Ayer, durante el paseo matutino vi a un joven rockero con la bandera de Estados Unidos en la espalda de su camisa.
A la hora del vermouth vi a una deportiva señora con una gorra que llevaba una bandera de Italia sobre la visera.
Por la tarde vi un motero que lucía orgullosamente la bandera de Escocia.
Esta mañana vi a una distinguida dama mientras desayunaba en un hotel, en su bolso de mano iban elegantemente impresas dos banderitas de Francia.
En la siguiente calle vi a una joven pareja en bicicleta con la bandera de Gran Bretaña sobre sus deshilachados vaqueros. Por la otra acera marchaba un hombre ya maduro que en el bolsillo de su camisa portaba la bandera de Portugal.
Todos ellos eran acendrados demócratas de toda la vida.
Ahora, junto a mí hay una persona con pinta de ejecutivo que en el cuello de su polo lleva bordada la bandera de España. Seguro que es un corrupto fascista.