Palpito Digital

José Muñoz Clares

SECUESTRO DE ACTA ACADÉMICA

La irrelevancia de la retirada de Castells la acredita el hecho de no tener más consecuencias que la sustitución de un inútil por otro, lo que suma -2. Pero los pocos hechos del ya exministro nos dicen que debió ser cesado antes por  sostener (1) el carácter elitista del suspenso, (2) el derecho del estudiante a pasar de curso sin haber aprobado el anterior, y su principal hallazgo (3): el estudiante que copia bien en un examen debe ser valorado por lo bien que copia. Me disculparán las señoras: pa mear y no echar gota.

Entenderán que no desarrolle el argumento. Pero sí les expondré por qué me jubilé en enero pasado, seis años antes de lo que podía haber permanecido en la profesión docente que tanto me gustaba: porque empecé a escuchar al rata de la chepa hablar de pensiones y bajadas –malo, Manuel- y por un e-mail que me envió la secretaría de la facultad en septiembre de 2020 con el escueto título “secuestro de acta académica”.

Ante la imposible presencialidad de los exámenes de junio/julio del año pasado opté por la modalidad “trabajo”. Siete días antes de la fecha fijada para el examen comuniqué a los alumnos que debían hacer un trabajo consistente en comentar razonadamente una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos humanos y otra del Tribunal Constitucional de España, construir una definición doctrinal y jurisprudencial de las ocho más importantes instituciones del Derecho Penal I (Parte General), y tenían que hacerlo apoyándose en conocer la asignatura por haber ido a clase más lo que encontraran en internet, todo ello presentado según las normas de los Trabajos de Fin de Grado. Lo que muchos entendieron que iba a ser un coladero dio lugar a que suspendiera a 38 de 100 alumnos y otorgara cuatro matrículas y uno 15 notables tras corregir a mano y comentar en rojo 1200 folios; la mayoría de profesores habían optado por exámenes tipo test con merma por preguntas mal contestadas –práctica inconstitucional por muy extendida que esté-, eludiendo así su deber de evaluar personalmente a los alumnos y delegando sus obligaciones, por las que les pagan, en un ordenador que acaba suspendiendo a alguien con un 4.9, entre otras aberraciones.

El secuestro del acta obedecía a que había suspendido a una alumna que fue incapaz, tanto en junio como en julio –al que esta administración esotérica llama septiembre-, por su acreditada incapacidad de citar correctamente a pie de página, aparte de haber basado su trabajo en publicaciones de exóticas universidades privadas de remotos países de habla hispana. Y el resultado fue que el acta fue devuelta con esa alumna aprobada. Esa es la universidad que deja Castells.

Así que sumé: van a bajar las pensiones y van a aprobar a todo alumno que haya pagado la matrícula y mantenga la bipedestación y la figura humana (1+1); al ver que sumaba 2 hice las consultas oportunas, me jubilé perdiendo un 20% de pensión y me vine a vivir al monte en un pueblo de cuatro mil habitantes, huyendo de una ciudad maloliente, como todas, de cuatrocientos mil. Lo del monte no es figurado: desde mi modesta dacha veo águilas cada mañana, buitres de vez en cuando, se pasea un zorro por la parcela y sé que hay varias culebras que viven a unos metros de mi habitación. Y lagartijas psicodélicas de colores LSD como las portadas de YES y PINK FLOYD. Los jabalíes no entran porque vallé una parte del terreno de modo que sólo permite el paso de pequeños mamíferos. Hacia el oeste se extiende una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) en plena recuperación de búhos reales, y puedo fotografiar la Vía Láctea desde el patio de la dacha. De lunes a viernes como un menú de cuatro platos a 10 euros por barba, elaborado por una matrona murciana que es como decir romana. Ambiente selecto, como ven, inspirado en Fray Luis: “Y con pobre mesa y casa/ en el campo deleitoso/ con sólo Dios se acompasa/ a solas su vida pasa:/ni envidiado ni envidioso.” Entienda lo de Dios en un sentido muy amplio y todo encaja.

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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