iglesia Católica.
El otro día se lo dije a uno de estos “modernos y cultos” que menciono arriba y casi no sabía dónde meterse.
Y, es verdad, que la Iglesia ha tenido sus mas y sus menos, como todo hijo de vecino, pero no se debe obviar que, cuando en uno de esos países del tercer mundo, donde la vida humana vale menos que lo que cuesta un vaso de agua potable, cuando estalla una revuelta y los rebeldes de turno comienzan con su escabechina particular y las embajadas comienzan a retirar a sus embajadores, cuando los periodistas se van a retransmitir otras guerras más civilizadas y aquéllos locos que osan quedarse nos mandan fotos de niños negros con la barriga hinchada por el hambre y la cara cubierta de moscas, cuando la CNN se va con su directo a otro directo más saludable, o sea, cuando la cosa se pone seria o, como dirían los británicos, “when the chips are down” los únicos que se quedan, para cuidar a los enfermos y a los heridos, son los misioneros y las monjitas.
Y esto puede que le fastidie a más de uno, pero es así.
Como así es que, Caritas, la ONG que le está quintando las castañas del fuego a un país desbordado por la crisis, es una ONG de la Iglesia Católica.

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