Castilla siempre pierde

Una vez más, como casi siempre después de treinta años, los partidos que defienden una solución política para Castilla han sido desechados por los electores. La representación castellanista en los comicios que atañen más de cerca a los ciudadanos ha sido mínima, agravando la situación política, económica y social de una región dividida en varias administraciones autónomas que son, sin variación histórica, la última preocupación territorial de España.

Aún tenidas en cuenta las dificultades económicas y de acceso a los medios de organizaciones políticas minoritarias algo habrán estos partidos de rectificar. Su mensaje después de décadas no llega a los electores, sus postulados son rechazados y sus aportaciones son dejadas de lado. Quiero como aquel político (¿quién fue?) afirmar sin duda que los votantes también se equivocan, pero que cuando se equivocan una y otra vez, votación tras votación, año tras año, la equivocación no solo es suya, sino que están enviando un mensaje muy claro a quien lo quiera oír. Tener los sentidos despiertos y tomar nota de lo tan reiteradamente sucedido es obligación de todo aquel que quiera representar la voluntad del pueblo. Y sacar las consecuencias pertinentes.

Querer equiparar a Castilla, su opinión, sus gentes y su idiosincrasia con otros pueblos de España es un error repetido hasta la saciedad. Obsérvese las urnas y cómo en plena debacle de los dos grandes partidos han obtenido éstos sus mejores resultados en las Castillas. Derrotado el PP por doquier su reserva espiritual sigue estando en esto que un día UCD decidió llamar Castilla y León. Cerrar los ojos a esta realidad es la primera torpeza a evitar.

Ninguna opción que no tenga en cuenta la idiosincrasia castellana, para luego invitar a trasformarla si fuere preciso, podrá abrirse paso sin más. Lejos de mí la idea de pontificar o abrogarme la esencia de Castilla o del castellanismo, ni mucho menos quiero cargar sobre mis espaldas la responsabilidad de creer que Castilla piensa como yo, pero estoy convencido de que a muchos castellanos solo se les puede ganar si se les habla desde España y no contra España.
Las alianzas que el castellanismo ha mantenido habitualmente con partidos separatistas no solo jamás ha calado entre la población, sino que supone de entrada un rechazo de difícil superación, tan difícil como las divisiones internas y las traiciones más dolorosas.

No solo muchos castellanos están convencidos de ser primero españoles y después de su provincia, olvidando que éstas son un invento postizo y artificial, dejando en último lugar su comunidad autónoma, también postiza y artificial, sino que se creen los primeros españoles o más españoles que nadie, pues eso es lo que han aprendido en la escuela además de haberlo mamado del ambiente durante mucho tiempo. Sin generalizar creo fácil aceptar que la situación esta o muy próxima.

Hablarles desde España no supone, no debe suponer, ocultar los graves daños que el Estado nos está causando (emigración, desertización, empobrecimiento) sino hallar la vía de hacerles llegar nuestra oposición a esta configuración de España y no a España. No es España la enemiga de Castilla sino una organización del Estado que los castellanos hemos de cambiar en la mejora de una nación más justa y equitativa, con otro reparto del poder que nos conceda la misma importancia que a otros gobiernos autónomos. Ponerse en la piel de la mayoría de castellanos, acercarnos a su forma de pensar, nos guste ésta o no, y aceptarla como punto de partida debería ser la alternativa a tantos años de fracaso del castellanismo. Solo desde dentro, como un sincero y honrado caballo de Troya, se puede modificar una situación que tanto perjudica a Castilla, las demás vías están ya exploradas con los resultados conocidos.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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